Servicio, caracterización 04 (apuntes).
Jos 24:14.
La vida cristiana y el servicio forman prácticamente una unidad.
Servir es hacer algo en favor de otro sin que ello implique un beneficio directo a nuestro favor; es suplir una necesidad o cumplir una instrucción que facilite la labor de otro.
El servicio, aunque es un acto de obediencia, es resultado del amor y del agradelcimiento.
No puede haber vida cristiana plena sin servicio, y no puede haber servicio sin experimentar más altos niveles de plenitud y satisfacción.
El servicio es resultado del desarrollo de nuestra nueva naturaleza que recibimos de Dios en la salvación: el niño (egoísta), el adolescente (comienza a fijarse en las necesidades de los otros), el adulto (vive para satisfacer las necesidades de otros).
El servicio es un vehículo de madurez, crecimiento y bendición para nuestras vidas.
Si el temor del Señor está en nosotros, y comprendemos cabalmente el privilegio, la voluntariedad y la responsabilidad del servicio, entonces lo vamos a servir con integridad y verdad. Y la integridad y la verdad implicarán no solo un involucramiento, compromiso, responsabilidad e integridad personal, sino también de toda nuestra familia (por nuestro ejemplo y testimonio van a ser dirigidos hacia el servicio, Isa 59:21).
Si el temor del Señor está en nosotros, no va a haber lugar para que interfieran en nuestro servicio otros “dioses” (o espíritus o controladores) tales como:
La comodidad y la conveniencia.
Los sentimientos.
La irresponsabilidad o la responsabilidad a medias.
Otros compromisos no esenciales.
Todo aquello que nos quiera estorbar para un servicio agradable a Dios.
Siempre servimos a alguien o a algo, y ello no es sin consecuencias.
Jos 24:15. “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”
Mat 6:24. “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Riquezas: al mundo, y todo lo que hay en el mundo es enemigo de Dios; 1 Jn 2:15-17).
Luc 16:13. “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”
La vida cristiana y el servicio forman prácticamente una unidad.
Servir es hacer algo en favor de otro sin que ello implique un beneficio directo a nuestro favor; es suplir una necesidad o cumplir una instrucción que facilite la labor de otro.
El servicio, aunque es un acto de obediencia, es resultado del amor y del agradelcimiento.
No puede haber vida cristiana plena sin servicio, y no puede haber servicio sin experimentar más altos niveles de plenitud y satisfacción.
El servicio es resultado del desarrollo de nuestra nueva naturaleza que recibimos de Dios en la salvación: el niño (egoísta), el adolescente (comienza a fijarse en las necesidades de los otros), el adulto (vive para satisfacer las necesidades de otros).
El servicio es un vehículo de madurez, crecimiento y bendición para nuestras vidas.
Si el temor del Señor está en nosotros, y comprendemos cabalmente el privilegio, la voluntariedad y la responsabilidad del servicio, entonces lo vamos a servir con integridad y verdad. Y la integridad y la verdad implicarán no solo un involucramiento, compromiso, responsabilidad e integridad personal, sino también de toda nuestra familia (por nuestro ejemplo y testimonio van a ser dirigidos hacia el servicio, Isa 59:21).
Si el temor del Señor está en nosotros, no va a haber lugar para que interfieran en nuestro servicio otros “dioses” (o espíritus o controladores) tales como:
La comodidad y la conveniencia.
Los sentimientos.
La irresponsabilidad o la responsabilidad a medias.
Otros compromisos no esenciales.
Todo aquello que nos quiera estorbar para un servicio agradable a Dios.
Siempre servimos a alguien o a algo, y ello no es sin consecuencias.
Jos 24:15. “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”
Mat 6:24. “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Riquezas: al mundo, y todo lo que hay en el mundo es enemigo de Dios; 1 Jn 2:15-17).
Luc 16:13. “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”
26
Mar
2016