La ley y la gracia.
LA LEY Y LA GRACIA (MAT 5:17-20).
Objetivos de la enseñanza.
Mejorar nuestro entendimiento acerca de dos temas claves en las Escrituras y de nuestra relación con Dios.
Aclarar conceptos equivocados que se manejan dentro de algunos sectores del Cuerpo de Cristo respecto a ambos conceptos.
Aprender a utilizar y aplicar ambos conceptos adecuadamente en nuestra vida personal y hacia las demás personas.
Definiciones de la ley la gracia,
Definen dos métodos de salvación diferentes (Rom 3:21-22).
La salvación por medio de las obras (justicia propia, Ley) y la salvación por medio de los méritos de Cristo (Gracia) que nos son acreditados a nosotros por medio de lo que El hizo por nosotros en la Cruz.
Sin embargo, a pesar de estar disponibles dos métodos, solo uno es efectivo (la Gracia) y el otro es imposible (la Ley) (Rom 3:20).
La Ley fue dada, no para salvarnos, sino para evidenciar que todos somos pecadores, que no podemos ser perfectos delante de Dios por nosotros mismos y por lo tanto no podemos salvarnos a nosotros mismos (Rom 3:19). Que necesitamos de Su Gracia para ser salvos.
Aclarando malos entendidos.
Algunos interpretan que la Ley equivale al Antiguo Testamento en tanto que la Gracia equivale al Nuevo Testamento. No hay nada en la Biblia que nos afirme tal cosa. Lo que la Biblia dice es que la Ley nos fue dada por Dios a través de Moisés y la Gracia nos fue dada por Dios a través de Cristo (Jn 1.17). Si bien la Ley (los Diez Mandamientos y sus aplicaciones) está contenida en el Antiguo Testamento, éste es más amplio que la Ley (Salmos, Proverbios, los Profetas, etc.).
Derivado de la interpretación equivocada anterior, algunos también interpretan que como la Ley es el Antiguo Testamento y la Gracia el Nuevo Testamento, y que como ya no estamos bajo la ley (Rom 6:15), el Antiguo Testamento ya no nos compete, no tiene vigencia para nosotros, y no tenemos que cumplirlo. Sin embargo nada en la Biblia afirma este punto. Lo que la Biblia dice es que ya no estamos bajo el método de la salvación por la Ley sino bajo el método de la salvación por la Gracia. Los mandamientos de la Ley siguen vigentes por que son los que definen el pecado, los límites mínimos bajo los cuales debemos vivir los creyentes (Rom 6:1-2). Es más, Jesús, en sus enseñanzas en el Sermón del Monte ratificó nueve de los diez mandamientos de la Ley (salvo el de guardar el sábado) e incremento las exigencias de su cumplimiento (Mat 5:17-48). Pablo ratifica que la Gracia confirma la Ley como mandamientos que necesitamos cumplir (Rom 3:31). Jesús mismo, el hombre perfecto, dijo que El no había venido a abrogar (anular, cancelar, eliminar) la ley ni los profetas (el Antiguo Testamento), sino a cumplirla (Mat 5:17) y también dijo que ni una tilde ni una jota pasarían de la ley (dejarían de tener vigencia) hasta que pasen el cielo y la tierra y todo se cumpla (Mat 5:18).
La perspectiva correcta.
Ya no estamos bajo la Ley (el cumplimiento perfecto de todos los mandamientos por nosotros mismos) como método de salvación sino bajo la Gracia.
Sin embargo los mandamientos de la Ley siguen siendo mandamientos para los que estamos bajo la Gracia y nuestra vida debe reflejar su cumplimiento. Así lo dijo Jesús, y nos envió Su Espíritu Santo para capacitarnos y darnos Su poder para ello.
Es más, los mandamientos solo reflejan el mínimo de cómo nosotros debemos vivir, pero Jesús nos exhorta a hacer más allá de ello (caminar la milla extra, Mat 5:41), para que nuestra justicia sea mayor que la de los fariseos (Mat 5:19-20).
La Ley nos convierte en pueblo de Dios, pero la Gracia nos convierte en hijos de Dios (Jn 1:12, Rom 8:16). Al pueblo se le ponen normas y se le paga su salario de acuerdo a su cumplimiento. A los hijos se les bendice y se les da libertad aún cuando no cumplan perfectamente porque son hijos, pero aún así deben cumplir las normas.
Armonía y complementariedad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Esta declaración de Jesús tenía el propósito de evidenciar que de ninguna manera hay falta de armonía entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre Su Reino y la revelación del Antiguo Testamento correctamente interpretada.
Su misión era constructiva no destructiva. No descartó la Ley ni la denunció, sino que la enalteció y la exaltó, reinterpretándola para despojarla de todas las interpretaciones legalistas que eran tan comunes en su época.
Con su reinterpretación de ella indicó que las demandas morales de su nuevo orden eran aún más estrictas y penetrantes que las de los fariseos,
Profundizó en la importancia de los requisitos de la Ley e intensificó su significado y aplicación.
No debilitó los requisitos de la Ley ni liberó a los seres humanos de sus obligaciones espirituales y morales.
Aún cuando sus discípulos ya no estarían “bajo la Ley” como medio de salvación o de justificación (Rom 3:20, Gal 3:11-13), la “justicia de la Ley” aún debía ser cumplida por ellos (Rom 8:4) y siempre estarían “bajo la ley de Cristo” (1 Cor 9:21).
No nos ganamos el favor y la salvación de Dios por el cumplimiento de sus mandamientos, pero su cumplimiento es una manifestación de que gozamos de Su favor y Su salvación (2 Cor 5:17). Cuando violamos uno de sus mandamientos, no vienen sobre nosotros las maldiciones de la Ley y del pecado (Gal 3:13-14), pero necesitamos reconocerlo, arrepentirnos, confesarlo y pedir Su perdón (1 Jun 1:9).
La gracia nos exime del legalismo, pero no del cumplimiento de la etica de la ley.
Lo que Jesús criticó de los fariseos no era la Ley sino su interpretación y aplicación de ella, como por ejemplo:
PRIMERO. En lo externo, porque aparentaban cumplirla, pero su corazón estaba lleno de inmundicia.
SEGUNDO. En lo reglamentario, porque habían hecho tantas reglas para el cumplimiento externo de la ley que muchas de ellas iban más allá de lo que Dios había dicho y anulaban el espíritu con el que Dios había dado la ley.
TERCERO. Les criticaba el hecho de que ellos habían establecido cosas que ni ellos mismos cumplían pero que exigían que los demás las cumplieran y eran severos para con los demás pero benévolos para consigo mismo (Mat 23.3-4).
CUARTO. Los confrontó ampliamente por el hecho de que habían puesto la observancia de sus normas humanas, resultado de su interpretación de la ley, por encima de la misericordia y la gracia que caracteriza el trato de Dios con los seres humanos (Mat 23:13).
QUINTO. Porque en su cumplimiento externo lo que buscaban era el reconocimiento de las personas no el cumplimiento de la voluntad de Dios (Mat 7:21-23, Mat 23:5-7)
SEXTO. Usaban la interpretación de la ley para autojustificarse y para encubrir sus verdaderos motivos (codicia, orgullo, vanidad, etc., Mat 23:14).
Preguntas para autoevaluación.
¿Qué son en esencia la ley y la gracia?
¿El estar bajo la gracia nos exime de cumplir con los mandamientos de la ley? ¿Por qué?
¿El estar bajo la gracia implica que el Antiguo Testamento ya no es para nosotros los creyentes? ¿Por qué?
¿Qué significa para usted que todo me es lícito pero no todo me conviene, no todo me edifica, no me dejaré dominar de nada, y no haré nada que pueda servir de piedra de tropieza a otros en su camino de la fe (1 Cor 10:23-24, 1 Cor 6:12)?
Objetivos de la enseñanza.
Mejorar nuestro entendimiento acerca de dos temas claves en las Escrituras y de nuestra relación con Dios.
Aclarar conceptos equivocados que se manejan dentro de algunos sectores del Cuerpo de Cristo respecto a ambos conceptos.
Aprender a utilizar y aplicar ambos conceptos adecuadamente en nuestra vida personal y hacia las demás personas.
Definiciones de la ley la gracia,
Definen dos métodos de salvación diferentes (Rom 3:21-22).
La salvación por medio de las obras (justicia propia, Ley) y la salvación por medio de los méritos de Cristo (Gracia) que nos son acreditados a nosotros por medio de lo que El hizo por nosotros en la Cruz.
Sin embargo, a pesar de estar disponibles dos métodos, solo uno es efectivo (la Gracia) y el otro es imposible (la Ley) (Rom 3:20).
La Ley fue dada, no para salvarnos, sino para evidenciar que todos somos pecadores, que no podemos ser perfectos delante de Dios por nosotros mismos y por lo tanto no podemos salvarnos a nosotros mismos (Rom 3:19). Que necesitamos de Su Gracia para ser salvos.
Aclarando malos entendidos.
Algunos interpretan que la Ley equivale al Antiguo Testamento en tanto que la Gracia equivale al Nuevo Testamento. No hay nada en la Biblia que nos afirme tal cosa. Lo que la Biblia dice es que la Ley nos fue dada por Dios a través de Moisés y la Gracia nos fue dada por Dios a través de Cristo (Jn 1.17). Si bien la Ley (los Diez Mandamientos y sus aplicaciones) está contenida en el Antiguo Testamento, éste es más amplio que la Ley (Salmos, Proverbios, los Profetas, etc.).
Derivado de la interpretación equivocada anterior, algunos también interpretan que como la Ley es el Antiguo Testamento y la Gracia el Nuevo Testamento, y que como ya no estamos bajo la ley (Rom 6:15), el Antiguo Testamento ya no nos compete, no tiene vigencia para nosotros, y no tenemos que cumplirlo. Sin embargo nada en la Biblia afirma este punto. Lo que la Biblia dice es que ya no estamos bajo el método de la salvación por la Ley sino bajo el método de la salvación por la Gracia. Los mandamientos de la Ley siguen vigentes por que son los que definen el pecado, los límites mínimos bajo los cuales debemos vivir los creyentes (Rom 6:1-2). Es más, Jesús, en sus enseñanzas en el Sermón del Monte ratificó nueve de los diez mandamientos de la Ley (salvo el de guardar el sábado) e incremento las exigencias de su cumplimiento (Mat 5:17-48). Pablo ratifica que la Gracia confirma la Ley como mandamientos que necesitamos cumplir (Rom 3:31). Jesús mismo, el hombre perfecto, dijo que El no había venido a abrogar (anular, cancelar, eliminar) la ley ni los profetas (el Antiguo Testamento), sino a cumplirla (Mat 5:17) y también dijo que ni una tilde ni una jota pasarían de la ley (dejarían de tener vigencia) hasta que pasen el cielo y la tierra y todo se cumpla (Mat 5:18).
La perspectiva correcta.
Ya no estamos bajo la Ley (el cumplimiento perfecto de todos los mandamientos por nosotros mismos) como método de salvación sino bajo la Gracia.
Sin embargo los mandamientos de la Ley siguen siendo mandamientos para los que estamos bajo la Gracia y nuestra vida debe reflejar su cumplimiento. Así lo dijo Jesús, y nos envió Su Espíritu Santo para capacitarnos y darnos Su poder para ello.
Es más, los mandamientos solo reflejan el mínimo de cómo nosotros debemos vivir, pero Jesús nos exhorta a hacer más allá de ello (caminar la milla extra, Mat 5:41), para que nuestra justicia sea mayor que la de los fariseos (Mat 5:19-20).
La Ley nos convierte en pueblo de Dios, pero la Gracia nos convierte en hijos de Dios (Jn 1:12, Rom 8:16). Al pueblo se le ponen normas y se le paga su salario de acuerdo a su cumplimiento. A los hijos se les bendice y se les da libertad aún cuando no cumplan perfectamente porque son hijos, pero aún así deben cumplir las normas.
Armonía y complementariedad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Esta declaración de Jesús tenía el propósito de evidenciar que de ninguna manera hay falta de armonía entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre Su Reino y la revelación del Antiguo Testamento correctamente interpretada.
Su misión era constructiva no destructiva. No descartó la Ley ni la denunció, sino que la enalteció y la exaltó, reinterpretándola para despojarla de todas las interpretaciones legalistas que eran tan comunes en su época.
Con su reinterpretación de ella indicó que las demandas morales de su nuevo orden eran aún más estrictas y penetrantes que las de los fariseos,
Profundizó en la importancia de los requisitos de la Ley e intensificó su significado y aplicación.
No debilitó los requisitos de la Ley ni liberó a los seres humanos de sus obligaciones espirituales y morales.
Aún cuando sus discípulos ya no estarían “bajo la Ley” como medio de salvación o de justificación (Rom 3:20, Gal 3:11-13), la “justicia de la Ley” aún debía ser cumplida por ellos (Rom 8:4) y siempre estarían “bajo la ley de Cristo” (1 Cor 9:21).
No nos ganamos el favor y la salvación de Dios por el cumplimiento de sus mandamientos, pero su cumplimiento es una manifestación de que gozamos de Su favor y Su salvación (2 Cor 5:17). Cuando violamos uno de sus mandamientos, no vienen sobre nosotros las maldiciones de la Ley y del pecado (Gal 3:13-14), pero necesitamos reconocerlo, arrepentirnos, confesarlo y pedir Su perdón (1 Jun 1:9).
La gracia nos exime del legalismo, pero no del cumplimiento de la etica de la ley.
Lo que Jesús criticó de los fariseos no era la Ley sino su interpretación y aplicación de ella, como por ejemplo:
PRIMERO. En lo externo, porque aparentaban cumplirla, pero su corazón estaba lleno de inmundicia.
SEGUNDO. En lo reglamentario, porque habían hecho tantas reglas para el cumplimiento externo de la ley que muchas de ellas iban más allá de lo que Dios había dicho y anulaban el espíritu con el que Dios había dado la ley.
TERCERO. Les criticaba el hecho de que ellos habían establecido cosas que ni ellos mismos cumplían pero que exigían que los demás las cumplieran y eran severos para con los demás pero benévolos para consigo mismo (Mat 23.3-4).
CUARTO. Los confrontó ampliamente por el hecho de que habían puesto la observancia de sus normas humanas, resultado de su interpretación de la ley, por encima de la misericordia y la gracia que caracteriza el trato de Dios con los seres humanos (Mat 23:13).
QUINTO. Porque en su cumplimiento externo lo que buscaban era el reconocimiento de las personas no el cumplimiento de la voluntad de Dios (Mat 7:21-23, Mat 23:5-7)
SEXTO. Usaban la interpretación de la ley para autojustificarse y para encubrir sus verdaderos motivos (codicia, orgullo, vanidad, etc., Mat 23:14).
Preguntas para autoevaluación.
¿Qué son en esencia la ley y la gracia?
¿El estar bajo la gracia nos exime de cumplir con los mandamientos de la ley? ¿Por qué?
¿El estar bajo la gracia implica que el Antiguo Testamento ya no es para nosotros los creyentes? ¿Por qué?
¿Qué significa para usted que todo me es lícito pero no todo me conviene, no todo me edifica, no me dejaré dominar de nada, y no haré nada que pueda servir de piedra de tropieza a otros en su camino de la fe (1 Cor 10:23-24, 1 Cor 6:12)?
23
Dic
2008