El Diezmo (artìculo).
EL DIEZMO EN LA ANTIGUO TESTAMENTO.
EL DIEZMO Y LA CREACIÓN. Algunos hoy piensan que los diezmos son parte de la ley, o que comenzaron cuando Abram le dio los diezmos de todo a Melquisedec (Gen 14:17-20). Sin embargo, el diezmo como la parte que Dios se reserva para sí de todo lo que el ser humano recibe, se inicia en realidad en el mismo momento de la creación de los seres humanos (Gen 2.17) cuando Dios puso a Adán en el huerto del Edén y se reservó para sí los frutos del árbol del conocimiento del bien y del mal. Es en este momento en que encontramos el verdadero origen del diezmo, lo que implica que el diezmo surge con la creación del ser humano y es parte de su vida cotidiana, y será parte de su vida cotidiana por todo el tiempo que dure la vida terrenal tal cual la conocemos.
En el momento en el que Dios le instruye a Adán acerca de reservarse los frutos del árbol del conocimiento del bien y del mal, Dios también le advirtió a Adán que si comía de esos frutos ciertamente moriría (maldición que es aplicable a todas las áreas de la vida y actividad humana por cuanto el ser humano no es un ser separado en partes, sino una totalidad integrada y Dios no separa las áreas de la vida del ser humano sino que lo ve en su totalidad, 1 Tes 5:23, 3 Jn 2, etc.). Por ello cuando Dios le reclama al pueblo de Israel que le han robado los diezmos (Mal 3:8-10) les informa que son malditos con toda maldición, porque existe una relación muy sólida desde el principio de la creación entre el dar los diezmos al Señor y el bienestar en todas las áreas de la vida de las personas y las naciones. Igualmente, también hay una relación muy sólida entre el malestar y la maldición en todas las áreas de la vida de las personas y la nación y la falta de dar los diezmos al Señor.
Debido a que la institución del diezmo se realizó en el momento mismo de la creación del ser humano, cuando Caín trajo una ofrenda a Dios del fruto de la tierra (Gen 4.1-5), Dios no se agradó de esa ofrenda porque no era de los primeros frutos ni de lo mejor de la tierra (si así hubiera sido, la Biblia lo hubiera mencionado como lo hace en el caso de la ofrenda que Abel trajo). En cambio, Abel lo que hizo fue presentar de las primicias (primeros frutos) de sus ovejas, lo más gordo de ellas (lo mejor). Por lo tanto, Dios se agradó de la ofrenda de Abel (que era de los primeros frutos, y lo mejor) no así de la de Caín. El principio subyacente en este pasaje es que lo primero y lo mejor de nuestros frutos es para el Señor (Prov 3:9).
EL DIEZMO ENTRE EL DILUVIO Y LA LEY. Siguiendo con el desarrollo del diezmo, antes del tiempo de Moisés, y por lo tanto, antes del tiempo de la ley, se instituye la costumbre del diez por ciento formalmente cuando Abram le dio los diezmos de todo a Melquisedec (Gen 14:17-20) y después Jacob (que también vivió antes de Moisés) ofreció a Dios los diezmos de todo (Gen 28:20-22) en Bet-el. Es importante notar que cuando Abram dio los diezmos de todo aún no era Abraham (el padre de la fe), y cuando Jacob ofreció los diezmos, aún no era Israel. Es decir que los diezmos ellos los dieron sin que aún existiera el pueblo de Dios, Israel, y menos aún, la Iglesia.
EL DIEZMO Y LA LEY. Después del Éxodo de Egipto, el diezmo se instituyó como ley para Israel (Deut 14:22) y todo lo que constituía el diezmo era cosa dedicada y consagrada a Jehová (Lev 27:30 y 32).
En Num 18:26 encontramos que el mandamiento del diezmo es extensivo para los levitas también, quienes tienen mandamiento de tomar los diezmos de todo el pueblo según la ley (Heb 7:5).
Conclusión. El diezmo no solo es antes de la ley, sino que es parte de la creación del ser humano, además de que desde el principio Dios establece una relación muy sólida entre el darle los diezmos a El y el bienestar en todas las áreas de la vida de las personas y la nación así como entre la maldición (pobreza, enfermedad, escasez, limitación, etc.) y la falta de darle los diezmos a El.
EL DIEZMO EN EL NUEVO TESTAMENTO.
JESÚS Y EL DIEZMO. Jesús confirmó la ley del diezmo (Mat 23:23) además de que El claramente dijo que no había venido para abrogar (anular, derogar, dejar sin efecto) la ley, sino para cumplirla (Mat 5:17) enseñándonos que nosotros debemos hacer lo mismo que El hizo (Jn 13:15). Por lo tanto, si el cumplió la ley diezmando, nosotros debemos hacer lo mismo.
Jesús dijo claramente que ninguna tilde ni ninguna jota serán quitadas de la ley hasta que todo se haya cumplido, es decir, la ley sigue vigente como norma de conducta para los creyentes, aunque el método de salvación de la ley cambió por el método de la gracia (Mat 5:18).
Es más, en sus enseñanzas Jesús no solo no elimina los principios de la ley, sino nos dice que nuestra justicia debe ir más allá de esos principios (Mat 5:21-48), y entonces, en lo que concierne al diezmo, nuestro diezmo debería ir más allá del diez por ciento, ser mayor al diez por ciento. En ese sentido, bajo la Gracia, el diezmo es el mínimo, mientras que en la ley era el techo.
LAS EPÍSTOLAS Y EL DIEZMO. El escritor de la Epístola a los Hebreos confirma el diezmo (Heb 7:8) cuando en el pasaje dedicado a enseñar del paralelo entre Cristo y Melquisedec y del sacerdocio de Cristo, referente al diezmo no dice: “recibían los diezmos” sino dice “reciben los diezmos”. Cuando es escrita esta epístola ya la iglesia tenía muchos años de existir pero los diezmos seguían siendo recibidos, por lo que, la práctica de la iglesia “primitiva” nos dice que los diezmos si son parte de la vida de la iglesia.
Si el Señor hubiera querido eliminar los diezmos en el Nuevo Testamento, claramente lo hubiera manifestado, como cuando dice que ya las obras de la ley no son necesarias para obtener nuestra salvación y que ya no estamos bajo la maldición de la ley.
CONCLUSIÓN. El diezmo sigue vigente en el Nuevo Testamento, y la relación entre el bienestar de las personas y la nación sigue relacionado al dar el diezmo al Señor, y más aún, el diezmo, siguiendo las enseñanzas sobre los principios de la ley bajo el Nuevo Pacto, debería ser como mínimo el 10% por ciento, pero como nuestra justicia debería ser mayor que la de los fariseos y los escribas (Mat 5:20), que diezmaban el 10%, entonces la nuestra debería manifestarse en un diezmo mayor al 10% de todo lo que recibimos.
LOS EFECTOS DEL DIEZMO.
PRIMERO: una manifestación de la obediencia a Dios, que declaramos que tendríamos cuando confesamos a Jesús como Señor y Salvador personal (Rom 10:8-10) cuando fuímos salvos.
SEGUNDO: una manifestación de nuestra confianza en Dios como el proveedor de todas nuestras necesidades conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4.19, Sal 23).
TERCERO: una declaración de victoria espiritual delante del diablo, de que nuestra confianza está puesta en Dios, no en el dinero.
CUARTO: como parte de un principio más general que encontramos a lo largo de toda la Palabra de Dios respecto a la cobertura espiritual, lo primero santifica, protege, consagra, lo segundo.
QUINTO: En Mal 3:10-12, la entrega de los diezmos al Señor no solo nos abre a toda bendición espiritual, sino que además provee de protección a todo el resto de nuestros ingresos. Por ello, el diezmo debe ser el primer 10% de nuestros ingresos que utilicemos, de tal manera que el 90
% quede protegido por el primer 10%, y el devorador no pueda robárnoslo, ni puede maquinar en como hacer estéril o improductivo la obra de nuestras manos. Al diezmar, Dios le quita todo derecho legal a intervenir en nuestras finanzas.
EL DIEZMO Y LA CREACIÓN. Algunos hoy piensan que los diezmos son parte de la ley, o que comenzaron cuando Abram le dio los diezmos de todo a Melquisedec (Gen 14:17-20). Sin embargo, el diezmo como la parte que Dios se reserva para sí de todo lo que el ser humano recibe, se inicia en realidad en el mismo momento de la creación de los seres humanos (Gen 2.17) cuando Dios puso a Adán en el huerto del Edén y se reservó para sí los frutos del árbol del conocimiento del bien y del mal. Es en este momento en que encontramos el verdadero origen del diezmo, lo que implica que el diezmo surge con la creación del ser humano y es parte de su vida cotidiana, y será parte de su vida cotidiana por todo el tiempo que dure la vida terrenal tal cual la conocemos.
En el momento en el que Dios le instruye a Adán acerca de reservarse los frutos del árbol del conocimiento del bien y del mal, Dios también le advirtió a Adán que si comía de esos frutos ciertamente moriría (maldición que es aplicable a todas las áreas de la vida y actividad humana por cuanto el ser humano no es un ser separado en partes, sino una totalidad integrada y Dios no separa las áreas de la vida del ser humano sino que lo ve en su totalidad, 1 Tes 5:23, 3 Jn 2, etc.). Por ello cuando Dios le reclama al pueblo de Israel que le han robado los diezmos (Mal 3:8-10) les informa que son malditos con toda maldición, porque existe una relación muy sólida desde el principio de la creación entre el dar los diezmos al Señor y el bienestar en todas las áreas de la vida de las personas y las naciones. Igualmente, también hay una relación muy sólida entre el malestar y la maldición en todas las áreas de la vida de las personas y la nación y la falta de dar los diezmos al Señor.
Debido a que la institución del diezmo se realizó en el momento mismo de la creación del ser humano, cuando Caín trajo una ofrenda a Dios del fruto de la tierra (Gen 4.1-5), Dios no se agradó de esa ofrenda porque no era de los primeros frutos ni de lo mejor de la tierra (si así hubiera sido, la Biblia lo hubiera mencionado como lo hace en el caso de la ofrenda que Abel trajo). En cambio, Abel lo que hizo fue presentar de las primicias (primeros frutos) de sus ovejas, lo más gordo de ellas (lo mejor). Por lo tanto, Dios se agradó de la ofrenda de Abel (que era de los primeros frutos, y lo mejor) no así de la de Caín. El principio subyacente en este pasaje es que lo primero y lo mejor de nuestros frutos es para el Señor (Prov 3:9).
EL DIEZMO ENTRE EL DILUVIO Y LA LEY. Siguiendo con el desarrollo del diezmo, antes del tiempo de Moisés, y por lo tanto, antes del tiempo de la ley, se instituye la costumbre del diez por ciento formalmente cuando Abram le dio los diezmos de todo a Melquisedec (Gen 14:17-20) y después Jacob (que también vivió antes de Moisés) ofreció a Dios los diezmos de todo (Gen 28:20-22) en Bet-el. Es importante notar que cuando Abram dio los diezmos de todo aún no era Abraham (el padre de la fe), y cuando Jacob ofreció los diezmos, aún no era Israel. Es decir que los diezmos ellos los dieron sin que aún existiera el pueblo de Dios, Israel, y menos aún, la Iglesia.
EL DIEZMO Y LA LEY. Después del Éxodo de Egipto, el diezmo se instituyó como ley para Israel (Deut 14:22) y todo lo que constituía el diezmo era cosa dedicada y consagrada a Jehová (Lev 27:30 y 32).
En Num 18:26 encontramos que el mandamiento del diezmo es extensivo para los levitas también, quienes tienen mandamiento de tomar los diezmos de todo el pueblo según la ley (Heb 7:5).
Conclusión. El diezmo no solo es antes de la ley, sino que es parte de la creación del ser humano, además de que desde el principio Dios establece una relación muy sólida entre el darle los diezmos a El y el bienestar en todas las áreas de la vida de las personas y la nación así como entre la maldición (pobreza, enfermedad, escasez, limitación, etc.) y la falta de darle los diezmos a El.
EL DIEZMO EN EL NUEVO TESTAMENTO.
JESÚS Y EL DIEZMO. Jesús confirmó la ley del diezmo (Mat 23:23) además de que El claramente dijo que no había venido para abrogar (anular, derogar, dejar sin efecto) la ley, sino para cumplirla (Mat 5:17) enseñándonos que nosotros debemos hacer lo mismo que El hizo (Jn 13:15). Por lo tanto, si el cumplió la ley diezmando, nosotros debemos hacer lo mismo.
Jesús dijo claramente que ninguna tilde ni ninguna jota serán quitadas de la ley hasta que todo se haya cumplido, es decir, la ley sigue vigente como norma de conducta para los creyentes, aunque el método de salvación de la ley cambió por el método de la gracia (Mat 5:18).
Es más, en sus enseñanzas Jesús no solo no elimina los principios de la ley, sino nos dice que nuestra justicia debe ir más allá de esos principios (Mat 5:21-48), y entonces, en lo que concierne al diezmo, nuestro diezmo debería ir más allá del diez por ciento, ser mayor al diez por ciento. En ese sentido, bajo la Gracia, el diezmo es el mínimo, mientras que en la ley era el techo.
LAS EPÍSTOLAS Y EL DIEZMO. El escritor de la Epístola a los Hebreos confirma el diezmo (Heb 7:8) cuando en el pasaje dedicado a enseñar del paralelo entre Cristo y Melquisedec y del sacerdocio de Cristo, referente al diezmo no dice: “recibían los diezmos” sino dice “reciben los diezmos”. Cuando es escrita esta epístola ya la iglesia tenía muchos años de existir pero los diezmos seguían siendo recibidos, por lo que, la práctica de la iglesia “primitiva” nos dice que los diezmos si son parte de la vida de la iglesia.
Si el Señor hubiera querido eliminar los diezmos en el Nuevo Testamento, claramente lo hubiera manifestado, como cuando dice que ya las obras de la ley no son necesarias para obtener nuestra salvación y que ya no estamos bajo la maldición de la ley.
CONCLUSIÓN. El diezmo sigue vigente en el Nuevo Testamento, y la relación entre el bienestar de las personas y la nación sigue relacionado al dar el diezmo al Señor, y más aún, el diezmo, siguiendo las enseñanzas sobre los principios de la ley bajo el Nuevo Pacto, debería ser como mínimo el 10% por ciento, pero como nuestra justicia debería ser mayor que la de los fariseos y los escribas (Mat 5:20), que diezmaban el 10%, entonces la nuestra debería manifestarse en un diezmo mayor al 10% de todo lo que recibimos.
LOS EFECTOS DEL DIEZMO.
PRIMERO: una manifestación de la obediencia a Dios, que declaramos que tendríamos cuando confesamos a Jesús como Señor y Salvador personal (Rom 10:8-10) cuando fuímos salvos.
SEGUNDO: una manifestación de nuestra confianza en Dios como el proveedor de todas nuestras necesidades conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4.19, Sal 23).
TERCERO: una declaración de victoria espiritual delante del diablo, de que nuestra confianza está puesta en Dios, no en el dinero.
CUARTO: como parte de un principio más general que encontramos a lo largo de toda la Palabra de Dios respecto a la cobertura espiritual, lo primero santifica, protege, consagra, lo segundo.
QUINTO: En Mal 3:10-12, la entrega de los diezmos al Señor no solo nos abre a toda bendición espiritual, sino que además provee de protección a todo el resto de nuestros ingresos. Por ello, el diezmo debe ser el primer 10% de nuestros ingresos que utilicemos, de tal manera que el 90
% quede protegido por el primer 10%, y el devorador no pueda robárnoslo, ni puede maquinar en como hacer estéril o improductivo la obra de nuestras manos. Al diezmar, Dios le quita todo derecho legal a intervenir en nuestras finanzas.
07
Abr
2008