Los principios detras de la vida de R. G. Le Torneau.
LOS PRINCIPIOS DETRÁS DE LA VIDA DE
R. G. LE TORNEAU.
Lic. Gustavo A. Bianchi S.
La adquisición, el manejo y la administración del dinero siempre ha sido un tema complicado de tratar en el ámbito cristiano, por lo menos en los últimos cincuenta años, y que ha provocado discusiones y divisiones en el Cuerpo de Cristo.
El tema ha sido tratado extensamente no solo por muchos autores contemporáneos, en tratados y estudios muy interesantes y enriquecedores sobre el tema, sino que está tratado ampliamente en la Palabra de Dios. En la Biblia hay más versículos que se refieren directa o indirectamente a este tema que los que se refieren a alabanza, adoración, oración, ayuno, fe, etc., lo que es un indicativo de la importancia que Dios le da al mismo.
De hecho, fuera del pecado, en la Biblia solo se menciona otra cosa que puede competir con Dios por el señorío en el corazón del hombre, y esa cosa es el dinero, los bienes y las riquezas (Mat 6:24).
La Palabra de Dios es clara al respecto de esas cosas. Creemos que si el tema ha dividido al Cuerpo de Cristo no es porque la Palabra tenga alguna ambigüedad, sino porque el tema se ha abordado desde ángulos diferentes a los que lo enfoca ella, y adicionalmente, en su tratamiento hemos incluido nuestros paradigmas, emociones y sentimientos, que se han convertido en argumentos más importantes que los de la Palabra.
El problema ha versado sobre si esas cosas son buenas o malas, espirituales o mundanas, agradables a Dios o desagradables. Sin embargo, el problema más importante, y que soluciona o elimina los demás, está mencionado sin ningún lugar a dudas, en 1 Tim 6:6-10:
“Porque los que quieren enriquecerse (para consigo mismos) caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”
Este pasaje se refiere a “los que quieren enriquecerse”, los codiciosos, los que aman el dinero. El querer enriquecerse, codiciar, amar el dinero, es una actitud del corazón. El dinero, los bienes y las riquezas, como los cuchillos o los vehículos (que son útiles para facilitar la vida humana pero cuyo mal uso los puede convertir en armas mortales), no son ni buenos ni malos en sí mismos. Es lo que hace con ellos el que los tiene lo que es bueno o malo. Y lo que cada uno hace con ellos depende de la actitud de su corazón porque cada quién actúa conforme a lo que hay en él (Prov 23:7). Jesús nos enseñó que lo pecaminoso del hombre no surge de las cosas externas, sino que se origina en el corazón (Mat 15:10-20), y los mismo lo ratifica la Palabra en:
“No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él, porque nada de lo que hay en el mundo—los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Jn 2:15-17).
Algunos podrían decir que la Palabra dice en este pasaje que “nada de lo que hay en el mundo proviene del Padre”, lo que incluye las cosas materiales, y que por lo tanto, todas las cosas materiales son malas, pero la correcta interpretación de este pasaje no puede pasar por alto que la Palabra menciona las cosas que hay en el mundo que no provienen del Padre y que son los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, todas las cuales, son asuntos internos del ser humano (“corazón”), no externos. Por lo cual, concluimos, sin temor a equivocarnos, que el problema no es el dinero ni las cosas materiales, sino la actitud que tengamos al respecto de ellas, y que va a determinar el buen o mal uso que les demos.
Por otro lado, la Palabra en Apo 1:5-6 y también en Apo 5:10 y 1 Ped 2: 9, se refieren a nosotros los creyentes como “reyes y sacerdotes” o como “real sacerdocio”, que implica exactamente lo mismo que reyes y sacerdotes. Algunos han entendido este pasaje como que unos creyentes son hechos por Dios reyes (trabajo secular) en tanto que otros han sido hechos sacerdotes (trabajo eclesiástico”) lo cual no es lo que dice la Biblia. La Biblia claramente especifica que todos los creyentes somos reyes (administradores de las cosas materiales de la Creación de Dios que nos han sido encomendadas) y sacerdotes (administradores de las cosas espirituales de la Creación de Dios que nos han sido encomendadas).
Reunidos en nuestra misma persona tenemos una calidad que implica dos tipos de tareas a realizarse simultáneamente. Esa calidad implica administración, oficio, mayordomía, no lugar de trabajo. En cualquier lugar de trabajo (secular o eclesiástico) necesitamos de ambos tipos de tareas a realizar simultáneamente para producir los resultados requeridos de nosotros en ese lugar de trabajo. Si Dios hubiera querido de nosotros algo diferente a lo que indicamos, lo que la Palabra de Dios debería haber dicho sería “reyes o sacerdotes” en lugar de “reyes y sacerdotes”.
Y una de las características de los reyes y sacerdotes es que tienen que ver, en cualquier lugar donde desempeñen su trabajo, con recursos materiales (dinero, bienes y riquezas) y por ello requieren tener la actitud correcta respecto a esas cosas, de la que hablamos al principio de este estudio, para evitar caer en tentación y lazo del diablo (1 Tim 6:6-10).
Un ejemplo de la aplicación práctica de estos dos temas, lo constituye la vida de R. G. Le Torneau, que se desempeñó tan exitosamente en el campo de los negocios y secular, como en la actividad eclesiástica. El fue conocido internacionalmente como un inventor, empresario, maestro y filántropo, que registro más de 430 patentes y está clasificado como uno de los principales 20 inventores de toda la historia de la humanidad y a quién se le ha acreditado la creación de la industria pesada moderna debido a su extensa creación de grandes máquinas para campos muy variados. Y también fue un predicador de la Palabra de Dios que dedicó los últimos años de su vida a compartir la Palabra en una gran cantidad de países
Este hombre, a una corta edad, fue expulsado de la escuela, y no pudo completar ningún estudio importante, y por sus circunstancias, se vio obligado a trabajar en una fábrica como peón. Posteriormente, en su adolescencia, le entregó su vida al Señor Jesucristo, reconociéndolo como su Señor y Salvador, y a raíz de su conversión y el conocimiento que fue adquiriendo de la Palabra de Dios, su actitud hacia el trabajo seguramente sufrió un cambio radical, y fue desarrollando conocimiento, destrezas y habilidades que lo llevaron poco a poco a ascender dentro de la fábrica, y posteriormente, independizarse con su propia empresa, en la que se dedicó a aplicar esos conocimientos y habilidades, desarrollando una gran cantidad de maquinaria para todos los campos de la industria pesada (perforación de pozos petroleros, mecánica naval, manejo portuario, explotación minera, etc.), que le generaron una gran cantidad de negocios y utilidades monetarias.
Con ellas, él pudo haber decidido invertirlas en financiarse un estilo de vida lujoso, derrochador y centrado en sí mismo que compensase más que abundantemente los tiempos de privación y pobreza durante su infancia, adolescencia y primeros años de vida adulta. Sin embargo, ello no fue así. Convencido de que los conocimientos, habilidades y destrezas que había adquirido eran el resultado del plan de Dios en su vida, y que El era quién le había equipado y dirigido para realizar los inventos y el diseño de las maquinas que construyó, y que El era quién le había dado la habilidad para hacer las riquezas, decidió convertirse en un administrador y no propietario de todo el dinero, los bienes y las riquezas que llegaron a sus manos como resultado de todo ello. Como consecuencia adoptó un estilo de vida donde dispusiera de los recursos necesarios para que todas sus necesidades personales y familiares estuvieran suplidas adecuadamente, y con el resto de los recursos que generaban sus negocios financió ministerios, misiones, instituciones de servicio social y educacionales, una universidad para formar profesionales creyentes en diversas áreas del conocimiento, y sus viajes para predicar la Palabra por todo el mundo.
Algunos de los principios más importantes que dirigieron la vida de este hombre en el aspecto financiero, extraídos de algunas cosas que él escribió y de las enseñanzas que predicó en muchos lugares, son los siguientes.
Principios generales.
“Dios necesita a los hombres de negocios tanto como a los predicadores para glorificar Su Nombre y para esparcir el mensaje del Evangelio.”
“Necesitamos traer al cristianismo y al mundo de los negocios a un mismo nivel donde puedan tener una relación en muchos frentes y con muchas cosas en común.”
“No hace mucha diferencia cuanto dinero es lo que tienes; de todas formas, solo puedes dormir en una cama a la vez, y de la misma manera, solo te puedes poner un solo traje cada vez, y una sola mudada de ropa cada vez, y de la misma forma solo puedes comer determinada cantidad de comida cada vez que comes, así que vamos a dejar de preocuparnos y comencemos a recordar que no existe algo que nos podamos llevar con nosotros el día que muramos; pero en cambio, lo podemos dar e invertir para la obra del Señor y la Palabra de Dios dice que al hacerlo así, tendremos tesoros en el Cielo, y por lo tanto, digo que lo debemos mandar todo invirtiéndolo en el Cielo para que cuando lleguemos allá, todo eso esté ahí esperando por nosotros.”
“Mi expresión para vivir ha sido no cuanto de mi dinero le he dado a Dios, sino con cuanto del dinero de Dios me he quedado para gastar en mí mismo.”
“Si bajo la ley el pueblo de Dios tenía que dar una décima parte al Señor, entonces es una vergüenza para nosotros, los que vivimos bajo la gracia, si no hacemos algo mucho mejor que lo que hacían ellos bajo la ley. El diezmo puede ser el punto de partida si es que acaso no le estás dando nada al Señor en este día, pero de ninguna manera es el punto donde tú debas detenerte por el resto de tu vida.”
“Cuando siento un verdadero amor por Jesús, basado en el hecho de poder entender la gracia de Dios y teniendo una profunda gratitud por el regalo de la salvación que vino por medio de nuestro Señor Jesucristo, entonces se va a resolver del problema de ¿Qué y cuanto es lo que debo darle al Señor? Porque entonces mi manera de pensar será cambiada para considerar que todo lo que soy y todo lo que tengo se lo debo solo a El, y solo soy un administrador sirviéndolo solo a El durante toda mi vida.”
“Toda persona debe conocer a Dios, toda persona debe conocer la voluntad de Dios y toda persona debe de poner en práctica la voluntad de Dios.”
“Si tú tienes un guía en quien puedes confiar (el Espíritu Santo), tú no necesitas saber el lugar de destino para poder seguirlo. Simplemente toma el paso siguiente con El; pon tu confianza en El en cuanto a todos los detalles de tu vida.”
“Un hombre de negocios cristiano le debe tanto a Dios como un predicador. Dios necesita hombres de negocios como socios suyos de la misma manera que necesita predicadores para que esparzan el mensaje del Evangelio. Una fábrica o empresa puede ser dedicada a Dios de la misma forma cómo se dedica una iglesia, y puede ser usada como el medio por el cual se pueda traer provisión para salvar a muchas almas.”
Principios para poder llegar al éxito:
“Primero y antes de cualquier otra cosa, un profundo deseo de hacer solo la voluntad del Señor, no importando cual sea esta, dispuesto a aceptar la voluntad del Señor sin siquiera preguntar ¿por qué?”
“Una tremenda fe en que el Señor Jesucristo va a vencer cualquier tipo de problema o de dificultad en el tiempo de Dios y a la manera de Dios.”
“El único propósito de la vida es el de servir al Señor en cualquier forma en que el Señor le pida su servicio.”
“En la operación de los negocios, la mayoría de hombres deben, o por lo menos deberían, estar interesados en el trabajo que hacen y no solo dedicarse a llenar un horario.”
“Cuando trate con la gente y con el personal que trabaja en sus negocios, perdone y olvide un error aunque cueste un montón de dinero, si la persona está dispuesta a admitir que fue un error, y si no intenta cubrir su error con pretextos.”
“Practique realmente lo que predica.”
Conclusión.
Como podemos ver, esos principios son simples, sencillos y fáciles de poner en práctica. No son información sino una invitación a practicarlos y a esperar, con expectación, lo que Dios va a hacer en el mundo a través de nuestra vida. El esfuerzo que se requiere para iniciar el camino para ponerlos en práctica o para no ponerlos en práctica es el mismo: una decisión, El resultado a largo plazo no es el mismo; la decisión de practicarlos lleva a la vida y la decisión de no practicarlos lleva a la muerte. Igualmente el precio a pagar es diferente: en la decisión de llevarlos a la práctica, el precio lo pagamos hoy (morir a nosotros mismos) para tener vida y vida en abundancia, mientras que la decisión de no llevarlos a la práctica puede ser que no impliquen el pago de un precio hoy, pero seguro que lo vamos a pagar en el futuro y muy costoso.
Para los hombres y mujeres creyentes, que desarrollamos nuestra actividad laboral en alguna empresa como ejecutivos o colaboradores, o como personas de negocios, en R. G. Le Torneau tenemos un modelo a seguir, cuyo ejemplo de vida nos repite la invitación que Pablo les hizo a los corintios en 1 Cor 11:1 “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”.
Este es el tiempo en que el Señor va a restaurar todas las cosas, y entre ellas, el Señorío de Cristo sobre los negocios, el dinero, los bienes materiales y las riquezas, para que sirvan decididamente, no tímidamente, para aportar recursos y desarrollar el Reino de Dios y Su justicia a todos los niveles y actividades de la vida social y en todo el mundo, para la Gloria del Padre. El Señor está reclutando hombres y mujeres con sed de seguir su llamado, que estén consumidos por el sueño de ganar naciones enteras: personas, organizaciones, empresas, gobiernos, actividades, para la Gloria de Dios. ¿Quieres ser tú una de ellas?.
AL SEÑOR DIOS TODOPODEROSO SEA TODA LA GLORIA, HONRA Y ALABANZA.
R. G. LE TORNEAU.
Lic. Gustavo A. Bianchi S.
La adquisición, el manejo y la administración del dinero siempre ha sido un tema complicado de tratar en el ámbito cristiano, por lo menos en los últimos cincuenta años, y que ha provocado discusiones y divisiones en el Cuerpo de Cristo.
El tema ha sido tratado extensamente no solo por muchos autores contemporáneos, en tratados y estudios muy interesantes y enriquecedores sobre el tema, sino que está tratado ampliamente en la Palabra de Dios. En la Biblia hay más versículos que se refieren directa o indirectamente a este tema que los que se refieren a alabanza, adoración, oración, ayuno, fe, etc., lo que es un indicativo de la importancia que Dios le da al mismo.
De hecho, fuera del pecado, en la Biblia solo se menciona otra cosa que puede competir con Dios por el señorío en el corazón del hombre, y esa cosa es el dinero, los bienes y las riquezas (Mat 6:24).
La Palabra de Dios es clara al respecto de esas cosas. Creemos que si el tema ha dividido al Cuerpo de Cristo no es porque la Palabra tenga alguna ambigüedad, sino porque el tema se ha abordado desde ángulos diferentes a los que lo enfoca ella, y adicionalmente, en su tratamiento hemos incluido nuestros paradigmas, emociones y sentimientos, que se han convertido en argumentos más importantes que los de la Palabra.
El problema ha versado sobre si esas cosas son buenas o malas, espirituales o mundanas, agradables a Dios o desagradables. Sin embargo, el problema más importante, y que soluciona o elimina los demás, está mencionado sin ningún lugar a dudas, en 1 Tim 6:6-10:
“Porque los que quieren enriquecerse (para consigo mismos) caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”
Este pasaje se refiere a “los que quieren enriquecerse”, los codiciosos, los que aman el dinero. El querer enriquecerse, codiciar, amar el dinero, es una actitud del corazón. El dinero, los bienes y las riquezas, como los cuchillos o los vehículos (que son útiles para facilitar la vida humana pero cuyo mal uso los puede convertir en armas mortales), no son ni buenos ni malos en sí mismos. Es lo que hace con ellos el que los tiene lo que es bueno o malo. Y lo que cada uno hace con ellos depende de la actitud de su corazón porque cada quién actúa conforme a lo que hay en él (Prov 23:7). Jesús nos enseñó que lo pecaminoso del hombre no surge de las cosas externas, sino que se origina en el corazón (Mat 15:10-20), y los mismo lo ratifica la Palabra en:
“No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él, porque nada de lo que hay en el mundo—los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Jn 2:15-17).
Algunos podrían decir que la Palabra dice en este pasaje que “nada de lo que hay en el mundo proviene del Padre”, lo que incluye las cosas materiales, y que por lo tanto, todas las cosas materiales son malas, pero la correcta interpretación de este pasaje no puede pasar por alto que la Palabra menciona las cosas que hay en el mundo que no provienen del Padre y que son los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, todas las cuales, son asuntos internos del ser humano (“corazón”), no externos. Por lo cual, concluimos, sin temor a equivocarnos, que el problema no es el dinero ni las cosas materiales, sino la actitud que tengamos al respecto de ellas, y que va a determinar el buen o mal uso que les demos.
Por otro lado, la Palabra en Apo 1:5-6 y también en Apo 5:10 y 1 Ped 2: 9, se refieren a nosotros los creyentes como “reyes y sacerdotes” o como “real sacerdocio”, que implica exactamente lo mismo que reyes y sacerdotes. Algunos han entendido este pasaje como que unos creyentes son hechos por Dios reyes (trabajo secular) en tanto que otros han sido hechos sacerdotes (trabajo eclesiástico”) lo cual no es lo que dice la Biblia. La Biblia claramente especifica que todos los creyentes somos reyes (administradores de las cosas materiales de la Creación de Dios que nos han sido encomendadas) y sacerdotes (administradores de las cosas espirituales de la Creación de Dios que nos han sido encomendadas).
Reunidos en nuestra misma persona tenemos una calidad que implica dos tipos de tareas a realizarse simultáneamente. Esa calidad implica administración, oficio, mayordomía, no lugar de trabajo. En cualquier lugar de trabajo (secular o eclesiástico) necesitamos de ambos tipos de tareas a realizar simultáneamente para producir los resultados requeridos de nosotros en ese lugar de trabajo. Si Dios hubiera querido de nosotros algo diferente a lo que indicamos, lo que la Palabra de Dios debería haber dicho sería “reyes o sacerdotes” en lugar de “reyes y sacerdotes”.
Y una de las características de los reyes y sacerdotes es que tienen que ver, en cualquier lugar donde desempeñen su trabajo, con recursos materiales (dinero, bienes y riquezas) y por ello requieren tener la actitud correcta respecto a esas cosas, de la que hablamos al principio de este estudio, para evitar caer en tentación y lazo del diablo (1 Tim 6:6-10).
Un ejemplo de la aplicación práctica de estos dos temas, lo constituye la vida de R. G. Le Torneau, que se desempeñó tan exitosamente en el campo de los negocios y secular, como en la actividad eclesiástica. El fue conocido internacionalmente como un inventor, empresario, maestro y filántropo, que registro más de 430 patentes y está clasificado como uno de los principales 20 inventores de toda la historia de la humanidad y a quién se le ha acreditado la creación de la industria pesada moderna debido a su extensa creación de grandes máquinas para campos muy variados. Y también fue un predicador de la Palabra de Dios que dedicó los últimos años de su vida a compartir la Palabra en una gran cantidad de países
Este hombre, a una corta edad, fue expulsado de la escuela, y no pudo completar ningún estudio importante, y por sus circunstancias, se vio obligado a trabajar en una fábrica como peón. Posteriormente, en su adolescencia, le entregó su vida al Señor Jesucristo, reconociéndolo como su Señor y Salvador, y a raíz de su conversión y el conocimiento que fue adquiriendo de la Palabra de Dios, su actitud hacia el trabajo seguramente sufrió un cambio radical, y fue desarrollando conocimiento, destrezas y habilidades que lo llevaron poco a poco a ascender dentro de la fábrica, y posteriormente, independizarse con su propia empresa, en la que se dedicó a aplicar esos conocimientos y habilidades, desarrollando una gran cantidad de maquinaria para todos los campos de la industria pesada (perforación de pozos petroleros, mecánica naval, manejo portuario, explotación minera, etc.), que le generaron una gran cantidad de negocios y utilidades monetarias.
Con ellas, él pudo haber decidido invertirlas en financiarse un estilo de vida lujoso, derrochador y centrado en sí mismo que compensase más que abundantemente los tiempos de privación y pobreza durante su infancia, adolescencia y primeros años de vida adulta. Sin embargo, ello no fue así. Convencido de que los conocimientos, habilidades y destrezas que había adquirido eran el resultado del plan de Dios en su vida, y que El era quién le había equipado y dirigido para realizar los inventos y el diseño de las maquinas que construyó, y que El era quién le había dado la habilidad para hacer las riquezas, decidió convertirse en un administrador y no propietario de todo el dinero, los bienes y las riquezas que llegaron a sus manos como resultado de todo ello. Como consecuencia adoptó un estilo de vida donde dispusiera de los recursos necesarios para que todas sus necesidades personales y familiares estuvieran suplidas adecuadamente, y con el resto de los recursos que generaban sus negocios financió ministerios, misiones, instituciones de servicio social y educacionales, una universidad para formar profesionales creyentes en diversas áreas del conocimiento, y sus viajes para predicar la Palabra por todo el mundo.
Algunos de los principios más importantes que dirigieron la vida de este hombre en el aspecto financiero, extraídos de algunas cosas que él escribió y de las enseñanzas que predicó en muchos lugares, son los siguientes.
Principios generales.
“Dios necesita a los hombres de negocios tanto como a los predicadores para glorificar Su Nombre y para esparcir el mensaje del Evangelio.”
“Necesitamos traer al cristianismo y al mundo de los negocios a un mismo nivel donde puedan tener una relación en muchos frentes y con muchas cosas en común.”
“No hace mucha diferencia cuanto dinero es lo que tienes; de todas formas, solo puedes dormir en una cama a la vez, y de la misma manera, solo te puedes poner un solo traje cada vez, y una sola mudada de ropa cada vez, y de la misma forma solo puedes comer determinada cantidad de comida cada vez que comes, así que vamos a dejar de preocuparnos y comencemos a recordar que no existe algo que nos podamos llevar con nosotros el día que muramos; pero en cambio, lo podemos dar e invertir para la obra del Señor y la Palabra de Dios dice que al hacerlo así, tendremos tesoros en el Cielo, y por lo tanto, digo que lo debemos mandar todo invirtiéndolo en el Cielo para que cuando lleguemos allá, todo eso esté ahí esperando por nosotros.”
“Mi expresión para vivir ha sido no cuanto de mi dinero le he dado a Dios, sino con cuanto del dinero de Dios me he quedado para gastar en mí mismo.”
“Si bajo la ley el pueblo de Dios tenía que dar una décima parte al Señor, entonces es una vergüenza para nosotros, los que vivimos bajo la gracia, si no hacemos algo mucho mejor que lo que hacían ellos bajo la ley. El diezmo puede ser el punto de partida si es que acaso no le estás dando nada al Señor en este día, pero de ninguna manera es el punto donde tú debas detenerte por el resto de tu vida.”
“Cuando siento un verdadero amor por Jesús, basado en el hecho de poder entender la gracia de Dios y teniendo una profunda gratitud por el regalo de la salvación que vino por medio de nuestro Señor Jesucristo, entonces se va a resolver del problema de ¿Qué y cuanto es lo que debo darle al Señor? Porque entonces mi manera de pensar será cambiada para considerar que todo lo que soy y todo lo que tengo se lo debo solo a El, y solo soy un administrador sirviéndolo solo a El durante toda mi vida.”
“Toda persona debe conocer a Dios, toda persona debe conocer la voluntad de Dios y toda persona debe de poner en práctica la voluntad de Dios.”
“Si tú tienes un guía en quien puedes confiar (el Espíritu Santo), tú no necesitas saber el lugar de destino para poder seguirlo. Simplemente toma el paso siguiente con El; pon tu confianza en El en cuanto a todos los detalles de tu vida.”
“Un hombre de negocios cristiano le debe tanto a Dios como un predicador. Dios necesita hombres de negocios como socios suyos de la misma manera que necesita predicadores para que esparzan el mensaje del Evangelio. Una fábrica o empresa puede ser dedicada a Dios de la misma forma cómo se dedica una iglesia, y puede ser usada como el medio por el cual se pueda traer provisión para salvar a muchas almas.”
Principios para poder llegar al éxito:
“Primero y antes de cualquier otra cosa, un profundo deseo de hacer solo la voluntad del Señor, no importando cual sea esta, dispuesto a aceptar la voluntad del Señor sin siquiera preguntar ¿por qué?”
“Una tremenda fe en que el Señor Jesucristo va a vencer cualquier tipo de problema o de dificultad en el tiempo de Dios y a la manera de Dios.”
“El único propósito de la vida es el de servir al Señor en cualquier forma en que el Señor le pida su servicio.”
“En la operación de los negocios, la mayoría de hombres deben, o por lo menos deberían, estar interesados en el trabajo que hacen y no solo dedicarse a llenar un horario.”
“Cuando trate con la gente y con el personal que trabaja en sus negocios, perdone y olvide un error aunque cueste un montón de dinero, si la persona está dispuesta a admitir que fue un error, y si no intenta cubrir su error con pretextos.”
“Practique realmente lo que predica.”
Conclusión.
Como podemos ver, esos principios son simples, sencillos y fáciles de poner en práctica. No son información sino una invitación a practicarlos y a esperar, con expectación, lo que Dios va a hacer en el mundo a través de nuestra vida. El esfuerzo que se requiere para iniciar el camino para ponerlos en práctica o para no ponerlos en práctica es el mismo: una decisión, El resultado a largo plazo no es el mismo; la decisión de practicarlos lleva a la vida y la decisión de no practicarlos lleva a la muerte. Igualmente el precio a pagar es diferente: en la decisión de llevarlos a la práctica, el precio lo pagamos hoy (morir a nosotros mismos) para tener vida y vida en abundancia, mientras que la decisión de no llevarlos a la práctica puede ser que no impliquen el pago de un precio hoy, pero seguro que lo vamos a pagar en el futuro y muy costoso.
Para los hombres y mujeres creyentes, que desarrollamos nuestra actividad laboral en alguna empresa como ejecutivos o colaboradores, o como personas de negocios, en R. G. Le Torneau tenemos un modelo a seguir, cuyo ejemplo de vida nos repite la invitación que Pablo les hizo a los corintios en 1 Cor 11:1 “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”.
Este es el tiempo en que el Señor va a restaurar todas las cosas, y entre ellas, el Señorío de Cristo sobre los negocios, el dinero, los bienes materiales y las riquezas, para que sirvan decididamente, no tímidamente, para aportar recursos y desarrollar el Reino de Dios y Su justicia a todos los niveles y actividades de la vida social y en todo el mundo, para la Gloria del Padre. El Señor está reclutando hombres y mujeres con sed de seguir su llamado, que estén consumidos por el sueño de ganar naciones enteras: personas, organizaciones, empresas, gobiernos, actividades, para la Gloria de Dios. ¿Quieres ser tú una de ellas?.
AL SEÑOR DIOS TODOPODEROSO SEA TODA LA GLORIA, HONRA Y ALABANZA.
20
Nov
2008