Servicio, caracterización 01 (apuntes).
Isa 41:9-10.
En este pasaje encontramos varios puntos fundamentales relacionados con el servicio.
Salvación y servicio.
El Señor nos tomó y nos llamó para que fuéramos Sus siervos, para que le sirviéramos. ALa salvación es la puerta, pero, entre otros, el propósito de Dios para salvarnos fue para que le sirviéramos. Eso implica que el servicio no es una opción, es Su propósito para nosotros, y como tal, necesitamos seguirlo.
El propósito del Señor para escogernos –salvarnos- fue, entre otras cosas, para que le sirviéramos. Este es un punto muy importante de considerar. Muchos piensan que el propósito de Dios para salvarnos es solamente que podamos accesar a sus bendiciones y a la vida eterna, y mientras tanto, la vida cristiana se trata de ser bendecido y esperar el tiempo en que nos presentemos delante de El (la muerte física o el arrebatamiento). Pero la Palabra claramente nos enseña que el propósito de Dios para salvarnos, también fue para que le sirviéramos, y no solo en la Iglesia o en el Ministerios, sino para que le sirviéramos en todos los momentos, actividad y lugares de nuestra vida (familia, trabajo, iglesia, comunidad, etc., Col 3:22-24).
De hecho, si vamos al origen del ser humano, en Gen 2:15 encontramos que el propósito de Dios para el hombre fue que cuidara y labrara el huerto que el Señor había creado para El, que compartiera el cuidado de Su obra creativa y la desarrollara. Y nada de lo que ha pasado desde ese momento (la caída, la salvación, la redención) ha cambiado ese propósito de Dios. De esa cuenta, toda situación que enfrentemos en nuestra vida, en cualquier lugar donde estemos, es, en principio, una oportunidad de servirle a El, de mostrarles Su amor y Su carácter a otros, de cuidar y desarrollar Su creación.
Éxo 3:12. “Y él respondió: Vé, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.”
Servicio por amor.
El servicio no es una obligación (ley) sino una respuesta de amor a lo que El ha hecho por nosotros, una respuesta de la nueva naturaleza que El ha puesto en nosotros (2 Ped 1:4). Así como el pescado no puede hacer otra cosa que nadar porque ello es parte de su esencia, de su naturaleza, y como el pecador, por la misma razón, no puede dejar de pecar, así el creyente nacido de nuevo no puede hacer otra cosa sino servir, porque ello es parte intrínseca, esencial, de su naturaleza. Recordemos que la Palabra de Dios nos enseña que fuimos renacidos de la simiente incorruptible de Dios (el ADN de Dios, 1 Ped 1:23), y la naturaleza de Dios es amor (1 Jn 4:8), y por amor, Jesús dio su vida por nosotros, nos sirvió (se hizo no solamente hombre, sino siervo) (Fil 2:5-8, Mat 20:28).
Por ello, implícito en el servicio, como parte de su esencia, y más aún, como su fundamento más importante, está el amor (1 Cor 13:1-3). Por ello el servicio verdadero necesita ser un servicio por amor, un servicio que no busca algo a cambio (reconocimiento, bendición, privilegios, autoridad, poder, etc.). Cuando el servicio es hecho por amor, deja de ser obligación y se convierte en un gozo, pero cuando se convierte en una obligación pierde su gozo y pierde su esencia.
Voluntario.
En consecuencia, nuestro servicio, para ser agradable a El, necesita ser un servicio voluntario (Sol 3:9, 1 Cro 28:9), de corazón, en primer lugar, a El, y por El, a Sis hijos y al prójimo. Cualquier otro motivo en el corazón para servir, es equivocado, y cualquier servicio que no sea voluntario, es una actitud incorrecta, porque deja de ser servicio (amor, gracia, misericordia, gozo) para convertirse en obligación (ley).
Privilegio y honor.
El que el Señor nos hubiera escogido para servirle es un privilegio, un honor. Dios es Todopoderoso, Omnipresente, Omnisciente. Ello implica que El todo lo sabe, está en todo lugar y lo puede todo. En otras palabras, no nos necesita. Sin embargo, por amor a nosotros, ha decidido hacer Su obra en el mundo a través de nosotros (aunque ello no implica la exclusividad). El Dios perfecto ha decidido hacer Su obra perfecta en medio de Su creación, a través de seres imperfectos (Fil 1:6), y más aún, a través de personas que en el pasado reciente, éramos sus enemigos (Rom 5:10), lo despreciamos o menospreciamos a través de nuestro estilo de vida pecaminosa, lastimamos su corazón con nuestro estilo de vida decadente, inmoral, etc. (1 Cor 1:27-31).
Responsabilidad.
Ahora bien, como todo privilegio u honor, implica una responsabilidad (no una obligación, porque la obligación es impuesta, en tanto que la responsabilidad es asumida libremente). Implica la responsabilidad de hacerlo bien y cada día mejor para El, no para ser reconocidos de las personas, sino para El (Col 3:22-24), para Su gozo, para Su deleite, para Su gloria, para que El sea reconocido por nuestras buenas obras (Mat 5:16).
Respaldo.
Y todo ello podemos hacerlo porque El nos da fuerzas, siempre nos ayudará y siempre nos sostendrá y fortalecerá para lograrlo. No solo tendremos Su respaldo, sino también Su aprobación (2 Tim 2:15). Como Pablo instruye a Timoteo, no solo se trata de hacer algo para Dios (obrero), sino de hacerlo de acuerdo a Su voluntad (aprobación). En el servicio podemos ser respaldados, ver frutos, a pesar de nuestras actitudes equivocadas y contrarias a la voluntad de Dios, pero ello no implica que Dios apruebe nuestro servicio. Lo que significa es que El, por misericordia, aunque sea en medio de nuestras imperfecciones, equivocaciones y malas actitudes, está obrando en beneficio de las otras personas, en respaldo a Su Palabra y a los dones que El ha puesto en nosotros, pero sin aprobarnos. Ello implica que el carácter es más importante que los dones (recordemos, Dios no nos necesita aunque ha decidido obrar a través de nosotros, Mat 7:21).
Porque El nos da las fuerzas, nos ayuda y nos sostiene, entonces es posible servir y no desmayar.
Estilo de vida.
Todo lo anterior implica que el servicio, como parte intrínseca de su nueva naturaleza, es para el creyente, no una actividad esporádica, eventual, exclusivamente de iglesia, sino parte de un estilo de vida que se manifiesta en todas las áreas, actividades y momentos.
Recapitulando
Para nosotros, los creyentes, el servicio:
No es una opción, es parte esencial del propósito de Dios para nuestras vidas.
No es una obligación (ley, impuesta) sino una respuesta de amor a lo que El ha hecho por nosotros, una respuesta de la nueva naturaleza que El nos ha dado y ha puesto en nosotros
Es una respuesta voluntaria, de amor, a El, a Su obra en nosotros.
Una responsabilidad (no obligación impuesta) voluntariamente asumida de hacerlo bien y cada día mejor para El
En suma, el servicio es una parte fundamental del estilo de vida del creyente, de tal manera que toda situación que enfrentemos en nuestra vida, en cualquier lugar donde estemos, es, en principio, una oportunidad de servirle a El, de mostrarles Su amor y Su carácter a otros, de cuidar y desarrollar Su creación. Para ello, El nos proporciona las fuerzas necesarias para desarrollarlo, siempre nos ayudará, sostendrá y fortalecerá para lograrlo, para que no desmayemos en ningún momento. Y obviamente, si vivimos bajo Su voluntad, sirviendo, las bendiciones de El nos alcanzarán (Mat 6:33, Deut 28:1-14).
En este pasaje encontramos varios puntos fundamentales relacionados con el servicio.
Salvación y servicio.
El Señor nos tomó y nos llamó para que fuéramos Sus siervos, para que le sirviéramos. ALa salvación es la puerta, pero, entre otros, el propósito de Dios para salvarnos fue para que le sirviéramos. Eso implica que el servicio no es una opción, es Su propósito para nosotros, y como tal, necesitamos seguirlo.
El propósito del Señor para escogernos –salvarnos- fue, entre otras cosas, para que le sirviéramos. Este es un punto muy importante de considerar. Muchos piensan que el propósito de Dios para salvarnos es solamente que podamos accesar a sus bendiciones y a la vida eterna, y mientras tanto, la vida cristiana se trata de ser bendecido y esperar el tiempo en que nos presentemos delante de El (la muerte física o el arrebatamiento). Pero la Palabra claramente nos enseña que el propósito de Dios para salvarnos, también fue para que le sirviéramos, y no solo en la Iglesia o en el Ministerios, sino para que le sirviéramos en todos los momentos, actividad y lugares de nuestra vida (familia, trabajo, iglesia, comunidad, etc., Col 3:22-24).
De hecho, si vamos al origen del ser humano, en Gen 2:15 encontramos que el propósito de Dios para el hombre fue que cuidara y labrara el huerto que el Señor había creado para El, que compartiera el cuidado de Su obra creativa y la desarrollara. Y nada de lo que ha pasado desde ese momento (la caída, la salvación, la redención) ha cambiado ese propósito de Dios. De esa cuenta, toda situación que enfrentemos en nuestra vida, en cualquier lugar donde estemos, es, en principio, una oportunidad de servirle a El, de mostrarles Su amor y Su carácter a otros, de cuidar y desarrollar Su creación.
Éxo 3:12. “Y él respondió: Vé, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.”
Servicio por amor.
El servicio no es una obligación (ley) sino una respuesta de amor a lo que El ha hecho por nosotros, una respuesta de la nueva naturaleza que El ha puesto en nosotros (2 Ped 1:4). Así como el pescado no puede hacer otra cosa que nadar porque ello es parte de su esencia, de su naturaleza, y como el pecador, por la misma razón, no puede dejar de pecar, así el creyente nacido de nuevo no puede hacer otra cosa sino servir, porque ello es parte intrínseca, esencial, de su naturaleza. Recordemos que la Palabra de Dios nos enseña que fuimos renacidos de la simiente incorruptible de Dios (el ADN de Dios, 1 Ped 1:23), y la naturaleza de Dios es amor (1 Jn 4:8), y por amor, Jesús dio su vida por nosotros, nos sirvió (se hizo no solamente hombre, sino siervo) (Fil 2:5-8, Mat 20:28).
Por ello, implícito en el servicio, como parte de su esencia, y más aún, como su fundamento más importante, está el amor (1 Cor 13:1-3). Por ello el servicio verdadero necesita ser un servicio por amor, un servicio que no busca algo a cambio (reconocimiento, bendición, privilegios, autoridad, poder, etc.). Cuando el servicio es hecho por amor, deja de ser obligación y se convierte en un gozo, pero cuando se convierte en una obligación pierde su gozo y pierde su esencia.
Voluntario.
En consecuencia, nuestro servicio, para ser agradable a El, necesita ser un servicio voluntario (Sol 3:9, 1 Cro 28:9), de corazón, en primer lugar, a El, y por El, a Sis hijos y al prójimo. Cualquier otro motivo en el corazón para servir, es equivocado, y cualquier servicio que no sea voluntario, es una actitud incorrecta, porque deja de ser servicio (amor, gracia, misericordia, gozo) para convertirse en obligación (ley).
Privilegio y honor.
El que el Señor nos hubiera escogido para servirle es un privilegio, un honor. Dios es Todopoderoso, Omnipresente, Omnisciente. Ello implica que El todo lo sabe, está en todo lugar y lo puede todo. En otras palabras, no nos necesita. Sin embargo, por amor a nosotros, ha decidido hacer Su obra en el mundo a través de nosotros (aunque ello no implica la exclusividad). El Dios perfecto ha decidido hacer Su obra perfecta en medio de Su creación, a través de seres imperfectos (Fil 1:6), y más aún, a través de personas que en el pasado reciente, éramos sus enemigos (Rom 5:10), lo despreciamos o menospreciamos a través de nuestro estilo de vida pecaminosa, lastimamos su corazón con nuestro estilo de vida decadente, inmoral, etc. (1 Cor 1:27-31).
Responsabilidad.
Ahora bien, como todo privilegio u honor, implica una responsabilidad (no una obligación, porque la obligación es impuesta, en tanto que la responsabilidad es asumida libremente). Implica la responsabilidad de hacerlo bien y cada día mejor para El, no para ser reconocidos de las personas, sino para El (Col 3:22-24), para Su gozo, para Su deleite, para Su gloria, para que El sea reconocido por nuestras buenas obras (Mat 5:16).
Respaldo.
Y todo ello podemos hacerlo porque El nos da fuerzas, siempre nos ayudará y siempre nos sostendrá y fortalecerá para lograrlo. No solo tendremos Su respaldo, sino también Su aprobación (2 Tim 2:15). Como Pablo instruye a Timoteo, no solo se trata de hacer algo para Dios (obrero), sino de hacerlo de acuerdo a Su voluntad (aprobación). En el servicio podemos ser respaldados, ver frutos, a pesar de nuestras actitudes equivocadas y contrarias a la voluntad de Dios, pero ello no implica que Dios apruebe nuestro servicio. Lo que significa es que El, por misericordia, aunque sea en medio de nuestras imperfecciones, equivocaciones y malas actitudes, está obrando en beneficio de las otras personas, en respaldo a Su Palabra y a los dones que El ha puesto en nosotros, pero sin aprobarnos. Ello implica que el carácter es más importante que los dones (recordemos, Dios no nos necesita aunque ha decidido obrar a través de nosotros, Mat 7:21).
Porque El nos da las fuerzas, nos ayuda y nos sostiene, entonces es posible servir y no desmayar.
Estilo de vida.
Todo lo anterior implica que el servicio, como parte intrínseca de su nueva naturaleza, es para el creyente, no una actividad esporádica, eventual, exclusivamente de iglesia, sino parte de un estilo de vida que se manifiesta en todas las áreas, actividades y momentos.
Recapitulando
Para nosotros, los creyentes, el servicio:
No es una opción, es parte esencial del propósito de Dios para nuestras vidas.
No es una obligación (ley, impuesta) sino una respuesta de amor a lo que El ha hecho por nosotros, una respuesta de la nueva naturaleza que El nos ha dado y ha puesto en nosotros
Es una respuesta voluntaria, de amor, a El, a Su obra en nosotros.
Una responsabilidad (no obligación impuesta) voluntariamente asumida de hacerlo bien y cada día mejor para El
En suma, el servicio es una parte fundamental del estilo de vida del creyente, de tal manera que toda situación que enfrentemos en nuestra vida, en cualquier lugar donde estemos, es, en principio, una oportunidad de servirle a El, de mostrarles Su amor y Su carácter a otros, de cuidar y desarrollar Su creación. Para ello, El nos proporciona las fuerzas necesarias para desarrollarlo, siempre nos ayudará, sostendrá y fortalecerá para lograrlo, para que no desmayemos en ningún momento. Y obviamente, si vivimos bajo Su voluntad, sirviendo, las bendiciones de El nos alcanzarán (Mat 6:33, Deut 28:1-14).
26
Mar
2016