Credo del Empresario Cristiano.
CREDO BASICO DEL EMPRESARIO ETICO.
Creo en la responsabilidad de ser un hacedor de la Palabra de Dios en todas las áreas de mi vida, y la empresa no es la excepción (Sant 1:22).
Creo en la responsabilidad de hacer todo lo que hago en mi vida, y en la empresa, con la mejor calidad y eficiencia posible, para poner en alto el nombre del Señor (Col 3:22-24), y que los demás conozcan a través de mis actividades y mi forma de hacer negocios, así como las de mi empresa, al Dios de Amor, Gracia, Misericordia, Justicia, Bondad y Verdad, que El es (Jn 13:35).
Creo en la responsabilidad de hablar y actuar siempre con la verdad (Zac 8.16, Efe 4:25).
Creo en el derecho que tiene Dios de recibir los primeros frutos, los diezmos y las ofrendas que sean necesarias, como legítimo Dueño Soberano de la empresa (Rom 11:36, Sal 24:1).
Creo en el derecho que tienen los accionistas de toda empresa de recibir una utilidad justa por su inversión y en mi responsabilidad de incrementarla por todos los medios legales, lícitos y legítimos a mi alcance (Gen 1:28, Mat 25:14-31).
Creo en el derecho que tienen todos los empleados y colaboradores de la empresa de recibir un salario justo (no mínimo) por sus servicios de acuerdo a las leyes y a lo legítimo, y de ser tratados con dignidad (Mat 10.10).
Creo que las ganancias de la empresa deben obtenerse de la habilidad, eficiencia y eficacia para hacer buenos negocios y no de escamotear el pago de salarios justos a los colaboradores de la empresa, aunque ello pudiera ser legal (Sant 5:1-6)..
Creo en el derecho que tienen mis clientes de recibir productos y servicios de una excelente calidad, con un valor equivalente o superior al dinero que pagan por ellos (Mar 10:42-45).
Creo en el derecho que tienen mis clientes de recibir un trato cordial y respetuoso, un servicio excelente, y condiciones de negocios justas de tal manera que ellos ganen al hacer negocios con mi empresa y también la empresa gane al hacer negocios con ello, para que nuestra relación sea de largo plazo, satisfactoria y fructífera.
Creo en el derecho que tienen mis proveedores de recibir tan pronto como sea posible el pago por los productos o servicios que me otorgan, aún antes de que venza el plazo de crédito que me hayan otorgado (si tengo los fondos para pagarles) y de recibir la misma oportunidad que otros para hacer negocios con mi empresa (Rom 13:7-8).
Creo en el derecho que tienen mis competidores a recibir de mi parte una consideración leal y justa, a ser tratados como personas no como enemigos y a verlos como una ayuda para retarme a mejorar diariamente en mi empresa.
Creo en la responsabilidad de que como administradores de la multiforme gracia de Dios, mi empresa debe ser una protectora y mejoradora del medio ambiente, evitando cualquier actividad que lo amenace, y más aún, que lo deteriore.
Creo en la responsabilidad empresarial de buscar una mejora en la calidad de vida integral del ser humano (espíritu, alma y cuerpo) en general, principalmente de los que están relacionados con la empresa a través de la gestión directa de negocios, y también con los que, sin estar relacionados directamente con la empresa, de alguna manera están alrededor de la misma y pueden ser afectados por sus actividades.
Creo en el derecho que tiene la sociedad de compartir la riqueza que mi empresa genere, a través del pago legal, legítimo y veraz de impuestos (aunque los responsables de su buen uso no estén cumpliendo con su parte –ese es problema de ellos--) y de exigirme un comportamiento acorde a las normas que me establezca a través de las leyes.
Creo en el derecho que tiene mi familia de recibir mi atención, mi fidelidad y mi cariño en las buenas y en las malas y que Dios es lo suficiente sabio para guiarme a través de su Espíritu para encontrar un equilibrio entre el tiempo que le dedico a mi empresa y el tiempo a dedicar a mi familia, entendiendo que mi familia es la empresa más importante, la más duradera y en la que más necesito tener éxito.
Creo en mi capacidad para distinguir entre el bien y el mal, y en mi convicción de que el camino recto manifestado en la Palabra de Dios es el camino verdadero.
Creo que la felicidad sólo es posible cuando se está en paz con Dios, con el prójimo y con uno mismo.
Creo en la responsabilidad de ser un hacedor de la Palabra de Dios en todas las áreas de mi vida, y la empresa no es la excepción (Sant 1:22).
Creo en la responsabilidad de hacer todo lo que hago en mi vida, y en la empresa, con la mejor calidad y eficiencia posible, para poner en alto el nombre del Señor (Col 3:22-24), y que los demás conozcan a través de mis actividades y mi forma de hacer negocios, así como las de mi empresa, al Dios de Amor, Gracia, Misericordia, Justicia, Bondad y Verdad, que El es (Jn 13:35).
Creo en la responsabilidad de hablar y actuar siempre con la verdad (Zac 8.16, Efe 4:25).
Creo en el derecho que tiene Dios de recibir los primeros frutos, los diezmos y las ofrendas que sean necesarias, como legítimo Dueño Soberano de la empresa (Rom 11:36, Sal 24:1).
Creo en el derecho que tienen los accionistas de toda empresa de recibir una utilidad justa por su inversión y en mi responsabilidad de incrementarla por todos los medios legales, lícitos y legítimos a mi alcance (Gen 1:28, Mat 25:14-31).
Creo en el derecho que tienen todos los empleados y colaboradores de la empresa de recibir un salario justo (no mínimo) por sus servicios de acuerdo a las leyes y a lo legítimo, y de ser tratados con dignidad (Mat 10.10).
Creo que las ganancias de la empresa deben obtenerse de la habilidad, eficiencia y eficacia para hacer buenos negocios y no de escamotear el pago de salarios justos a los colaboradores de la empresa, aunque ello pudiera ser legal (Sant 5:1-6)..
Creo en el derecho que tienen mis clientes de recibir productos y servicios de una excelente calidad, con un valor equivalente o superior al dinero que pagan por ellos (Mar 10:42-45).
Creo en el derecho que tienen mis clientes de recibir un trato cordial y respetuoso, un servicio excelente, y condiciones de negocios justas de tal manera que ellos ganen al hacer negocios con mi empresa y también la empresa gane al hacer negocios con ello, para que nuestra relación sea de largo plazo, satisfactoria y fructífera.
Creo en el derecho que tienen mis proveedores de recibir tan pronto como sea posible el pago por los productos o servicios que me otorgan, aún antes de que venza el plazo de crédito que me hayan otorgado (si tengo los fondos para pagarles) y de recibir la misma oportunidad que otros para hacer negocios con mi empresa (Rom 13:7-8).
Creo en el derecho que tienen mis competidores a recibir de mi parte una consideración leal y justa, a ser tratados como personas no como enemigos y a verlos como una ayuda para retarme a mejorar diariamente en mi empresa.
Creo en la responsabilidad de que como administradores de la multiforme gracia de Dios, mi empresa debe ser una protectora y mejoradora del medio ambiente, evitando cualquier actividad que lo amenace, y más aún, que lo deteriore.
Creo en la responsabilidad empresarial de buscar una mejora en la calidad de vida integral del ser humano (espíritu, alma y cuerpo) en general, principalmente de los que están relacionados con la empresa a través de la gestión directa de negocios, y también con los que, sin estar relacionados directamente con la empresa, de alguna manera están alrededor de la misma y pueden ser afectados por sus actividades.
Creo en el derecho que tiene la sociedad de compartir la riqueza que mi empresa genere, a través del pago legal, legítimo y veraz de impuestos (aunque los responsables de su buen uso no estén cumpliendo con su parte –ese es problema de ellos--) y de exigirme un comportamiento acorde a las normas que me establezca a través de las leyes.
Creo en el derecho que tiene mi familia de recibir mi atención, mi fidelidad y mi cariño en las buenas y en las malas y que Dios es lo suficiente sabio para guiarme a través de su Espíritu para encontrar un equilibrio entre el tiempo que le dedico a mi empresa y el tiempo a dedicar a mi familia, entendiendo que mi familia es la empresa más importante, la más duradera y en la que más necesito tener éxito.
Creo en mi capacidad para distinguir entre el bien y el mal, y en mi convicción de que el camino recto manifestado en la Palabra de Dios es el camino verdadero.
Creo que la felicidad sólo es posible cuando se está en paz con Dios, con el prójimo y con uno mismo.
10
Nov
2008