Servicio, conclusiones (apuntes).
Conclusiones acerca del servicio.
No es una opción, es parte esencial del propósito de Dios para nuestras vidas.
No es una obligación (ley, impuesta) sino una respuesta voluntaria de amor (con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma) a Su obra en nosotros.
Es una respuesta de la nueva naturaleza que El nos ha dado y ha puesto en nosotros.
Una responsabilidad voluntariamente asumida de hacerlo bien y cada día mejor para El
Es una parte fundamental del estilo de vida del creyente, de tal manera que toda situación que enfrentemos en nuestra vida, en cualquier lugar donde estemos, es, en principio, una oportunidad de servirle a El, de mostrarles Su amor y Su carácter a otros, de cuidar y desarrollar Su creación.
Necesita ser hecho de acuerdo a la voluntad de Dios: con temor de Dios, con reverencia y respeto, en obediencia a Dios y sus autoridades delegadas, en santidad.
Implica un alto aprecio por el privilegio, honor y responsabilidad que Dios nos ha concedido de servirle a El, al prójimo y a Su obra, lo que deriva en gozo, dedicación, esfuerzo, efectividad, eficiencia y capacidad.
Necesita ser hecho de acuerdo al llamado que Dios nos ha hecho y a los dones que El nos ha impartido.
Necesita ser hecho en sujeción y obediencia a la autoridad delegada de Dios: el servicio a Dios siempre (salvo muy raras excepciones), siempre pasa por el servicio a una autoridad delegada por Dios, aunque sea no creyente. Esa autoridad va a ser el instrumento de Dios para formarnos, perfeccionarnos, pulirnos, etc.
Si el temor del Señor está en nosotros, no va a haber lugar para que interfieran en nuestro servicio otros “dioses” (o espíritus o controladores) tales como: la comodidad, la conveniencia, los sentimientos, la irresponsabilidad o la responsabilidad a medias, otros compromisos no esenciales, en fin, todo aquello que nos quiera estorbar para un servicio agradable a Dios.
Entonces, nuestro servicio va a ser prosperado, y no solo nuestro servicio, sino toda nuestra vida (3 Jn 2, Sal 1.1-3, Jos 1:8).
No es una opción, es parte esencial del propósito de Dios para nuestras vidas.
No es una obligación (ley, impuesta) sino una respuesta voluntaria de amor (con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma) a Su obra en nosotros.
Es una respuesta de la nueva naturaleza que El nos ha dado y ha puesto en nosotros.
Una responsabilidad voluntariamente asumida de hacerlo bien y cada día mejor para El
Es una parte fundamental del estilo de vida del creyente, de tal manera que toda situación que enfrentemos en nuestra vida, en cualquier lugar donde estemos, es, en principio, una oportunidad de servirle a El, de mostrarles Su amor y Su carácter a otros, de cuidar y desarrollar Su creación.
Necesita ser hecho de acuerdo a la voluntad de Dios: con temor de Dios, con reverencia y respeto, en obediencia a Dios y sus autoridades delegadas, en santidad.
Implica un alto aprecio por el privilegio, honor y responsabilidad que Dios nos ha concedido de servirle a El, al prójimo y a Su obra, lo que deriva en gozo, dedicación, esfuerzo, efectividad, eficiencia y capacidad.
Necesita ser hecho de acuerdo al llamado que Dios nos ha hecho y a los dones que El nos ha impartido.
Necesita ser hecho en sujeción y obediencia a la autoridad delegada de Dios: el servicio a Dios siempre (salvo muy raras excepciones), siempre pasa por el servicio a una autoridad delegada por Dios, aunque sea no creyente. Esa autoridad va a ser el instrumento de Dios para formarnos, perfeccionarnos, pulirnos, etc.
Si el temor del Señor está en nosotros, no va a haber lugar para que interfieran en nuestro servicio otros “dioses” (o espíritus o controladores) tales como: la comodidad, la conveniencia, los sentimientos, la irresponsabilidad o la responsabilidad a medias, otros compromisos no esenciales, en fin, todo aquello que nos quiera estorbar para un servicio agradable a Dios.
Entonces, nuestro servicio va a ser prosperado, y no solo nuestro servicio, sino toda nuestra vida (3 Jn 2, Sal 1.1-3, Jos 1:8).
26
Mar
2016