Una perspectiva del divorcio desde la Biblia.
El divorcio (Mat_5:31-32)(Mat_19:10-12)(Deu_24:1-4).
Sería un error dar por terminado el tema de Mat_5:31-32 sin hacer un esfuerzo para ver lo que quiere decir para la cuestión del divorcio en nuestros días.
El contexto de la enseñanza de Jesús respecto al divorcio.
El contexto de la Palabra (Deu_24:1-4).
• La ley permitía el divorcio, no como un mandamiento sino como una concesión.
• El divorcio implicaba dos situaciones que debían darse simultáneamente: el repudio y la carta de divorcio.
• La carta de divorcio implicaba que las personas divorciadas regresaban al estado de soltería y por lo tanto, podían volver a casarse con otra persona.
• Delante del Señor el matrimonio no implicaba ninguna ceremonia (formalidad), sino la decisión de hacer una vida juntos, pero el deshacer ello si requería de una formalidad:
• Que fuera una situación que se considerara seriamente porque era irreversible.
• Que hubiera de por medio alguna cosa indecente (no inmoralidad sexual porque ella era castigada con el apedreamiento).
• Que hubiera de por medio una carta de divorcio.
• La carta de divorcio debía ser presentada delante de los ancianos de la ciudad o aldea y éstos debían de aceptar la motivación y la carta (abría la posibilidad de un proceso de consejería previo al divorcio).
Sin embargo, en el tiempo de Jesús, este pasaje era mal interpretado y practicado:
• Se tomaba a la ligera el vínculo matrimonial (la mujer era considerada una cosa, un objeto, no una persona).
• Se tomaba a la ligera el repudio (por casi cualquier causa).
• Solo el hombre podía repudiar a la mujer (la mujer no al hombre).
• Solo se repudiaba a la mujer pero no se le daba carta de divorcio.
• Por lo tanto tenía que seguir dependiente económicamente de su marido.
• Si al marido no le iba bien en otra relación, podía regresar con la esposa y ella tenía prácticamente la obligación de recibirlo.
• Si el divorcio no era porque la mujer fuera una pecadora notoria, el hombre tenía que devolver la dote).
• El hombre podía tener otra mujer, pero la mujer no podía volver a casarse (cometía adulterio al no estar divorciada, y el adulterio era solo por el lado de la mujer).
• Cuando había divorcio de por medio era excesivamente fácil: una nota con una declaración bien simple.
La enseñanza de Jesús.
Lo que Jesús estableció fue un principio, no una ley.
Los principios son para que los apliquemos con oración e inteligencia en cualquier situación dada.
Un principio no se puede convertir en una ley inflexible; se tiene que aplicar a cada situación individual.
Por lo tanto, no podemos pretender resolver la situación del divorcio simplemente citando las palabras de Jesús (eso sería legalismo)
Necesitamos tomar las palabras de Jesús como un principio a aplicar en los casos individuales que se nos presentan.
El ideal:
• Que el matrimonio sea una unión indisoluble entre dos personas.
• Que se debe entrar en él como una unión total de dos personas.
• No diseñado para hacer posible un acto solamente, sino para hacer posible un compartir toda la vida de manera mutuamente satisfactoria.
Pero la vida (incluído el matrimonio) no es, ni nunca podrá ser, un asunto completamente nítido y ordenado por la cuestión del pecado.
En la vida no podemos evitar que a veces se presente el elemento de lo impredecible.
En tales casos no hay que olvidar tres principios fundamentales del matrimonio:
• Santificación y consagración.
• Comunicación.
• Amor (no egoísmo).
Hay que buscar toda la ayuda disponible para remediar esta situación.
Pero si después de todo ello el problema sigue estando allí:
• ¿En tal caso, estas dos personas han de estar para siempre encadenadas uno al otro en una situación que no puede sino implicar la infelicidad para los dos para toda la vida?
• Es muy difícil reconocer que tal razonamiento se pueda llamar cristiano.
• Es extremadamente difícil ver a Jesús condenando legalisticamente a dos personas a una situación tal.
Esto no quiere decir que se deba facilitar el divorcio, pero si que, cuando todos los recursos físicos, mentales y espirituales se han aplicado a la situación y esta permanece incurable y hasta peligrosa, hay que ponerle un límite.
• Primero separación (dar un tiempo para la reflexión, volver en sí y explorar la restauración del matrimonio)
• Si todo ello no funciona la consideración del divorcio como una posibilidad (no una obligación ni un mandamiento).
La iglesia, lejos de considerar a las personas implicadas en tal situación como algo fuera de su responsabilidad, debe hacer algo, todo lo posible con energía y ternura para ayudarlas con el verdadero espíritu de Cristo (amor, misericordia, gracia, perdón).
Todo este asunto requiere:
• Más simpatía y menos condenación.
• El fracaso de un matrimonio es el que menos se ha de plantear en términos legalistas, y más en términos de amor (Gal_6:1-2).
• En este caso, no es tanto la ley lo que hay que mantener (Jua_8:11 la mujer adultera)(la misericordia triunfa sobre el juicio, Stg_2:13) , sino el corazón y el alma de las personas (el principio fundamental de Cristo en el mandamiento del amor)(Pro_4:23).
• Si la situación es irremediable, debe plantearse, no con legalismo rígido, sino con amor comprensivo.
Causas bíblicas posibles de divorcio.
• Adulterio (Mat_5:32).
• Persona incrédula, hereje y/o apóstata (yugo desigual) (2Co_6:14)(1Co_7:15).
• Persona rencillosa (Pro_21:9, Pro_21:19, Pro_25:24).
• Persona iracunda, violenta (Pro_21:19 (Pro_31:11-12).
• Persona que no guarda el corazón de la pareja.
• Persona necia, apartada de razón (Pro_11:22).
• La constante negación del deber conyugal (1Co_7:5).
• Una mala administración de las finanzas y el hogar que ponga en riesgo constante el bienestar de la familia (Pro 31).
Sería un error dar por terminado el tema de Mat_5:31-32 sin hacer un esfuerzo para ver lo que quiere decir para la cuestión del divorcio en nuestros días.
El contexto de la enseñanza de Jesús respecto al divorcio.
El contexto de la Palabra (Deu_24:1-4).
• La ley permitía el divorcio, no como un mandamiento sino como una concesión.
• El divorcio implicaba dos situaciones que debían darse simultáneamente: el repudio y la carta de divorcio.
• La carta de divorcio implicaba que las personas divorciadas regresaban al estado de soltería y por lo tanto, podían volver a casarse con otra persona.
• Delante del Señor el matrimonio no implicaba ninguna ceremonia (formalidad), sino la decisión de hacer una vida juntos, pero el deshacer ello si requería de una formalidad:
• Que fuera una situación que se considerara seriamente porque era irreversible.
• Que hubiera de por medio alguna cosa indecente (no inmoralidad sexual porque ella era castigada con el apedreamiento).
• Que hubiera de por medio una carta de divorcio.
• La carta de divorcio debía ser presentada delante de los ancianos de la ciudad o aldea y éstos debían de aceptar la motivación y la carta (abría la posibilidad de un proceso de consejería previo al divorcio).
Sin embargo, en el tiempo de Jesús, este pasaje era mal interpretado y practicado:
• Se tomaba a la ligera el vínculo matrimonial (la mujer era considerada una cosa, un objeto, no una persona).
• Se tomaba a la ligera el repudio (por casi cualquier causa).
• Solo el hombre podía repudiar a la mujer (la mujer no al hombre).
• Solo se repudiaba a la mujer pero no se le daba carta de divorcio.
• Por lo tanto tenía que seguir dependiente económicamente de su marido.
• Si al marido no le iba bien en otra relación, podía regresar con la esposa y ella tenía prácticamente la obligación de recibirlo.
• Si el divorcio no era porque la mujer fuera una pecadora notoria, el hombre tenía que devolver la dote).
• El hombre podía tener otra mujer, pero la mujer no podía volver a casarse (cometía adulterio al no estar divorciada, y el adulterio era solo por el lado de la mujer).
• Cuando había divorcio de por medio era excesivamente fácil: una nota con una declaración bien simple.
La enseñanza de Jesús.
Lo que Jesús estableció fue un principio, no una ley.
Los principios son para que los apliquemos con oración e inteligencia en cualquier situación dada.
Un principio no se puede convertir en una ley inflexible; se tiene que aplicar a cada situación individual.
Por lo tanto, no podemos pretender resolver la situación del divorcio simplemente citando las palabras de Jesús (eso sería legalismo)
Necesitamos tomar las palabras de Jesús como un principio a aplicar en los casos individuales que se nos presentan.
El ideal:
• Que el matrimonio sea una unión indisoluble entre dos personas.
• Que se debe entrar en él como una unión total de dos personas.
• No diseñado para hacer posible un acto solamente, sino para hacer posible un compartir toda la vida de manera mutuamente satisfactoria.
Pero la vida (incluído el matrimonio) no es, ni nunca podrá ser, un asunto completamente nítido y ordenado por la cuestión del pecado.
En la vida no podemos evitar que a veces se presente el elemento de lo impredecible.
En tales casos no hay que olvidar tres principios fundamentales del matrimonio:
• Santificación y consagración.
• Comunicación.
• Amor (no egoísmo).
Hay que buscar toda la ayuda disponible para remediar esta situación.
Pero si después de todo ello el problema sigue estando allí:
• ¿En tal caso, estas dos personas han de estar para siempre encadenadas uno al otro en una situación que no puede sino implicar la infelicidad para los dos para toda la vida?
• Es muy difícil reconocer que tal razonamiento se pueda llamar cristiano.
• Es extremadamente difícil ver a Jesús condenando legalisticamente a dos personas a una situación tal.
Esto no quiere decir que se deba facilitar el divorcio, pero si que, cuando todos los recursos físicos, mentales y espirituales se han aplicado a la situación y esta permanece incurable y hasta peligrosa, hay que ponerle un límite.
• Primero separación (dar un tiempo para la reflexión, volver en sí y explorar la restauración del matrimonio)
• Si todo ello no funciona la consideración del divorcio como una posibilidad (no una obligación ni un mandamiento).
La iglesia, lejos de considerar a las personas implicadas en tal situación como algo fuera de su responsabilidad, debe hacer algo, todo lo posible con energía y ternura para ayudarlas con el verdadero espíritu de Cristo (amor, misericordia, gracia, perdón).
Todo este asunto requiere:
• Más simpatía y menos condenación.
• El fracaso de un matrimonio es el que menos se ha de plantear en términos legalistas, y más en términos de amor (Gal_6:1-2).
• En este caso, no es tanto la ley lo que hay que mantener (Jua_8:11 la mujer adultera)(la misericordia triunfa sobre el juicio, Stg_2:13) , sino el corazón y el alma de las personas (el principio fundamental de Cristo en el mandamiento del amor)(Pro_4:23).
• Si la situación es irremediable, debe plantearse, no con legalismo rígido, sino con amor comprensivo.
Causas bíblicas posibles de divorcio.
• Adulterio (Mat_5:32).
• Persona incrédula, hereje y/o apóstata (yugo desigual) (2Co_6:14)(1Co_7:15).
• Persona rencillosa (Pro_21:9, Pro_21:19, Pro_25:24).
• Persona iracunda, violenta (Pro_21:19 (Pro_31:11-12).
• Persona que no guarda el corazón de la pareja.
• Persona necia, apartada de razón (Pro_11:22).
• La constante negación del deber conyugal (1Co_7:5).
• Una mala administración de las finanzas y el hogar que ponga en riesgo constante el bienestar de la familia (Pro 31).
17
Nov
2022