Cuatro niveles de mayordomía.
VISIÓN Y PROVISIÓN.
Dios nos creó con un propósito (visión).
Junto con esa visión, el nos envía la pro-visión.
• Personas.
• Dones, dones, talentos, habilidades.
• Cosas, recursos y situaciones.
Necesitamos administrarlas (Mat 25:14-30).
GEN 1:26-28.
Dios nos creó a su imagen.
Para administrar Su creación en la tierra.
Resultados que El espera: fructificación, multiplicación, llenar, sojuzgar y señorear.
Todas esas actividades implican incremento.
Esa tarea de Dios está vigente para nosotros hoy (Luc 19.10).
Ello también aplica a la provisión que Dios nos envía para cumplir con Su visión.
1 Ped 4.10: somos Sus administradores de Su multiforme gracia (todo).
1 Cor 4:2: Dios requiere que como administradores seamos hallados fieles.
Sin embargo, ello no implica que lo vayamos a ser automáticamente.
Cuatro actitudes posibles en cuanto a nuestra mayordomía (Luc 16:1-12).
• Mayordomo mendigo.
• Mayordomo disipador.
• Mayordomo bueno.
• Mayordomo fiel.
MAYORDOMO MENDIGO.
El siervo negligente de la parábola de los talentos.
Todo lo quiere fácil, no quiere esforzarse para nada, no importa cuanto sepa, que tenga, donde viva, que pueda, etc.
Les deja a los demás la iniciativa de proveer lo que necesita, quisiera o pudiera lograr (Dios, los papás, la pareja, el jefe, el gobierno, la iglesia, etc.).
Hoy hay mendigos de todo: visa, derechos, ayuda del gobierno, dinero, etc.
Le pide todo a Dios pero no hace nada para encontrarlo (espera que todo lo haga El).
Al mendigo ninguna puerta se le abre porque no busca, no encuentra y tampoco toca (Mat 7:7-8).
MAYORDOMO DISIPADOR.
Descuidado.
Pudiendo hacer algo o mucho, no hace nada (negligencia).
Desperdiciar las cosas y los dones, talentos, y habilidades.
No apreciar a las personas que los rodean (usarlas).
No usar las circunstancias para desarrollarse, mejorar, perfeccionarse.
Vivir dentro de la inercia de la vida: dejarnos llevar por la corriente.
Vivir en el nivel de la mediocridad.
A la larga, pierde todo lo que tiene y las oportunidades de la vida: pobreza.
Deja a sus hijos en un nivel de vida inferior al que le dejaron sus padres.
MAYORDOMO BUENO.
Trabaja, se esfuerza, busca lo bueno, todo ello en el nivel de lo humanamente posible.
Alcanza sus metas y se acomoda, cuidándolas y manteniéndolas.
Tiene logros, se supera, mejora.
Disfruta los resultados de su trabajo y en general le va bien.
Obtiene el fruto de su esfuerzo natural, pero una vez lo logra, disminuye su ritmo, comienza a relajarse, solo se mantiene.
MAYORDOMO FIEL.
No se acomoda con lo bueno, ni con sus logros porque quiere lo mejor.
Obtiene lo del buen mayordomo, pero en mayor grado.
Tiene una visión de Dios para sí mismo, sobrenatural, y en lo que depende de El, se esfuerza más allá de lo natural para alcanzarla.
Usa todo lo que tiene más allá de sí mismo.
Mentalidad dadora en todos los aspectos, para construír el Reino y para bendecir a otros.
Cosecha más allá de su esfuerzo, no solo en el nivel de lo natural sino también en el nivel de lo sobrenatural: poder, autoridad, unción.
Pablo, prosiguiendo a la meta del supremo llamamiento de Dios.
La buena mayordomía comienza con las cosas, los bienes, el dinero (diezmar y ofrendar, Mal 3:8-12).
Las cosas materiales son la prueba para operar en las verdaderas riquezas. Si no somos fieles con ellas, ¿cómo Dios nos confiará las verdaderas?
CONCLUSIONES.
Para alcanzar la visión de lo que queremos en Dios, necesitamos pro-visión.
Para que la provisión venga, necesitamos el ejercicio de una mayordomía fiel con lo que ya tenemos.
La mayordomía fiel implica esfuerzo (2 Tim 2:1, Jos 1:6-9, Dan 11.32).
Necesitamos esforzarnos cada día para mejorar el nivel de nuestra mayordomía (Prov 4.18, Fil 1.6).
Dios nos creó con un propósito (visión).
Junto con esa visión, el nos envía la pro-visión.
• Personas.
• Dones, dones, talentos, habilidades.
• Cosas, recursos y situaciones.
Necesitamos administrarlas (Mat 25:14-30).
GEN 1:26-28.
Dios nos creó a su imagen.
Para administrar Su creación en la tierra.
Resultados que El espera: fructificación, multiplicación, llenar, sojuzgar y señorear.
Todas esas actividades implican incremento.
Esa tarea de Dios está vigente para nosotros hoy (Luc 19.10).
Ello también aplica a la provisión que Dios nos envía para cumplir con Su visión.
1 Ped 4.10: somos Sus administradores de Su multiforme gracia (todo).
1 Cor 4:2: Dios requiere que como administradores seamos hallados fieles.
Sin embargo, ello no implica que lo vayamos a ser automáticamente.
Cuatro actitudes posibles en cuanto a nuestra mayordomía (Luc 16:1-12).
• Mayordomo mendigo.
• Mayordomo disipador.
• Mayordomo bueno.
• Mayordomo fiel.
MAYORDOMO MENDIGO.
El siervo negligente de la parábola de los talentos.
Todo lo quiere fácil, no quiere esforzarse para nada, no importa cuanto sepa, que tenga, donde viva, que pueda, etc.
Les deja a los demás la iniciativa de proveer lo que necesita, quisiera o pudiera lograr (Dios, los papás, la pareja, el jefe, el gobierno, la iglesia, etc.).
Hoy hay mendigos de todo: visa, derechos, ayuda del gobierno, dinero, etc.
Le pide todo a Dios pero no hace nada para encontrarlo (espera que todo lo haga El).
Al mendigo ninguna puerta se le abre porque no busca, no encuentra y tampoco toca (Mat 7:7-8).
MAYORDOMO DISIPADOR.
Descuidado.
Pudiendo hacer algo o mucho, no hace nada (negligencia).
Desperdiciar las cosas y los dones, talentos, y habilidades.
No apreciar a las personas que los rodean (usarlas).
No usar las circunstancias para desarrollarse, mejorar, perfeccionarse.
Vivir dentro de la inercia de la vida: dejarnos llevar por la corriente.
Vivir en el nivel de la mediocridad.
A la larga, pierde todo lo que tiene y las oportunidades de la vida: pobreza.
Deja a sus hijos en un nivel de vida inferior al que le dejaron sus padres.
MAYORDOMO BUENO.
Trabaja, se esfuerza, busca lo bueno, todo ello en el nivel de lo humanamente posible.
Alcanza sus metas y se acomoda, cuidándolas y manteniéndolas.
Tiene logros, se supera, mejora.
Disfruta los resultados de su trabajo y en general le va bien.
Obtiene el fruto de su esfuerzo natural, pero una vez lo logra, disminuye su ritmo, comienza a relajarse, solo se mantiene.
MAYORDOMO FIEL.
No se acomoda con lo bueno, ni con sus logros porque quiere lo mejor.
Obtiene lo del buen mayordomo, pero en mayor grado.
Tiene una visión de Dios para sí mismo, sobrenatural, y en lo que depende de El, se esfuerza más allá de lo natural para alcanzarla.
Usa todo lo que tiene más allá de sí mismo.
Mentalidad dadora en todos los aspectos, para construír el Reino y para bendecir a otros.
Cosecha más allá de su esfuerzo, no solo en el nivel de lo natural sino también en el nivel de lo sobrenatural: poder, autoridad, unción.
Pablo, prosiguiendo a la meta del supremo llamamiento de Dios.
La buena mayordomía comienza con las cosas, los bienes, el dinero (diezmar y ofrendar, Mal 3:8-12).
Las cosas materiales son la prueba para operar en las verdaderas riquezas. Si no somos fieles con ellas, ¿cómo Dios nos confiará las verdaderas?
CONCLUSIONES.
Para alcanzar la visión de lo que queremos en Dios, necesitamos pro-visión.
Para que la provisión venga, necesitamos el ejercicio de una mayordomía fiel con lo que ya tenemos.
La mayordomía fiel implica esfuerzo (2 Tim 2:1, Jos 1:6-9, Dan 11.32).
Necesitamos esforzarnos cada día para mejorar el nivel de nuestra mayordomía (Prov 4.18, Fil 1.6).
05
Ene
2009