Mayordomía de los bienes, el dinero y las riquezas.
MAYORDOMÍA LOS BIENES Y LAS RIQUEZAS.
Una buena mayordomía de nuestras posesiones debe incluir los siguientes aspectos:
• Entender la propiedad y el origen de nuestras posesiones.
• Nuestro trabajo nos proporciona unos ingresos.
• Estos ingresos nos permiten el disfrute de bienes y posesiones.
• Pero ya sea el dinero o los bienes y posesiones, todos proceden de Dios.
• A El pertenecen (Hag 2:8: El es el dueño de todo el oro y la plata)
• Rom 11:36: todo es de El, por El y para El.
• El es quién permite que esas cosas vengan a nosotros.
• Sal 23.1: El es nuestro proveedor.
• Esas cosas son para que las disfrutemos (1 Tim 6:17).
Ello implica:
• Que no seamos altivos (no nos creamos porque tenemos muchas cosas).
• Que no pongamos nuestra esperanza en las riquezas (eso es idolatría).
• Nuestra única esperanza debe estar en Dios.
• Un uso responsable de las cosas y el dinero; solo las tenemos en préstamo.
• Somos usuarios, no propietarios, y vamos a dar cuentas de lo que hagamos con ellas.
• La parábola de los talentos, Mat 25:14-31.
• Entender que Dios espera que hagamos un uso correcto de las posesiones.
Dios nos proporciona el dinero, los bienes y las riquezas para:
• En primer lugar, cubrir nuestras necesidades (Fil 4:13).
• En segundo lugar, para satisfacer las necesidades de Su obra (provisión).
• En tercer lugar, para satisfacer las necesidades de otros (2 Cor 8:14).
Tener una perspectiva correcta de las posesiones.
• Los bienes materiales no son un fin en sí mismos.
• Son solamente un medio que Dios nos ha dado para suplir necesidades.
• Luc 12:13-21 y Mar 10.17-31: el error del rico insensato y el joven rico.
Los creyentes debemos cuidar nuestra actitud respecto a estas cosas porque vivimos en medio de una sociedad consumista que ha convertido las riquezas, la comodidad, los bienes, el dinero, las cosas, en ídolos.
Día y noche estamos expuestos a estímulos por poseer nuevas cosas o para disfrutar nuevas experiencias que buscan convertir deseos en necesidades y que dificultan nuestra correcta mayordomía de todo aquello que Dios nos ha dado.
La garantía de la contínua provisión para nuestras necesidades no es ni la posesión ni la acumulación sino la administración y el uso eficiente de los recursos que Dios nos da para los propósitos que Dios les ha determinado: hacer tesoros en el cielo donde los ladrones no minan ni el orín corrompe (Mat 6:19-21, 6:24).
MAYORDOMÍA DEL DINERO.
No implica solo diezmar y ofrendar. Eso es lo básico, lo primario. Implica que es lo que hacemos con el resto (Mat 6:19-21): ser sobrios (1 Tes 5:6, 8; Tit 2:2; 1 Ped 1:13, 1 Ped 4:7, 1 Ped 5:8).
Implica también nuestra actitud hacia el dinero y las cosas materiales (1 Tim 6:10: amor al dinero / Mat 6:25-31).
El uso del dinero constituye una pequeña parte de la mayordomía pero indica mucho acerca de nuestra condición espiritual Mat 6:24, 1 Tim 6:10.
Si amamos (permitimos que nos controle, nos dirija, determine nuestras decisiones, absorba nuestros pensamientos, etc.) el dinero: estamos haciendo un ídolo del dinero.
Todo ídolo interfiere significativamente en nuestra comunión con Dios.
Si a Dios le entregamos y ponemos bajo Su control, voluntad y dirección el área del dinero, probablemente le entregaremos todos los demás aspectos de nuestra vida.
Si, por el contrario, no somos capaces de rendir esta área a Su control, tampoco le vamos a entregar otros aspectos de nuestra vida.
Todo lo que somos y poseemos pertenece a Dios, y en ello está incluido el dinero.
ALGUNOS ASPECTOS IMPORTANTES DE LA MAYORDOMÍA DEL DINERO:
La importancia de dar para el sostenimiento de la obra de Dios. Esto implica personas y actividades. Desde antes del establecimiento de la ley mosaica (Gen 14:20), el diezmo era reservado para este uso, como una muestra práctica de mayordomía, y Jesús declaró estar de acuerdo con está práctica, tal como lo expresó en Mat 23:23.
Tener una perspectiva correcta del dinero. Significa que el dinero no es un fin en sí mismo, sino un simple medio que Dios nos da para suplir nuestras necesidades y las de otros.
Tener un sentido amplio del uso del dinero. Entender que la mayordomía no sólo consiste en ofrendar una parte de los recursos que Dios nos permite generar, sino que implica tener la actitud correcta en el gasto y administración de aquella parte que no ofrendamos y que retenemos para nuestro uso. Esto significa que la mayordomía del dinero no acaba con dar el diezmo y las ofrendas para la obra del Señor, sino que también implica la manera en que gastamos el restante.
EL DIEZMO, ANTIGUO TESTAMENTO.
Gen 2.17: cuando Dios puso a Adán en el huerto del Edén se reservó para sí los frutos del árbol del conocimiento del bien y del mal, lo que implica un antecedente directo del diezmo. Le advirtió a Adán que si comía de esos frutos ciertamente moriría.
Gen 4:1:5: Caín trajo una ofrenda a Dios del fruto de la tierra en tanto que Abel trajo de las primicias de sus ovejas, lo más gordo de ellas (lo mejor). Dios se agradó de la ofrenda de Abel pero no la de Caín: el principio de que lo primero y lo mejor de nuestros frutos es para el Señor (Prov 3:9).
Antes del tiempo de Moisés, Abraham dio los diezmos a Melquisedec (Gen 14:17-20).
Jacob (que también vivió antes de Moisés) ofreció a Dios los diezmos de todo (Gen 28:20-22).
Deut 14:22: después del Exodo de Egipto, el diezmo se instituyó como ley para Israel.
Mal 3:8-10: existe una relación muy sólida entre el dar los diezmos al Señor y el bienestar en todas las áreas de la vida de las personas y la nación. Viceversa, también hay una relación muy sólida entre el malestar y la maldición en todas las áreas de la vida de las personas y la nación y la falta de dar los diezmos al Señor.
EL DIEZMO, NUEVO TESTAMENTO.
Jesús confirmó la ley del diezmo (Mat 23:23).
Jesús no vino para abrogar (anular) la ley sino a cumplirla (Mat 5:17).
Jesús dijo claramente que ninguna tilde ni ninguna jota serán quitadas de la ley hasta que todo se haya cumplido, es decir, la ley sigue vigente como norma de conducta para los creyentes, aunque el método de salvación de la ley cambió por el método de la gracia (Mat 5:18).
Jesús no solo no elimina los principios de la ley, sino nos dice que nuestra justicia debe ir más allá de esos principios (Mat 5:21-48), y entonces, en lo que concierne al diezmo, el nuestro debería ir más allá del diez por ciento.
El escritor de la Epístola a los Hebreos confirma el diezmo. Heb 7:8: no dice: “recibían los diezmos” sino dice “reciben los diezmos”. Al momento de escribirse esta epístola, ya la iglesia tenía muchos años de existir pero los diezmos seguían siendo recibidos, por lo que, la práctica de la iglesia “primitiva” nos dice que los diezmos si son parte de la vida de la iglesia.
LAS OFRENDAS.
Tipos de ofrendas.
• Para nuestros padres (Mat 7:9-13).
• Para los necesitados (Hch 4:34-35).
• Para los que sirven al Señor (Mat 10:9-10, 1 Cor 13:14).
• Especiales, con un fin específico (Exo 35:20-29, 1 Cro 29:11-17).
Principios de las ofrendas.
• Con regularidad (1 Cor 16:2).
• Son responsabilidad de todos (1 Cor 16:2).
• Proporcionales (2 Cor 8:1-4).
• Por fe (Fil 4:10-19).
• Con generosidad (2 Cor 9:6).
• Con alegría (2 Cor 9:7).
ALGUNOS BENEFICIOS DEL DAR.
• Dios hará memoria de nuestras ofrendas (Sal 20.1-3, Heb 10:3-4).
• Ensancha nuestro camino y nos lleva delante de los grandes (Prov 18:16).
• Darle al pobre nos aparta de la pobreza (Prov 28:27).
• Cuando damos, recibimos (Luc 6:38).
• Somos bienaventurados al dar (Hch 20:35).
• Si somos fieles en nuestro dar, El nos pondrá sobre lo mucho (Luc 16:10).
Una buena mayordomía de nuestras posesiones debe incluir los siguientes aspectos:
• Entender la propiedad y el origen de nuestras posesiones.
• Nuestro trabajo nos proporciona unos ingresos.
• Estos ingresos nos permiten el disfrute de bienes y posesiones.
• Pero ya sea el dinero o los bienes y posesiones, todos proceden de Dios.
• A El pertenecen (Hag 2:8: El es el dueño de todo el oro y la plata)
• Rom 11:36: todo es de El, por El y para El.
• El es quién permite que esas cosas vengan a nosotros.
• Sal 23.1: El es nuestro proveedor.
• Esas cosas son para que las disfrutemos (1 Tim 6:17).
Ello implica:
• Que no seamos altivos (no nos creamos porque tenemos muchas cosas).
• Que no pongamos nuestra esperanza en las riquezas (eso es idolatría).
• Nuestra única esperanza debe estar en Dios.
• Un uso responsable de las cosas y el dinero; solo las tenemos en préstamo.
• Somos usuarios, no propietarios, y vamos a dar cuentas de lo que hagamos con ellas.
• La parábola de los talentos, Mat 25:14-31.
• Entender que Dios espera que hagamos un uso correcto de las posesiones.
Dios nos proporciona el dinero, los bienes y las riquezas para:
• En primer lugar, cubrir nuestras necesidades (Fil 4:13).
• En segundo lugar, para satisfacer las necesidades de Su obra (provisión).
• En tercer lugar, para satisfacer las necesidades de otros (2 Cor 8:14).
Tener una perspectiva correcta de las posesiones.
• Los bienes materiales no son un fin en sí mismos.
• Son solamente un medio que Dios nos ha dado para suplir necesidades.
• Luc 12:13-21 y Mar 10.17-31: el error del rico insensato y el joven rico.
Los creyentes debemos cuidar nuestra actitud respecto a estas cosas porque vivimos en medio de una sociedad consumista que ha convertido las riquezas, la comodidad, los bienes, el dinero, las cosas, en ídolos.
Día y noche estamos expuestos a estímulos por poseer nuevas cosas o para disfrutar nuevas experiencias que buscan convertir deseos en necesidades y que dificultan nuestra correcta mayordomía de todo aquello que Dios nos ha dado.
La garantía de la contínua provisión para nuestras necesidades no es ni la posesión ni la acumulación sino la administración y el uso eficiente de los recursos que Dios nos da para los propósitos que Dios les ha determinado: hacer tesoros en el cielo donde los ladrones no minan ni el orín corrompe (Mat 6:19-21, 6:24).
MAYORDOMÍA DEL DINERO.
No implica solo diezmar y ofrendar. Eso es lo básico, lo primario. Implica que es lo que hacemos con el resto (Mat 6:19-21): ser sobrios (1 Tes 5:6, 8; Tit 2:2; 1 Ped 1:13, 1 Ped 4:7, 1 Ped 5:8).
Implica también nuestra actitud hacia el dinero y las cosas materiales (1 Tim 6:10: amor al dinero / Mat 6:25-31).
El uso del dinero constituye una pequeña parte de la mayordomía pero indica mucho acerca de nuestra condición espiritual Mat 6:24, 1 Tim 6:10.
Si amamos (permitimos que nos controle, nos dirija, determine nuestras decisiones, absorba nuestros pensamientos, etc.) el dinero: estamos haciendo un ídolo del dinero.
Todo ídolo interfiere significativamente en nuestra comunión con Dios.
Si a Dios le entregamos y ponemos bajo Su control, voluntad y dirección el área del dinero, probablemente le entregaremos todos los demás aspectos de nuestra vida.
Si, por el contrario, no somos capaces de rendir esta área a Su control, tampoco le vamos a entregar otros aspectos de nuestra vida.
Todo lo que somos y poseemos pertenece a Dios, y en ello está incluido el dinero.
ALGUNOS ASPECTOS IMPORTANTES DE LA MAYORDOMÍA DEL DINERO:
La importancia de dar para el sostenimiento de la obra de Dios. Esto implica personas y actividades. Desde antes del establecimiento de la ley mosaica (Gen 14:20), el diezmo era reservado para este uso, como una muestra práctica de mayordomía, y Jesús declaró estar de acuerdo con está práctica, tal como lo expresó en Mat 23:23.
Tener una perspectiva correcta del dinero. Significa que el dinero no es un fin en sí mismo, sino un simple medio que Dios nos da para suplir nuestras necesidades y las de otros.
Tener un sentido amplio del uso del dinero. Entender que la mayordomía no sólo consiste en ofrendar una parte de los recursos que Dios nos permite generar, sino que implica tener la actitud correcta en el gasto y administración de aquella parte que no ofrendamos y que retenemos para nuestro uso. Esto significa que la mayordomía del dinero no acaba con dar el diezmo y las ofrendas para la obra del Señor, sino que también implica la manera en que gastamos el restante.
EL DIEZMO, ANTIGUO TESTAMENTO.
Gen 2.17: cuando Dios puso a Adán en el huerto del Edén se reservó para sí los frutos del árbol del conocimiento del bien y del mal, lo que implica un antecedente directo del diezmo. Le advirtió a Adán que si comía de esos frutos ciertamente moriría.
Gen 4:1:5: Caín trajo una ofrenda a Dios del fruto de la tierra en tanto que Abel trajo de las primicias de sus ovejas, lo más gordo de ellas (lo mejor). Dios se agradó de la ofrenda de Abel pero no la de Caín: el principio de que lo primero y lo mejor de nuestros frutos es para el Señor (Prov 3:9).
Antes del tiempo de Moisés, Abraham dio los diezmos a Melquisedec (Gen 14:17-20).
Jacob (que también vivió antes de Moisés) ofreció a Dios los diezmos de todo (Gen 28:20-22).
Deut 14:22: después del Exodo de Egipto, el diezmo se instituyó como ley para Israel.
Mal 3:8-10: existe una relación muy sólida entre el dar los diezmos al Señor y el bienestar en todas las áreas de la vida de las personas y la nación. Viceversa, también hay una relación muy sólida entre el malestar y la maldición en todas las áreas de la vida de las personas y la nación y la falta de dar los diezmos al Señor.
EL DIEZMO, NUEVO TESTAMENTO.
Jesús confirmó la ley del diezmo (Mat 23:23).
Jesús no vino para abrogar (anular) la ley sino a cumplirla (Mat 5:17).
Jesús dijo claramente que ninguna tilde ni ninguna jota serán quitadas de la ley hasta que todo se haya cumplido, es decir, la ley sigue vigente como norma de conducta para los creyentes, aunque el método de salvación de la ley cambió por el método de la gracia (Mat 5:18).
Jesús no solo no elimina los principios de la ley, sino nos dice que nuestra justicia debe ir más allá de esos principios (Mat 5:21-48), y entonces, en lo que concierne al diezmo, el nuestro debería ir más allá del diez por ciento.
El escritor de la Epístola a los Hebreos confirma el diezmo. Heb 7:8: no dice: “recibían los diezmos” sino dice “reciben los diezmos”. Al momento de escribirse esta epístola, ya la iglesia tenía muchos años de existir pero los diezmos seguían siendo recibidos, por lo que, la práctica de la iglesia “primitiva” nos dice que los diezmos si son parte de la vida de la iglesia.
LAS OFRENDAS.
Tipos de ofrendas.
• Para nuestros padres (Mat 7:9-13).
• Para los necesitados (Hch 4:34-35).
• Para los que sirven al Señor (Mat 10:9-10, 1 Cor 13:14).
• Especiales, con un fin específico (Exo 35:20-29, 1 Cro 29:11-17).
Principios de las ofrendas.
• Con regularidad (1 Cor 16:2).
• Son responsabilidad de todos (1 Cor 16:2).
• Proporcionales (2 Cor 8:1-4).
• Por fe (Fil 4:10-19).
• Con generosidad (2 Cor 9:6).
• Con alegría (2 Cor 9:7).
ALGUNOS BENEFICIOS DEL DAR.
• Dios hará memoria de nuestras ofrendas (Sal 20.1-3, Heb 10:3-4).
• Ensancha nuestro camino y nos lleva delante de los grandes (Prov 18:16).
• Darle al pobre nos aparta de la pobreza (Prov 28:27).
• Cuando damos, recibimos (Luc 6:38).
• Somos bienaventurados al dar (Hch 20:35).
• Si somos fieles en nuestro dar, El nos pondrá sobre lo mucho (Luc 16:10).
05
Ene
2009