La ley del Corazón.
LA LEY DEL CORAZÓN.
Enunciado.
La enseñanza que hace efecto (transformadora) no es de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón (Prov 23:7, 1 Cor 2.1-5, Deut 6:4-6).
Corazón (para los hebreos) implicaba la totalidad de la personalidad humana: intelecto, emociones, voluntad, decisiones, sentimientos.
El proceso de la enseñanza, entonces, desde la perspectiva bíblica, es la transformación total de la personalidad por la gracia sobrenatural de Dios, que se extiende a transformar otras personalidades por la misma gracia (Mat 10:8: lo que de gracia recibimos, de gracia damos).
La esencia de la comunicación: ethos, pathos y logos.
Ethos (el carácter): la credibilidad del maestro, sus credenciales (Mat 7:29, Mar 1:22, Luc 4:32),
Quien es usted es mucho más importante que lo que dice y hace.
Quién es usted determina lo que usted dice y hace.
El carácter del maestro es lo que le proporciona confianza al alumno. Cuando ven la calidad de nuestra vida saben que tenemos algo de valor que aportarles.
Confianza: el mejor utensilio que tenemos para la comunicación por lo que nunca debemos destruírlo porque es la cosa más difícil de reconstruír.
El perdón se da, la confianza se gana.
Pathos: la compasión (Mat 9:36, Mat 14:14, Mar 6:34).
Tiene que ver con cómo el maestro logra levantar la pasión en sus oyentes y estimular sus emociones.
Las emociones tienen que correr en la dirección de las acciones: ese es el secreto de la motivación.
Si los alumnos se sienten amados, estarán ansiosos de hacer todas las cosas que el maestro quiere que hagan.
Hombres, mujeres, jóvenes y niños, todos, son atraídos por una persona que los ama.
Logos: el contenido.
Jn 1:1, Jn 1:14: el Verbo.
Cuando Dios quiso enviar su mensaje a nosotros lo envolvió en una Persona (Jesucristo).
Envuelve la presentación de la evidencia: toma la mente y le da entendimiento.
Provee razones para la acción de los oyentes, lo que requiere que puedan ver cuán lógica y razonable es esa acción.
Lo entiende, lo ha descubierto, se apropia de ello, lo entreteje en el tejido de su vida.
Enseñanza-aprendizaje.
Ambas palabras son inseparables.
Si el alumno no ha aprendido, el maestro no ha enseñado.
La efectividad de la enseñanza está, no en lo que el maestro hace, sino en lo que el alumno hace como resultado de lo que el maestro hace.
Enseñar implica que el otro aprende y aprender es cambiar: pensamientos (mente), sentimientos (emociones), comportamiento (voluntad).
Rom 8:29, Rom 12:2: fuimos predestinados para ser vertidos en el molde de Jesucristo, no en el molde del mundo, lo que requiere la transformación de nuestro entendimiento que es una transformación interna.
¿Dónde comienza el aprendizaje?
Todo aprendizaje comienza en el nivel de los sentimientos:
La gente acepta lo que esta dispuesta a aceptar y rechaza lo que está dispuesta a rechazar.
Si la actitud del maestro es positiva, los alumnos tienden a aceptar lo que oyen (y viceversa).
Si tienen sentimientos negativos respecto al maestro rechazarán lo que él les diga porque lo rechazan a él.
A nadie le importa lo que usted sabe hasta que entienden que usted quiere ayudarlos.
Usted consigue el aprendizaje de sus alumnos por medio de su relación con ellos, estableciendo simpatía para que se sientan libres para interactuar con usted en la materia que les está enseñando.
Ser una persona influyente.
Conozca a sus alumnos: mientas más los conozca más sabrá de sus necesidades y por lo tanto más podrá suplirlas.
Requiere identificarse personalmente con ellos..
Requiere dedicación y tiempo: llegar temprano y salir tarde de las clases solo para hablar con ellos, invitarlos a su casa, compartir tiempo con ellos fuera del aula.
La buena enseñanza tiene un precio: estar dispuesto a derramar nuestras vidas (como Jesús, Jn 10.11).
No podemos impresionar a la gente desde lejos; para influenciarlos necesitamos estar cerca de ellos y mientras más cerca, mayor el impacto. Que se den cuenta que estamos hechos del mismo material que ellos sin tapar nuestras faltas.
Gánese el derecho de que le escuchen: credibilidad (integridad) (Mat 7:29, Mar 1:22, Luc 4:32),
Esté dispuesto a ser vulnerable: que los alumnos puedan saber cuales son sus luchas y con qué ha tenido que luchar por años.
La mayor parte de ellos tienden a vernos en términos de donde estamos ahora más bien que a la luz de lo que hemos pasado; solo ven el presente, no ven el proceso.
Pensemos en la manera de pasarles lo que Dios nos ha enseñado a través de esas experiencias y fracasos agonizantes, las experiencias que nos han hecho lo que somos ahora.
No olvidemos los hechos ni las acciones.
Aún cuando los sentimientos son importantes, no lo son todo.
Lo que creemos determina nuestro comportamiento.
No podemos comportarnos correctamente de una manera consistente a menos que creamos correctamente.
Dios está interesado en que entendamos Su libro; lo entendemos cuando lo estudiamos.
Cuando Dios le dio forma a Su mensaje en Su libro lo hizo con la intención de hablarnos directamente en esta época; por lo tanto, contiene todo lo que necesitamos para el tiempo y la eternidad.
El Cristianismo no se basa meramente en experiencia (aunque las produce); se basa en hechos históricos (1 Cor 15) como la muerte, sepultura y resurrección de Cristo.
El contenido es muy importante desde el punto de vista bíblico.
Tenemos que conocer la verdad que Dios ha revelado por lo que nunca olvidemos los hechos de la Palabra de Dios.
Mientras que la mente, las emociones y la voluntad no hayan cambiado, la enseñanza bíblica no ha tomado lugar (la parábola del hijo pródigo; Luc 15:11-31).
Enunciado.
La enseñanza que hace efecto (transformadora) no es de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón (Prov 23:7, 1 Cor 2.1-5, Deut 6:4-6).
Corazón (para los hebreos) implicaba la totalidad de la personalidad humana: intelecto, emociones, voluntad, decisiones, sentimientos.
El proceso de la enseñanza, entonces, desde la perspectiva bíblica, es la transformación total de la personalidad por la gracia sobrenatural de Dios, que se extiende a transformar otras personalidades por la misma gracia (Mat 10:8: lo que de gracia recibimos, de gracia damos).
La esencia de la comunicación: ethos, pathos y logos.
Ethos (el carácter): la credibilidad del maestro, sus credenciales (Mat 7:29, Mar 1:22, Luc 4:32),
Quien es usted es mucho más importante que lo que dice y hace.
Quién es usted determina lo que usted dice y hace.
El carácter del maestro es lo que le proporciona confianza al alumno. Cuando ven la calidad de nuestra vida saben que tenemos algo de valor que aportarles.
Confianza: el mejor utensilio que tenemos para la comunicación por lo que nunca debemos destruírlo porque es la cosa más difícil de reconstruír.
El perdón se da, la confianza se gana.
Pathos: la compasión (Mat 9:36, Mat 14:14, Mar 6:34).
Tiene que ver con cómo el maestro logra levantar la pasión en sus oyentes y estimular sus emociones.
Las emociones tienen que correr en la dirección de las acciones: ese es el secreto de la motivación.
Si los alumnos se sienten amados, estarán ansiosos de hacer todas las cosas que el maestro quiere que hagan.
Hombres, mujeres, jóvenes y niños, todos, son atraídos por una persona que los ama.
Logos: el contenido.
Jn 1:1, Jn 1:14: el Verbo.
Cuando Dios quiso enviar su mensaje a nosotros lo envolvió en una Persona (Jesucristo).
Envuelve la presentación de la evidencia: toma la mente y le da entendimiento.
Provee razones para la acción de los oyentes, lo que requiere que puedan ver cuán lógica y razonable es esa acción.
Lo entiende, lo ha descubierto, se apropia de ello, lo entreteje en el tejido de su vida.
Enseñanza-aprendizaje.
Ambas palabras son inseparables.
Si el alumno no ha aprendido, el maestro no ha enseñado.
La efectividad de la enseñanza está, no en lo que el maestro hace, sino en lo que el alumno hace como resultado de lo que el maestro hace.
Enseñar implica que el otro aprende y aprender es cambiar: pensamientos (mente), sentimientos (emociones), comportamiento (voluntad).
Rom 8:29, Rom 12:2: fuimos predestinados para ser vertidos en el molde de Jesucristo, no en el molde del mundo, lo que requiere la transformación de nuestro entendimiento que es una transformación interna.
¿Dónde comienza el aprendizaje?
Todo aprendizaje comienza en el nivel de los sentimientos:
La gente acepta lo que esta dispuesta a aceptar y rechaza lo que está dispuesta a rechazar.
Si la actitud del maestro es positiva, los alumnos tienden a aceptar lo que oyen (y viceversa).
Si tienen sentimientos negativos respecto al maestro rechazarán lo que él les diga porque lo rechazan a él.
A nadie le importa lo que usted sabe hasta que entienden que usted quiere ayudarlos.
Usted consigue el aprendizaje de sus alumnos por medio de su relación con ellos, estableciendo simpatía para que se sientan libres para interactuar con usted en la materia que les está enseñando.
Ser una persona influyente.
Conozca a sus alumnos: mientas más los conozca más sabrá de sus necesidades y por lo tanto más podrá suplirlas.
Requiere identificarse personalmente con ellos..
Requiere dedicación y tiempo: llegar temprano y salir tarde de las clases solo para hablar con ellos, invitarlos a su casa, compartir tiempo con ellos fuera del aula.
La buena enseñanza tiene un precio: estar dispuesto a derramar nuestras vidas (como Jesús, Jn 10.11).
No podemos impresionar a la gente desde lejos; para influenciarlos necesitamos estar cerca de ellos y mientras más cerca, mayor el impacto. Que se den cuenta que estamos hechos del mismo material que ellos sin tapar nuestras faltas.
Gánese el derecho de que le escuchen: credibilidad (integridad) (Mat 7:29, Mar 1:22, Luc 4:32),
Esté dispuesto a ser vulnerable: que los alumnos puedan saber cuales son sus luchas y con qué ha tenido que luchar por años.
La mayor parte de ellos tienden a vernos en términos de donde estamos ahora más bien que a la luz de lo que hemos pasado; solo ven el presente, no ven el proceso.
Pensemos en la manera de pasarles lo que Dios nos ha enseñado a través de esas experiencias y fracasos agonizantes, las experiencias que nos han hecho lo que somos ahora.
No olvidemos los hechos ni las acciones.
Aún cuando los sentimientos son importantes, no lo son todo.
Lo que creemos determina nuestro comportamiento.
No podemos comportarnos correctamente de una manera consistente a menos que creamos correctamente.
Dios está interesado en que entendamos Su libro; lo entendemos cuando lo estudiamos.
Cuando Dios le dio forma a Su mensaje en Su libro lo hizo con la intención de hablarnos directamente en esta época; por lo tanto, contiene todo lo que necesitamos para el tiempo y la eternidad.
El Cristianismo no se basa meramente en experiencia (aunque las produce); se basa en hechos históricos (1 Cor 15) como la muerte, sepultura y resurrección de Cristo.
El contenido es muy importante desde el punto de vista bíblico.
Tenemos que conocer la verdad que Dios ha revelado por lo que nunca olvidemos los hechos de la Palabra de Dios.
Mientras que la mente, las emociones y la voluntad no hayan cambiado, la enseñanza bíblica no ha tomado lugar (la parábola del hijo pródigo; Luc 15:11-31).
07
Ene
2009