Mayordomía del medio ambiente.
MAYORDOMÍA DEL MEDIO AMBIENTE.
MAYORDOMÍA Y ECOLOGÍA.
El cuidado del medio ambiente y del equilibrio ecológico debería ser una prioridad en la vida de los creyentes, porque el ser humano, en sus orígenes y como primer mandato de Dios para él, fue diseñado para cuidar y labrar la tierra (Gen 2.15).
Como resultado de su desobediencia a Dios y la caída, la tierra fue dañada junto con el equilibrio ecológico (Gen 3), pero a pesar de ello, el mandato de cuidar la tierra y labrarla siguió vigente.
Deut 11:16-21 claramente nos instruye de cuidar la tierra para mantenerla y para que se multipliquen nuestros días y los de nuestros hijos.
La crisis ambiental y ecológica de la cual en la actualidad se hace mucho énfasis y análisis en los medios de comunicación y en las políticas internacionales y gubernamentales (el calentamiento global, la desertificación de grandes extensiones de la tierra, el agotamiento de muchos de los recursos naturales por una sobreexplotación de los mismos, el desaparecimiento de especies animales y vegetales, etc.), nos hace ver, de una manera muy evidente, la necesidad de retomar una mayordomía humana de la tierra (Gen 1:26-27, Gen 2.15) y es un testimonio de la sabiduría de Dios que la instruyó muchísimo antes de que lo ambiental entrara en su crisis actual.
El liderazgo en esa buena mayordomía de la tierra debería ser de los cristianos, no de los no creyentes (nueva era y similares) porque la Biblia también nos enseña que “el hombre que es de la tierra (carnal, humanista, no creyente) hace violencia en ella” (Sal. 10.18).
Los profetas, especialmente Jeremías, denunciaron a Israel por no cumplir su parte en el cuidado de la tierra.
La buena mayordomía de la tierra y de las cosas de la tierra (plantas, animales y minerales) tiene componentes que, por la situación actual, son más urgentes que otros por el nivel de crisis que ya han alcanzado, aunque todos son importantes porque forman parte de un equilibrio global que si se altera en una de sus partes, se altera en su totalidad. Esos componentes urgentes son, en este momento:
• La mayordomía del agua.
• La mayordomía del aire.
• La mayordomía de los recursos naturales.
• La mayordomía de la basura.
LA MAYORDOMÍA DEL AGUA.
El incremento de la población, la desforestación y desertificación de la superficie terrestre y el uso desordenado del agua han provocado que este recurso esté escaseando.
Aún cuando la desalinización del agua del mar puede ser una solución a mediano plazo, en estos momentos, la disponibilidad de agua para el consumo humano y animal está escaseando.
Ello requiere, al nivel personal, el compromiso con un uso responsable del agua de acuerdo con estas prioridades:
• Primero. El consumo humano.
• Segundo. El consumo animal.
• Tercero. La producción de alimentos (riego).
• Cuarto. La limpieza con un uso moderado y responsable.
• Quinto. Otros usos responsables y moderados.
Adicionalmente, a niveles comunitarios, nacionales e internaciones, es necesario impulsar las medidas que tiendan a disminuir el calentamiento global (la producción de gases contaminantes como el CO2) y la desforestación.
LA MAYORDOMÍA DEL AIRE.
El aire es un elemento esencial a la vida así como el agua.
La contaminación del aire por efecto de los gases emanados de los vehículos, las plantas industriales, los incendios controlados e incontrolados, principalmente los forestales, etc., provocan varios efectos importantes, entre ellos:
Primero. La disminución de la capa de ozono que cubre la superficie terrestre y que constituye una protección contra el efecto dañino de la intensidad de los rayos del sol en la piel humana y el incremento del calor por el efecto de estos.
Segundo. El enrarecimiento del aire que respiramos y que provoca enfermedades de las vías respiratorias.
Tercero. La lluvia ácida, es decir, la lluvia que trae consigo el incremento de sustancias químicas dañinas al organismo y que se agregan al agua.
Cuarto. La superficie terrestre se cubre de una capa de mayor densidad que el aire, que impide que el calor provocado por los rayos del sol se retire de la superficie, provocando un efecto “invernadero” que contribuye al incremento de la temperatura en toda la superficie terrestre.
Quinto. Ese calentamiento global produce la desertificación de grandes extensiones de la superficie del globo con una consiguiente disminución de cultivos, muchos de los cuales son esenciales para el sostenimiento de la vida humana, principalmente los relacionados con la agricultura de subsistencia de los sectores más vulnerables de la población.
Sexto. El calentamiento de los mares y la atmósfera, que son responsables de modificaciones en los vientos (huracanes, ciclones, etc.), con su cuota de destrucción de vidas y bienes.
Por ello se hace necesario que a nivel personal asumamos una actitud responsable de cuidar la calidad de aire, entre ellas, sembrando plantas en la medida que sea posible, evitando el uso de productos que expelen sustancias contaminantes del ambiente y/o destructoras de la capa de ozono, y una actitud responsable en la conservación y mantenimiento de los vehículos y la energía que utilizamos, para evitar polución que contamina el ambiente.
A nivel comunitario, nacional e internacional, entre otras, apoyar la promoción e implementación de medidas que estén dirigidas a frenar la producción de gases contaminantes en la producción de bienes y la generación de energías alternas, amigables con el ambiente.
LA MAYORDOMÍA DE LOS RECURSOS NATURALES.
Todo lo que existe en la naturaleza, principalmente las materias primas y los cultivos, son para la preservación de la vida humana y animal.
Ello requiere un uso racional, principalmente de la tierra, para producir todos los alimentos que el sostenimiento de la vida requieren.
La tierra, el agua, y los productos que de ella se derivan, son para el sostenimiento de la vida de todos los seres humanos, no para la codicia de unos pocos en contra de la calidad de vida de los muchos.
Requiere también el uso racional y sostenible (que no afecte el mismo uso y beneficio para las próximas generaciones) de los recursos, no su agotamiento, por cuanto con ello estamos dañando la calidad de vida de las futuras generaciones.
Por ello es importante que en el uso de los recursos naturales, tanto a nivel personal como comunitario, nacional e internacional nos hagamos varias preguntas:
• Es necesario y justo para todos.
• Estamos garantizando la reposición.
• Estamos garantizando que las próximas generaciones van a tener lo mismo.
• Es la expresión de una buena mayordomía (el mejor uso, con el mayor beneficio para todos)
• Y principalmente, ese es el propósito de Dios para ese recurso.
LA MAYORDOMÍA DE LA BASURA.
La basura, lo tengamos claro o no, provoca varios efectos en la calidad de nuestra vida. Por ejemplo (no son todos):
Primero. En última instancia, consume recursos, naturales o no, que fueron utilizados para su producción, y que quizá hubieran podido tener un mejor y más eficiente uso (por ejemplo, los empaques de cartón consumen árboles).
Segundo. La disposición de basuras no reciclables implican el uso de extensiones de tierra que no se van a poder utilizar por muchísimos años para la agricultura y/o para usos más eficientes (el proceso de descomposición y/o desintegración toma años y la contaminación es absorbida por la tierra).
Tercero. Contamina nuestro ambiente, principalmente cuando la tiramos en cualquier lugar. Tapan los drenajes que después no pueden absorber el agua de las lluvias y provocan inundaciones; dan mala apariencia, etc.
Cuarto. Contaminan las fuentes de agua, tanto en la superficie, como subterráneas, que son utilizadas para el consumo humano, animal y de riego, contaminando paulatinamente, sin que nos demos cuenta, el cuerpo, lo que provoca, posteriormente, gastos para el tratamiento de salud, personal y colectivo; recursos que hubieran podido ser mejor utilizados para el mejoramiento de la calidad de vida.
Por ello es necesario que seamos responsables, tanto personal como comunitaria, nacional e internacionalmente, en cuanto a la generación y la disposición de las basuras, poniendo la basura en contenedores apropiados y no dejarla o tirarla en cualquier lado; reciclando todo aquello que sea posible; cuando existen otras alternativas, evitando el consumo de productos que generan basura y que podrían utilizar otros recursos menos contaminantes; evitando el consumo de productos que generan basura difícilmente reciclable, etc.
OBSERVACION FINAL.
En el Cuerpo de Cristo no existe una enseñanza respecto a todos los asuntos relacionados con el cuidado del medio ambiente y el uso de los recursos, principalmente por una falsa idea de que esas son cosas que escapan del ámbito de interés de las cosas espirituales, y que no tienen ningún interés para Dios. Sin embargo, necesitamos recordar varias cosas:
Primero. Que todo lo que existe (incluidos los recursos naturales, el medio ambiente, los animales, las plantas, los recursos minerales) fueron creados por Dios y son de Dios.
Segundo. Que el propósito de Dios cuando creó al ser humano es que este los administrara en Su Nombre (somos beneficiarios, no propietarios). Por lo tanto, vamos a dar cuentas, individual y colectivamente, del uso que hicimos de ellos. Espiritualmente, y eternamente, el uso que hagamos de los recursos y la creación no son neutrales, van a tener un efecto positivo o negativo sobre nuestra vida aquí en la tierra y en la eternidad, y también sobre la de nuestros hijos, nietos y siguientes generaciones.
Tercero. Todo ello implica la necesidad de un uso responsable de todo lo que Dios ha creado.
Como consecuencia de lo anterior, la Iglesia debería salir de la posición escapista, simplista e indiferente, enseñando más acerca de estos temas, en todo nivel, para cumplir con el mandato original de Dios al ser humano de cuidar y labrar la tierra, además de estar liderando, por los motivos correctos, el cuidado del medio ambiente, en lugar de dejarlo en manos de grupos de la “New Age” que lo hacen por idolatría hacia la naturaleza (que es uno de sus dioses, sino el más importante), y que por ende, adoptan, en muchos casos, posiciones contrarias a las bíblicas y al propósito de Dios.
MAYORDOMÍA Y ECOLOGÍA.
El cuidado del medio ambiente y del equilibrio ecológico debería ser una prioridad en la vida de los creyentes, porque el ser humano, en sus orígenes y como primer mandato de Dios para él, fue diseñado para cuidar y labrar la tierra (Gen 2.15).
Como resultado de su desobediencia a Dios y la caída, la tierra fue dañada junto con el equilibrio ecológico (Gen 3), pero a pesar de ello, el mandato de cuidar la tierra y labrarla siguió vigente.
Deut 11:16-21 claramente nos instruye de cuidar la tierra para mantenerla y para que se multipliquen nuestros días y los de nuestros hijos.
La crisis ambiental y ecológica de la cual en la actualidad se hace mucho énfasis y análisis en los medios de comunicación y en las políticas internacionales y gubernamentales (el calentamiento global, la desertificación de grandes extensiones de la tierra, el agotamiento de muchos de los recursos naturales por una sobreexplotación de los mismos, el desaparecimiento de especies animales y vegetales, etc.), nos hace ver, de una manera muy evidente, la necesidad de retomar una mayordomía humana de la tierra (Gen 1:26-27, Gen 2.15) y es un testimonio de la sabiduría de Dios que la instruyó muchísimo antes de que lo ambiental entrara en su crisis actual.
El liderazgo en esa buena mayordomía de la tierra debería ser de los cristianos, no de los no creyentes (nueva era y similares) porque la Biblia también nos enseña que “el hombre que es de la tierra (carnal, humanista, no creyente) hace violencia en ella” (Sal. 10.18).
Los profetas, especialmente Jeremías, denunciaron a Israel por no cumplir su parte en el cuidado de la tierra.
La buena mayordomía de la tierra y de las cosas de la tierra (plantas, animales y minerales) tiene componentes que, por la situación actual, son más urgentes que otros por el nivel de crisis que ya han alcanzado, aunque todos son importantes porque forman parte de un equilibrio global que si se altera en una de sus partes, se altera en su totalidad. Esos componentes urgentes son, en este momento:
• La mayordomía del agua.
• La mayordomía del aire.
• La mayordomía de los recursos naturales.
• La mayordomía de la basura.
LA MAYORDOMÍA DEL AGUA.
El incremento de la población, la desforestación y desertificación de la superficie terrestre y el uso desordenado del agua han provocado que este recurso esté escaseando.
Aún cuando la desalinización del agua del mar puede ser una solución a mediano plazo, en estos momentos, la disponibilidad de agua para el consumo humano y animal está escaseando.
Ello requiere, al nivel personal, el compromiso con un uso responsable del agua de acuerdo con estas prioridades:
• Primero. El consumo humano.
• Segundo. El consumo animal.
• Tercero. La producción de alimentos (riego).
• Cuarto. La limpieza con un uso moderado y responsable.
• Quinto. Otros usos responsables y moderados.
Adicionalmente, a niveles comunitarios, nacionales e internaciones, es necesario impulsar las medidas que tiendan a disminuir el calentamiento global (la producción de gases contaminantes como el CO2) y la desforestación.
LA MAYORDOMÍA DEL AIRE.
El aire es un elemento esencial a la vida así como el agua.
La contaminación del aire por efecto de los gases emanados de los vehículos, las plantas industriales, los incendios controlados e incontrolados, principalmente los forestales, etc., provocan varios efectos importantes, entre ellos:
Primero. La disminución de la capa de ozono que cubre la superficie terrestre y que constituye una protección contra el efecto dañino de la intensidad de los rayos del sol en la piel humana y el incremento del calor por el efecto de estos.
Segundo. El enrarecimiento del aire que respiramos y que provoca enfermedades de las vías respiratorias.
Tercero. La lluvia ácida, es decir, la lluvia que trae consigo el incremento de sustancias químicas dañinas al organismo y que se agregan al agua.
Cuarto. La superficie terrestre se cubre de una capa de mayor densidad que el aire, que impide que el calor provocado por los rayos del sol se retire de la superficie, provocando un efecto “invernadero” que contribuye al incremento de la temperatura en toda la superficie terrestre.
Quinto. Ese calentamiento global produce la desertificación de grandes extensiones de la superficie del globo con una consiguiente disminución de cultivos, muchos de los cuales son esenciales para el sostenimiento de la vida humana, principalmente los relacionados con la agricultura de subsistencia de los sectores más vulnerables de la población.
Sexto. El calentamiento de los mares y la atmósfera, que son responsables de modificaciones en los vientos (huracanes, ciclones, etc.), con su cuota de destrucción de vidas y bienes.
Por ello se hace necesario que a nivel personal asumamos una actitud responsable de cuidar la calidad de aire, entre ellas, sembrando plantas en la medida que sea posible, evitando el uso de productos que expelen sustancias contaminantes del ambiente y/o destructoras de la capa de ozono, y una actitud responsable en la conservación y mantenimiento de los vehículos y la energía que utilizamos, para evitar polución que contamina el ambiente.
A nivel comunitario, nacional e internacional, entre otras, apoyar la promoción e implementación de medidas que estén dirigidas a frenar la producción de gases contaminantes en la producción de bienes y la generación de energías alternas, amigables con el ambiente.
LA MAYORDOMÍA DE LOS RECURSOS NATURALES.
Todo lo que existe en la naturaleza, principalmente las materias primas y los cultivos, son para la preservación de la vida humana y animal.
Ello requiere un uso racional, principalmente de la tierra, para producir todos los alimentos que el sostenimiento de la vida requieren.
La tierra, el agua, y los productos que de ella se derivan, son para el sostenimiento de la vida de todos los seres humanos, no para la codicia de unos pocos en contra de la calidad de vida de los muchos.
Requiere también el uso racional y sostenible (que no afecte el mismo uso y beneficio para las próximas generaciones) de los recursos, no su agotamiento, por cuanto con ello estamos dañando la calidad de vida de las futuras generaciones.
Por ello es importante que en el uso de los recursos naturales, tanto a nivel personal como comunitario, nacional e internacional nos hagamos varias preguntas:
• Es necesario y justo para todos.
• Estamos garantizando la reposición.
• Estamos garantizando que las próximas generaciones van a tener lo mismo.
• Es la expresión de una buena mayordomía (el mejor uso, con el mayor beneficio para todos)
• Y principalmente, ese es el propósito de Dios para ese recurso.
LA MAYORDOMÍA DE LA BASURA.
La basura, lo tengamos claro o no, provoca varios efectos en la calidad de nuestra vida. Por ejemplo (no son todos):
Primero. En última instancia, consume recursos, naturales o no, que fueron utilizados para su producción, y que quizá hubieran podido tener un mejor y más eficiente uso (por ejemplo, los empaques de cartón consumen árboles).
Segundo. La disposición de basuras no reciclables implican el uso de extensiones de tierra que no se van a poder utilizar por muchísimos años para la agricultura y/o para usos más eficientes (el proceso de descomposición y/o desintegración toma años y la contaminación es absorbida por la tierra).
Tercero. Contamina nuestro ambiente, principalmente cuando la tiramos en cualquier lugar. Tapan los drenajes que después no pueden absorber el agua de las lluvias y provocan inundaciones; dan mala apariencia, etc.
Cuarto. Contaminan las fuentes de agua, tanto en la superficie, como subterráneas, que son utilizadas para el consumo humano, animal y de riego, contaminando paulatinamente, sin que nos demos cuenta, el cuerpo, lo que provoca, posteriormente, gastos para el tratamiento de salud, personal y colectivo; recursos que hubieran podido ser mejor utilizados para el mejoramiento de la calidad de vida.
Por ello es necesario que seamos responsables, tanto personal como comunitaria, nacional e internacionalmente, en cuanto a la generación y la disposición de las basuras, poniendo la basura en contenedores apropiados y no dejarla o tirarla en cualquier lado; reciclando todo aquello que sea posible; cuando existen otras alternativas, evitando el consumo de productos que generan basura y que podrían utilizar otros recursos menos contaminantes; evitando el consumo de productos que generan basura difícilmente reciclable, etc.
OBSERVACION FINAL.
En el Cuerpo de Cristo no existe una enseñanza respecto a todos los asuntos relacionados con el cuidado del medio ambiente y el uso de los recursos, principalmente por una falsa idea de que esas son cosas que escapan del ámbito de interés de las cosas espirituales, y que no tienen ningún interés para Dios. Sin embargo, necesitamos recordar varias cosas:
Primero. Que todo lo que existe (incluidos los recursos naturales, el medio ambiente, los animales, las plantas, los recursos minerales) fueron creados por Dios y son de Dios.
Segundo. Que el propósito de Dios cuando creó al ser humano es que este los administrara en Su Nombre (somos beneficiarios, no propietarios). Por lo tanto, vamos a dar cuentas, individual y colectivamente, del uso que hicimos de ellos. Espiritualmente, y eternamente, el uso que hagamos de los recursos y la creación no son neutrales, van a tener un efecto positivo o negativo sobre nuestra vida aquí en la tierra y en la eternidad, y también sobre la de nuestros hijos, nietos y siguientes generaciones.
Tercero. Todo ello implica la necesidad de un uso responsable de todo lo que Dios ha creado.
Como consecuencia de lo anterior, la Iglesia debería salir de la posición escapista, simplista e indiferente, enseñando más acerca de estos temas, en todo nivel, para cumplir con el mandato original de Dios al ser humano de cuidar y labrar la tierra, además de estar liderando, por los motivos correctos, el cuidado del medio ambiente, en lugar de dejarlo en manos de grupos de la “New Age” que lo hacen por idolatría hacia la naturaleza (que es uno de sus dioses, sino el más importante), y que por ende, adoptan, en muchos casos, posiciones contrarias a las bíblicas y al propósito de Dios.
05
Ene
2009