Rompiendo paradigmas sobre la Iglesia.
ROMPIENDO PARADIGMAS SOBRE EL FUNCIONAMIENTO ECLESIASTICO.
Definición e importancia de los “paradigmas”.
Un modelo, marco de referencia o mapa para ver, entender y explicar determinados aspectos de la realidad, que aceptamos, no cuestionamos y en base a los cuales tomamos decisiones para enfrentar las circunstancias que nos rodean. Formas de pensamientos acerca de los sucesos que nos rodean, las experiencias que vivimos, las relaciones con las personas y las estructuras en las que nos desenvolvemos.
Como creyentes, muchos de nuestros paradigmas que utilizamos para vivir la vida cristiana fueron formados en nuestra mente e interiorizados, antes de conocer a Cristo, por lo tanto, están influidos grandemente por el mundo.
Al respecto de ellos, la Palabra de Dios nos dice que debemos cambiarlos, que debemos cambiar toda la manera de pensar que heredamos del mundo y sustituirla por la manera de pensar de Dios, por la Palabra de Dios:
Mat 9:16-17: “Nadie pone remiendo de paño nuevo (la nueva vida, manera de pensar y de ser que Cristo tiene para nosotros) en vestido viejo (la vieja manera de pensar y de ser); porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.”
Rom 12:2: “No os conforméis a este siglo (la forma de pensar de este mundo), sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento (con, por y de acuerdo a la Palabra de Dios), para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Paradigmas e iglesia.
La forma como hacemos y vivimos la iglesia se relaciona directamente con cómo pensamos acerca de la iglesia y ello está decididamente influido, más por nuestras experiencias del pasado (la iglesia, un edificio; un sacerdote y todos los demás oyentes; separación entre “eclesiástico, ministerial” –unos pocos—y lo “secular”, --la mayoría--; vida eclesiástica separada de la vida consuetudinaria, diaria, etc.) antes de conocer a Cristo, que por el modelo bíblico enseñado en la Palabra de Dios.
La manera de concebir la iglesia va a determinar nuestra eficiencia como tal. Un modelo mundano, va a determinar bajos resultados; un modelo bíblico, va a determinar los mejores resultados.
La iglesia fue concebida por Cristo para continuar su obra en el mundo de establecer el reino de Dios en la tierra (influir en la buena transformación del mundo) y preparar a las personas para la vida eterna:
Mat 13:33: “Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.
Mat 5:13-16: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.
Sin embargo, si vemos hoy las estadísticas que reflejan la realidad de este mundo vamos a encontrar que la desintegración familiar, la inmoralidad sexual, la falta de valores, la sobreabundancia del pecado, están rampantes y en crecimiento, mientras que la iglesia, con todo el poder del cielo obrando a su favor (Mat 28:18-20, Efe 6:12-18, etc.), y a pesar de todo el crecimiento numérico que ha experimentado en los últimos años, no está cumpliendo la función para la cual fue asignada de transformar este mundo para Dios. Ello es un indicador de que algo está mal, y en primer lugar, el mal no está en el cielo, sino aquí en la tierra. El problema no es Dios, somos nosotros, y todo apunta a que lo que está mal es nuestro modelo de ser y hacer iglesia, como lo vamos a evidenciar un poco más adelante.
La ley de la siembra y la cosecha.
Gal 6:7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”
Por esta ley entendemos entonces, que si seguimos sembrando el mismo modelo de iglesia, vamos a cosechar los mismos resultados: un mundo en el que el pecado sigue avanzando, creyentes que siguen aumentando pero cuyas vidas están, el domingo en la iglesia, y el resto de la semana en el mundo viviendo bajo dos juegos de principios diferentes, como si Dios solo tuviera que ver con la iglesia y no con la vida cotidiana, y por lo tanto, ésta última, sin cambios: viviendo como santos en la iglesia los domingos, y como pecadores de lunes a sábado en el resto de actividades que realizamos.
Cambios de tiempos y paradigmas.
Hch 3:19-21: “Así que, arrepentíos y convertíos (de vuestra manera de pensar antigua), para que sean borrados vuestros pecados (viejos patrones de conducta derivados de las viejas formas de pensar); para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio (nuevos tiempos), y él envíe a Jesucristo (en su segunda venida), que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas (incluida la forma de ser y hacer iglesia y la iglesia misma), de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.”
Joel 2:23-29: “Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado. Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.”
La palabra de Dios nos enseña claramente que antes de la Segunda Venida de Cristo, debe haber una restauración de todas las cosas, y todas las cosas incluye la iglesia, la forma de ser y hacer iglesia. Y ello, para dar paso a los mejores tiempos de la iglesia (la lluvia temprana y la lluvia tardía, los tiempos de refrigerio y el derramamiento nunca antes visto del Espíritu Santo).
Pero para ello, debemos estar dispuestos a hacer cambios. La restauración de todas las cosas, incluida la iglesia, debe ser hecha por la iglesia misma como el Cuerpo de Cristo, el organismo operativo y ejecutor de los designios de Dios sobre la tierra.
Tratándose de las cosas sobre la tierra, y en cumplimiento de las leyes bajo las cuales fueron puestas todas las cosas, entre ellas la ley de la siembra y la cosecha, todos los avances significativos en el campo de la ciencia son, en primer lugar, un rompimiento con las formas antiguas y tradicionales de pensar. Los grandes adelantos en la práctica y los avances revolucionarios en la tecnología requieren mapas nuevos, modelos nuevos, nuevas maneras de pensar y de ver el mundo. Es decir, nuevos resultados esperados, demandan nuevas formas de hacer las cosas. Por el contrario, si seguimos pensando y haciendo las cosas de la misma manera, solo vamos a cosechar los mismos resultados que estamos teniendo ahora.
Por lo tanto, necesitamos cambiar los paradigmas o formas de pensar bajo las cuales hemos estado siendo y haciendo iglesia.
La fuente de los nuevos paradigmas acerca de la iglesia.
Los nuevos paradigmas son solo nuevos en nuestra forma de pensar y actuar, porque el modelo de la iglesia determinado por Dios existe desde hace 2000 años, y es este modelo mejorado (con todos los conocimientos y tecnología de que disponemos hoy y de la cual no disponía la iglesia primitiva) el que nos va a permitir obtener mayores resultados y más gloriosos que los que obtuvo la iglesia primitiva en cumplimiento a los resultados que debemos esperar según la Palabra de Dios.
Ecle 1:9: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.”
Jer 6:16: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”
Isa 40:8: “Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro (sus principios) permanece para siempre.”
Necesitamos retornar a los principios que Dios estableció en Su Palabra respecto a ser y hacer iglesia, para tener los resultados que El espera de nosotros, Su Iglesia:
Prov 4:18: “Mas la senda de los justos (por supuesto, también la de la suma de los justos, la iglesia) es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.
Hag 2:9: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.”
Jn 14:12: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago (salvación, sanidades, milagros, liberaciones, transformaciones), él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.
Definición e importancia de los “paradigmas”.
Un modelo, marco de referencia o mapa para ver, entender y explicar determinados aspectos de la realidad, que aceptamos, no cuestionamos y en base a los cuales tomamos decisiones para enfrentar las circunstancias que nos rodean. Formas de pensamientos acerca de los sucesos que nos rodean, las experiencias que vivimos, las relaciones con las personas y las estructuras en las que nos desenvolvemos.
Como creyentes, muchos de nuestros paradigmas que utilizamos para vivir la vida cristiana fueron formados en nuestra mente e interiorizados, antes de conocer a Cristo, por lo tanto, están influidos grandemente por el mundo.
Al respecto de ellos, la Palabra de Dios nos dice que debemos cambiarlos, que debemos cambiar toda la manera de pensar que heredamos del mundo y sustituirla por la manera de pensar de Dios, por la Palabra de Dios:
Mat 9:16-17: “Nadie pone remiendo de paño nuevo (la nueva vida, manera de pensar y de ser que Cristo tiene para nosotros) en vestido viejo (la vieja manera de pensar y de ser); porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.”
Rom 12:2: “No os conforméis a este siglo (la forma de pensar de este mundo), sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento (con, por y de acuerdo a la Palabra de Dios), para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Paradigmas e iglesia.
La forma como hacemos y vivimos la iglesia se relaciona directamente con cómo pensamos acerca de la iglesia y ello está decididamente influido, más por nuestras experiencias del pasado (la iglesia, un edificio; un sacerdote y todos los demás oyentes; separación entre “eclesiástico, ministerial” –unos pocos—y lo “secular”, --la mayoría--; vida eclesiástica separada de la vida consuetudinaria, diaria, etc.) antes de conocer a Cristo, que por el modelo bíblico enseñado en la Palabra de Dios.
La manera de concebir la iglesia va a determinar nuestra eficiencia como tal. Un modelo mundano, va a determinar bajos resultados; un modelo bíblico, va a determinar los mejores resultados.
La iglesia fue concebida por Cristo para continuar su obra en el mundo de establecer el reino de Dios en la tierra (influir en la buena transformación del mundo) y preparar a las personas para la vida eterna:
Mat 13:33: “Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.
Mat 5:13-16: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.
Sin embargo, si vemos hoy las estadísticas que reflejan la realidad de este mundo vamos a encontrar que la desintegración familiar, la inmoralidad sexual, la falta de valores, la sobreabundancia del pecado, están rampantes y en crecimiento, mientras que la iglesia, con todo el poder del cielo obrando a su favor (Mat 28:18-20, Efe 6:12-18, etc.), y a pesar de todo el crecimiento numérico que ha experimentado en los últimos años, no está cumpliendo la función para la cual fue asignada de transformar este mundo para Dios. Ello es un indicador de que algo está mal, y en primer lugar, el mal no está en el cielo, sino aquí en la tierra. El problema no es Dios, somos nosotros, y todo apunta a que lo que está mal es nuestro modelo de ser y hacer iglesia, como lo vamos a evidenciar un poco más adelante.
La ley de la siembra y la cosecha.
Gal 6:7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”
Por esta ley entendemos entonces, que si seguimos sembrando el mismo modelo de iglesia, vamos a cosechar los mismos resultados: un mundo en el que el pecado sigue avanzando, creyentes que siguen aumentando pero cuyas vidas están, el domingo en la iglesia, y el resto de la semana en el mundo viviendo bajo dos juegos de principios diferentes, como si Dios solo tuviera que ver con la iglesia y no con la vida cotidiana, y por lo tanto, ésta última, sin cambios: viviendo como santos en la iglesia los domingos, y como pecadores de lunes a sábado en el resto de actividades que realizamos.
Cambios de tiempos y paradigmas.
Hch 3:19-21: “Así que, arrepentíos y convertíos (de vuestra manera de pensar antigua), para que sean borrados vuestros pecados (viejos patrones de conducta derivados de las viejas formas de pensar); para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio (nuevos tiempos), y él envíe a Jesucristo (en su segunda venida), que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas (incluida la forma de ser y hacer iglesia y la iglesia misma), de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.”
Joel 2:23-29: “Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado. Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.”
La palabra de Dios nos enseña claramente que antes de la Segunda Venida de Cristo, debe haber una restauración de todas las cosas, y todas las cosas incluye la iglesia, la forma de ser y hacer iglesia. Y ello, para dar paso a los mejores tiempos de la iglesia (la lluvia temprana y la lluvia tardía, los tiempos de refrigerio y el derramamiento nunca antes visto del Espíritu Santo).
Pero para ello, debemos estar dispuestos a hacer cambios. La restauración de todas las cosas, incluida la iglesia, debe ser hecha por la iglesia misma como el Cuerpo de Cristo, el organismo operativo y ejecutor de los designios de Dios sobre la tierra.
Tratándose de las cosas sobre la tierra, y en cumplimiento de las leyes bajo las cuales fueron puestas todas las cosas, entre ellas la ley de la siembra y la cosecha, todos los avances significativos en el campo de la ciencia son, en primer lugar, un rompimiento con las formas antiguas y tradicionales de pensar. Los grandes adelantos en la práctica y los avances revolucionarios en la tecnología requieren mapas nuevos, modelos nuevos, nuevas maneras de pensar y de ver el mundo. Es decir, nuevos resultados esperados, demandan nuevas formas de hacer las cosas. Por el contrario, si seguimos pensando y haciendo las cosas de la misma manera, solo vamos a cosechar los mismos resultados que estamos teniendo ahora.
Por lo tanto, necesitamos cambiar los paradigmas o formas de pensar bajo las cuales hemos estado siendo y haciendo iglesia.
La fuente de los nuevos paradigmas acerca de la iglesia.
Los nuevos paradigmas son solo nuevos en nuestra forma de pensar y actuar, porque el modelo de la iglesia determinado por Dios existe desde hace 2000 años, y es este modelo mejorado (con todos los conocimientos y tecnología de que disponemos hoy y de la cual no disponía la iglesia primitiva) el que nos va a permitir obtener mayores resultados y más gloriosos que los que obtuvo la iglesia primitiva en cumplimiento a los resultados que debemos esperar según la Palabra de Dios.
Ecle 1:9: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.”
Jer 6:16: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”
Isa 40:8: “Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro (sus principios) permanece para siempre.”
Necesitamos retornar a los principios que Dios estableció en Su Palabra respecto a ser y hacer iglesia, para tener los resultados que El espera de nosotros, Su Iglesia:
Prov 4:18: “Mas la senda de los justos (por supuesto, también la de la suma de los justos, la iglesia) es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.
Hag 2:9: “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.”
Jn 14:12: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago (salvación, sanidades, milagros, liberaciones, transformaciones), él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.
01
Abr
2016