Cómo oír la voz del Espíritu Santo.
Rom_8:14: los hijos de Dios somos guiados por el Espíritu.
• ¿Cómo?
• Cuando somos salvos, el Espíritu Santo viene a hacer morada en nosotros, nos convertimos en templos del Espíritu Santo (1Co_6:19).
• Por lo tanto, el Espíritu Santo mora en nuestro ser interior.
• Y por lo mismo, el Espíritu Santo nos va a guiar a través de nuestro ser interior.
En la vieja manera de vivir, éramos guiados por nuestro ser interior corrompido por el pecado (mente, pensamientos, sentimientos, emociones, actitudes, motivaciones, decisiones, acciones, etc.).
• Esa dirección venía de la carne, el mundo y el diablo (Pro_16:25, Pro_14:12), del corazón engañoso y perverso (Jer_17:9).
• De tal manera que antes oíamos dos voces:
• La voz de la carne, guiándonos a los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida.
• Autocomplacencia (búsqueda excesiva del placer, sin moderación): lujuria, gula, glotonería, pereza, ocio, adicciones, etc.
• Autogratificación (búsqueda excesiva de los bienes de este mundo): codicia, avaricia, ostentación, lujo, comodidad, deseos de hacerse rico rápidamente, etc.
• Autoexaltación (búsqueda de reconocimiento): orgullo, jactancia, arrogancia, soberbia, vanidad, discriminación y menosprecio a otros, etc.
• La voz del diablo, tentándonos a hacer lo contrario a la voluntad de Dios escrita en nuestros corazones (la conciencia).
Ahora, se suma una voz más:
• La del Espíritu: guiándonos y empoderándonos (el querer como el hacer) a hacer lo que nuestra conciencia y la Palabra de Dios nos dicen que es lo correcto, lo bueno (Jua_14:26, Jua_16:13, Rom_2:15).
Tres indicadores distintos, uno para cada voz:
• La de la carne: egoísmo, egocentrismo, yo-yo.
• La del diablo: inseguridad, temor, falta de paz, inquietud, celos, iras, contiendas, disensiones, etc. (las obras de la carne, Gal_5:19-21).
• La del Espíritu: amor, gozo, paz (el fruto del Espíritu, Gal_5:22-23), seguridad, certeza, convicción.
• ¿Cómo?
• Cuando somos salvos, el Espíritu Santo viene a hacer morada en nosotros, nos convertimos en templos del Espíritu Santo (1Co_6:19).
• Por lo tanto, el Espíritu Santo mora en nuestro ser interior.
• Y por lo mismo, el Espíritu Santo nos va a guiar a través de nuestro ser interior.
En la vieja manera de vivir, éramos guiados por nuestro ser interior corrompido por el pecado (mente, pensamientos, sentimientos, emociones, actitudes, motivaciones, decisiones, acciones, etc.).
• Esa dirección venía de la carne, el mundo y el diablo (Pro_16:25, Pro_14:12), del corazón engañoso y perverso (Jer_17:9).
• De tal manera que antes oíamos dos voces:
• La voz de la carne, guiándonos a los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida.
• Autocomplacencia (búsqueda excesiva del placer, sin moderación): lujuria, gula, glotonería, pereza, ocio, adicciones, etc.
• Autogratificación (búsqueda excesiva de los bienes de este mundo): codicia, avaricia, ostentación, lujo, comodidad, deseos de hacerse rico rápidamente, etc.
• Autoexaltación (búsqueda de reconocimiento): orgullo, jactancia, arrogancia, soberbia, vanidad, discriminación y menosprecio a otros, etc.
• La voz del diablo, tentándonos a hacer lo contrario a la voluntad de Dios escrita en nuestros corazones (la conciencia).
Ahora, se suma una voz más:
• La del Espíritu: guiándonos y empoderándonos (el querer como el hacer) a hacer lo que nuestra conciencia y la Palabra de Dios nos dicen que es lo correcto, lo bueno (Jua_14:26, Jua_16:13, Rom_2:15).
Tres indicadores distintos, uno para cada voz:
• La de la carne: egoísmo, egocentrismo, yo-yo.
• La del diablo: inseguridad, temor, falta de paz, inquietud, celos, iras, contiendas, disensiones, etc. (las obras de la carne, Gal_5:19-21).
• La del Espíritu: amor, gozo, paz (el fruto del Espíritu, Gal_5:22-23), seguridad, certeza, convicción.
23
Jul
2024