La oración.
Oración de protección. "No nos metas en tentación, más líbranos del mal".
Una vez que hemos pedido perdón por nuestros pecados y perdonado a los que han pecado contra nosotros, lo que procede es orarle al Señor para que tanto nosotros como ellos no pequemos más, que permitamos que el Espíritu Santo obre en nosotros para que por Él hagamos morir las obras de la carne en nosotros y podamos resistir la tentación.
Esta parte de la oración va encaminada a que el Señor no permita que caigamos en las tentaciones con las que constantemente somos asediados por el enemigo de nuestras almas, que nos acojamos y nos refugiemos en Él cuando venga la tentación, a recordarnos que en Él podemos soportar cualquier tentación porque Él, conocedor de nosotros más que nosotros mismos, conoce perfectamente el límite de lo que podamos soportar en cuanto a la tentación y/o las pruebas, y Él, por el amor con el que nos ama, no va a permitir que seamos tentados más allá de lo que podamos resistir y cuando venga la tentación Él nos va a dar la salida. Por lo tanto, nuestra oración debe ir encaminada también a que seamos lo suficientemente atentos y sabios para que cuando venga la tentación tomemos la salida que Él nos da.
1 Cor 10:12-14. "Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. Por tanto, amados míos, huid de la idolatría."
Notemos que el pasaje anterior, en primer lugar nos presenta una condición: "el que piensa estar firme, mire que no caiga". Entonces necesitamos orar y rogar al Señor que ponga en nosotros no solo el querer sino el hacer de estar firmes, fuertes, resistentes a la tentación. Que en nosotros no haya ni el más mínimo pensamiento de considerar la tentación que os pueda venir. Luego hay otra condición final: "que huyamos de la idolatría". Esto no necesariamente se está refiriendo a las imágenes, sino principalmente, al mayor de los ídolos que llevamos por dentro: nuestro yo, nuestro deseo de darle gusto a la carne en todas sus modalidades (deseos de los ojos, pasiones de la carne y vanagloria de la vida) que es lo que al final, nos lleva a ceder a la tentación. Por lo tanto nuestra oración también debe ir encaminada a que el Señor nos enseñe y ayude, por el Espíritu Santo, a resistir cualquier insinuación de la carne a obrar según ella.
Por lo que nos enseña el pasaje anterior, la tentación debería llevarnos a refugiarnos más en Él (someternos a Él) para que podamos resistirla y además huya de nosotros:
Sant 4:7. "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros."
Por lo tanto, nuestra oración también debería ir dirigida a que se incremente en nosotros por el Espíritu la sujeción, la obediencia, al Señor y a Su Palabra.
Además de lo anterior, podríamos aprovechar también en este momento a pedirle al Señor que os estorbe el pecado a nosotros, a nuestra familia, a nuestra iglesia, a nuestros cercanos, y que todos crezcamos cada día en santidad para la gloria de Dios Padre.
Una vez que hemos pedido perdón por nuestros pecados y perdonado a los que han pecado contra nosotros, lo que procede es orarle al Señor para que tanto nosotros como ellos no pequemos más, que permitamos que el Espíritu Santo obre en nosotros para que por Él hagamos morir las obras de la carne en nosotros y podamos resistir la tentación.
Esta parte de la oración va encaminada a que el Señor no permita que caigamos en las tentaciones con las que constantemente somos asediados por el enemigo de nuestras almas, que nos acojamos y nos refugiemos en Él cuando venga la tentación, a recordarnos que en Él podemos soportar cualquier tentación porque Él, conocedor de nosotros más que nosotros mismos, conoce perfectamente el límite de lo que podamos soportar en cuanto a la tentación y/o las pruebas, y Él, por el amor con el que nos ama, no va a permitir que seamos tentados más allá de lo que podamos resistir y cuando venga la tentación Él nos va a dar la salida. Por lo tanto, nuestra oración debe ir encaminada también a que seamos lo suficientemente atentos y sabios para que cuando venga la tentación tomemos la salida que Él nos da.
1 Cor 10:12-14. "Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. Por tanto, amados míos, huid de la idolatría."
Notemos que el pasaje anterior, en primer lugar nos presenta una condición: "el que piensa estar firme, mire que no caiga". Entonces necesitamos orar y rogar al Señor que ponga en nosotros no solo el querer sino el hacer de estar firmes, fuertes, resistentes a la tentación. Que en nosotros no haya ni el más mínimo pensamiento de considerar la tentación que os pueda venir. Luego hay otra condición final: "que huyamos de la idolatría". Esto no necesariamente se está refiriendo a las imágenes, sino principalmente, al mayor de los ídolos que llevamos por dentro: nuestro yo, nuestro deseo de darle gusto a la carne en todas sus modalidades (deseos de los ojos, pasiones de la carne y vanagloria de la vida) que es lo que al final, nos lleva a ceder a la tentación. Por lo tanto nuestra oración también debe ir encaminada a que el Señor nos enseñe y ayude, por el Espíritu Santo, a resistir cualquier insinuación de la carne a obrar según ella.
Por lo que nos enseña el pasaje anterior, la tentación debería llevarnos a refugiarnos más en Él (someternos a Él) para que podamos resistirla y además huya de nosotros:
Sant 4:7. "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros."
Por lo tanto, nuestra oración también debería ir dirigida a que se incremente en nosotros por el Espíritu la sujeción, la obediencia, al Señor y a Su Palabra.
Además de lo anterior, podríamos aprovechar también en este momento a pedirle al Señor que os estorbe el pecado a nosotros, a nuestra familia, a nuestra iglesia, a nuestros cercanos, y que todos crezcamos cada día en santidad para la gloria de Dios Padre.
03
Nov
2014