Salmo 23. Aunque ande en valle de sombra de muerte.
El valle de sombra de muerte: 2 posibilidades.
• La muerte física, no espiritual ni emocional, que nos toca afrontar en nuestra partida de este mundo hacia la patria celestial.
• Las situaciones problemáticas adversas, contrarias, desagradables, enfermedades, pruebas, tribulaciones, desiertos, "malas", etc., que nos toca afrontar aquí y ahora en la vida terrenal.
Con respecto a la muerte física:
• Es inevitable, tanto para los no creyentes como para nosotros los creyentes.
• Por lo tanto no es un tema que debamos rehuir el pensar en ello, sino más bien estar preparados de la mejor manera posible para afrontarlo.
• Para el no creyente es terrible porque comienza su peregrinar por la muerte eterna en el infierno, en tanto que para el creyente es el regreso a la casa del Padre donde moraremos eternamente y con vida plena, en Su Presencia permanente.
• En relación con nuestra muerte física tampoco es algo de temer por varias razones: que estar con Cristo es muchísimo mejor (Fil_1:23) y que vamos a nuestra morada celestial, a la casa del Padre (Jua_14:2), a disfrutar de una vida eternamente plena:
Apo_21:1-4, 21:10-11, 22:1-5. "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos"
• Y también importante: que en ese paso de la vida terrenal a la vida eterna no vamos a estar solos: nuestro Padre y el Espíritu Santo nos acompañarán en el proceso en todo momento.
Sal_48:14. "Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte."
• Para ella también necesitamos prepararnos, vistiéndonos del mejor traje:
El de la salvación.
El de hijos obedientes (1_Pe_1:13-16).
El de la novia ataviada y preparada para el Novio (Efe_5:25-27).
Con respecto a esas experiencias negativas que nos toca afrontar en la vida:
• Son inevitables, tanto para los no creyentes, como para los creyentes (Jn 16:33).
• Aún el Señor Jesús en su perfección como ser humano, tuvo que afrontarlas.
Aprendió la obediencia por el sufrimiento.
Fue tentado en todo según nuestra semejanza pero no pecó.
En la pasión, aun cuando era algo totalmente injusto para con Él desde la perspectiva humana, no abrió su boca ni se resistió: como cordero fue llevado al matadero.
• Para los no creyentes son terribles, y muchas de ellas permanentes.
• Para los creyentes son eventuales, necesarias y de corta duración (1Pe_1:6, 1Pe_5:10).
Ellas están allí para ayudarnos a crecer en el carácter de Cristo, al varón perfecto, a la estatura de la plenitud de Cristo (2Co_3:18, Efe_4:13).
Aunque no son nada agradables en el momento, producen frutos de bendición en el plazo inmediato (Rom_8:28-29, 1Pe_5:10, 1Pe_1:7-9).
No necesitamos huir de ellas, más bien necesitamos prepararnos en fe, paciencia perseverancia, fortaleza, firmeza, para cuando vengan y afrontarlas con gozo, no por el momento en el que las estamos viviendo, sino por el resultado que obrarán en nosotros.
Jesús es nuestro modelo.
• La muerte física, no espiritual ni emocional, que nos toca afrontar en nuestra partida de este mundo hacia la patria celestial.
• Las situaciones problemáticas adversas, contrarias, desagradables, enfermedades, pruebas, tribulaciones, desiertos, "malas", etc., que nos toca afrontar aquí y ahora en la vida terrenal.
Con respecto a la muerte física:
• Es inevitable, tanto para los no creyentes como para nosotros los creyentes.
• Por lo tanto no es un tema que debamos rehuir el pensar en ello, sino más bien estar preparados de la mejor manera posible para afrontarlo.
• Para el no creyente es terrible porque comienza su peregrinar por la muerte eterna en el infierno, en tanto que para el creyente es el regreso a la casa del Padre donde moraremos eternamente y con vida plena, en Su Presencia permanente.
• En relación con nuestra muerte física tampoco es algo de temer por varias razones: que estar con Cristo es muchísimo mejor (Fil_1:23) y que vamos a nuestra morada celestial, a la casa del Padre (Jua_14:2), a disfrutar de una vida eternamente plena:
Apo_21:1-4, 21:10-11, 22:1-5. "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos"
• Y también importante: que en ese paso de la vida terrenal a la vida eterna no vamos a estar solos: nuestro Padre y el Espíritu Santo nos acompañarán en el proceso en todo momento.
Sal_48:14. "Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte."
• Para ella también necesitamos prepararnos, vistiéndonos del mejor traje:
El de la salvación.
El de hijos obedientes (1_Pe_1:13-16).
El de la novia ataviada y preparada para el Novio (Efe_5:25-27).
Con respecto a esas experiencias negativas que nos toca afrontar en la vida:
• Son inevitables, tanto para los no creyentes, como para los creyentes (Jn 16:33).
• Aún el Señor Jesús en su perfección como ser humano, tuvo que afrontarlas.
Aprendió la obediencia por el sufrimiento.
Fue tentado en todo según nuestra semejanza pero no pecó.
En la pasión, aun cuando era algo totalmente injusto para con Él desde la perspectiva humana, no abrió su boca ni se resistió: como cordero fue llevado al matadero.
• Para los no creyentes son terribles, y muchas de ellas permanentes.
• Para los creyentes son eventuales, necesarias y de corta duración (1Pe_1:6, 1Pe_5:10).
Ellas están allí para ayudarnos a crecer en el carácter de Cristo, al varón perfecto, a la estatura de la plenitud de Cristo (2Co_3:18, Efe_4:13).
Aunque no son nada agradables en el momento, producen frutos de bendición en el plazo inmediato (Rom_8:28-29, 1Pe_5:10, 1Pe_1:7-9).
No necesitamos huir de ellas, más bien necesitamos prepararnos en fe, paciencia perseverancia, fortaleza, firmeza, para cuando vengan y afrontarlas con gozo, no por el momento en el que las estamos viviendo, sino por el resultado que obrarán en nosotros.
Jesús es nuestro modelo.
09
Ago
2024