Estudio Bíblico

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Fe y responsabilidad social. Fundamentos (artículo).



FE Y RESPONSABILIDAD SOCIAL. FUNDAMENTOS.



INTRODUCCIÓN.


Es indiscutible que hay una relación entre el desarrollo y la consolidación de los sistemas democráticos del mundo. Pero hay una relación mucho más importante entre los principios y valores que las sociedades han desarrollado en su historia y que constituyen su idiosincrasia, y el grado de desarrollo humano integral (económico, social, cultural, político, etc.) que ellas han alcanzado (Prov 23:7).

Los seres humanos actuamos de acuerdo a nuestras convicciones y estas se forman a través de la educación que hemos recibido de nuestros padres, del colegio, de la universidad, de las tradiciones, de la lectura de libros y otros. El pensamiento de las personas en general, y más específicamente, los fundamentos de ese pensamiento (los principios y valores que los sustentan) y la actitud que deriva de esos fundamentos, hace la diferencia en cuanto al nivel de desarrollo de las naciones y de las personas (Sal 1:1-3, Jos 1:8, 3 Jn 2).

Benjamín Franklin dijo: "Aquel que introduzca en los asuntos públicos los principios del Cristianismo Primitivo, cambiará la faz del mundo". Napoleón Bonaparte decía que la Biblia no es un mero libro, sino una creación viviente con un poder que vence a todo cuanto se le opone y George Washington declaró que es imposible gobernar rectamente al mundo sin Dios y sin la Biblia (Deut 30.19-20, Deut 17:14-20, Prov 11:10-11).

La Biblia es un manual de vida práctico que Dios inspiró para enseñarnos, reprendernos, corregirnos e instruirnos en todos los aspectos de la vida individual y colectiva (2 Tim 3:16-17). La Biblia y la relación que todo ser humano necesita establecer con Dios de acuerdo a ella, no es religión, es una forma de vida y los grandes pensadores de la humanidad (como Benjamín Franklin y Napoleón Bonaparte, citados anteriormente) lo han entendido de esa forma (Lev 18:4-5, Jos 1:8).

Cuando conocemos lo que dice la Biblia, cambiamos nuestro entendimiento y encontramos el propósito por el cual hemos sido creados. Una vez que conocemos sus mandamientos, sus estatutos y preceptos, no podemos ver la vida bajo el mismo cristal con que la veíamos antes (Rom 122, 3 Jn 2, Sal 1:1-3).

Para construir una nación próspera, de acuerdo a la experiencia de las naciones más desarrolladas de la tierra, la mayor parte de la población necesita vivir bajo los siguientes principios y valores, que son principios eminentemente bíblicos:

• La moral bíblica (los diez mandamientos y la regla de oro) (Deut 28:1-14, Exo 20:1-17, Mat 7:12).
• El respeto riguroso de los derecho de los demás (Fil 2:3-4, Mat 7:12).
• El amor al trabajo diligente (Prov 10:4, Prov 19.15, Prov 21:5, Prov 12.27).
• La responsabilidad en todas las áreas de la vida (personal, familiar, laboral, social, etc.) (1 Ped 4:10, 1 Cor 4:1-2).
• La puntualidad (Ezeq 6:13-14).
• La honradez y la integridad (2 Rey 22:4-7, Sal 84:11, Prov 20:7).
• La práctica del ahorro y la inversión (no del endeudamiento) (Prov 6:1-8, Prov 13:11, Tit 2:12).
• El respeto a la autoridad, la ley y los reglamentos (Rom 13:1-7).
• El deseo de superación (Prov 4.18, Fil 1:6, Fil 3:14).
• El orden y la limpieza (1 Cor 14:33, 1 Cor 14:40, Gen 35:2).
• La justicia (Prov 14:34, Prov 16:12, Mat 6:33, Prov 12:28, Prov 11:19).

Todos estos principios, aplicados a y en las diferentes esferas de la sociedad por la mayor cantidad posible de personas, y con el respaldo de Dios, indudablemente transformarán nuestra nación (Deut 28.1-14).



REALIDAD NACIONAL.


La pobreza e ignorancia en la que Guatemala se encuentra sumida no es solamente el producto de malos gobiernos ni de un sistema económico-político-social-cultural negativo, sino de una sociedad cuyos principios y valores se han deteriorado a tal grado que, la falta de transparencia, de honestidad, de integridad, de justicia y de responsabilidad es la norma (Prov 29:2).

Sin embargo, ello no es una situación a la que estemos condenados de por vida, ni una situación que para que cambie necesitemos que venga una persona o un equipo de personas excepcionalmente dotadas (Dan 2:21). Todos juntos podemos y necesitamos trabajar para producir ese cambio que todos anhelamos (Rom 8:19-21, Jer 15:19, Mat 28.18-20).

En Guatemala no somos pobres porque a nuestro país le falten riquezas naturales, o porque la naturaleza haya sido cruel con nosotros. Guatemala no es una nación pobre. Es una nación rica, llena de recursos naturales, con una ubicación geopolítica envidiable, pero sobre todo, con una población productiva. Somos pobres porque a los guatemaltecos nos falta el carácter necesario para cumplir las premisas básicas de funcionamiento de las sociedades (Deut 28:15-68, Prov 13:23, Prov 13.18).

La Constitución de la República de Guatemala da inicio invocando el nombre de Dios, lo que implica un mandato para que el Estado y el gobierno, tomando en cuenta los preceptos bíblicos, inspire a la ciudadanía a establecer una nueva forma de pensar que genere una nueva conducta (Rom 12:2) que deje atrás la pobreza, la injusticia, la división, la violencia y la corrupción, y podamos construir una nueva nación de acuerdo al propósito que Dios tiene para las naciones: una nación próspera, en paz, con justicia (Sal 33:12, Prov 14:34).

Como hijos e hijas de Dios que amamos Guatemala y creemos con todo nuestro corazón que esta es la nación que El nos heredó (Sal 2:8, Deut 28:11, Mat 28:18-20), y que fuimos puestos en ella para que seamos colaboradores de El en la redención de ella (2 Cor 5:17-18, Rom 8:19-21), necesitamos comprometernos a divulgar a todo nivel y con el mayor alcance posible, los principios de Dios relacionados con la vida en sociedad y de la nación, de tal manera que todos seamos transformados en nuestra manera de vivir y los males que hoy nos aquejan se alejen de nosotros y alcancemos el desarrollo integral que todos anhelamos para nuestra nación (3 Jn 2, Sal 1:1-3). Parte de nuestro cristianismo, si queremos ser totalmente consecuentes para con Dios y Sus instrucciones establecidas en Su Palaba, implica no solo el desear ver transformada nuestra nación en una nación fundamentada en los principios y valores bíblicos, sino estar comprometidos con esa transformación a través de nuestra práctica diaria (Efe 1:9-10, Col 1:15-21).

El Estado, desde la perspectiva Bíblica, es un ente con responsabilidades limitadas, las cuales tienen que ver con la aplicación de la justicia en forma rápida, con la protección de los derechos inalienables a la vida, la libertad y la propiedad y con el establecimiento del orden social para que los individuos y las empresas puedan desarrollarse y comerciar libremente (Rom 13:1-7, Prov 31:8-9, Prov 20:26, Prov 29:4, Sal 63:11).

Sin embargo, básicamente por la adopción de conceptos contrarios a los de la Palabra de Dios (Prov 16:25), la mayoría de los guatemaltecos ven al gobierno como dios, o por lo menos, como la institución responsable de solventarles todos sus problemas y de llenar todas sus necesidades económicas, sociales, educativas, culturales, de salud, etc., y por el otro lado, todos reclamamos nuestros derechos, pero generalmente no estamos tan dispuestos a cumplir con nuestras responsabilidades, cuando ello implica el sacrificio de algún interés personal. Como resultado de que la sociedad y los ciudadanos le han asignado al Estado roles, funciones y expectativas que no corresponden a la realidad ni a lo establecido en la Palabra de Dios, la ciudadanía en general se encuentra frustrada, desconfiada y decepcionada del Estado, y desesperanzada por el futuro que le espera. Sin embargo, ello no tendría que ser así. Esa realidad puede, debe y necesita ser transformada en beneficio de todos los ciudadanos de hoy y del mañana.

Para ello es indispensable entender el plan de Dios para el funcionamiento del ser humano y de la sociedad en la cual vive, y de las instituciones que la conforman, y entre ello, que el Gobierno es el responsable de la consolidación del régimen de legalidad y de la legitimidad para la construcción de un Estado de Derecho, en el que las leyes de los hombres no deben negar, contradecir o violar los mandamientos, estatutos y preceptos establecidos por Dios. Tanto el pueblo como los gobernantes han de estar sujetos a la ley para que funcione un verdadero Estado de Derecho, lo que implica que los ciudadanos no deben ser solamente protegidos contra acciones dañinas de otros ciudadanos y de organizaciones sociales de cualquier tipo, sino también de abusos de su propio gobierno.



ANTECEDENTES HISTÓRICOS.


Ejemplos históricos de lo que es edificar una nación bajo los principios bíblicos, lo encontramos en Inglaterra, Suiza, Estados Unidos. Estas naciones fueron fundadas y edificadas, en menor o mayor grado, aplicando como sus principios fundamentales los preceptos bíblicos, lo cual dio como resultado que, en relativamente poco tiempo, llegaran a ser naciones prósperas, sólidamente fundamentadas, y con altos niveles de bienestar de sus habitantes, los cuales aún perduran hasta nuestros días a pesar de una serie de situaciones adversas.

Igualmente, la mayoría de los hombres y mujeres que lucharon por su independencia (en el caso de los Estados Unidos), el derecho y la justicia, la prevalencia de los derechos humanos y los derechos civiles de las minorías, la abolición de la esclavitud, etc., eran temerosos de Dios y regían sus vidas de acuerdo a la Biblia, sabiendo que los principios encontrados en ella pueden ser aplicados a todas las áreas de la vida.

En estas naciones se cumplieron las promesas que Dios hace en Su Palabra para las naciones, por cuanto también cumplieron con las condiciones dadas por Dios para recibir múltiples bendiciones. Esto mismo queremos y es posible lograr para Guatemala porque Dios sigue ha sido, es y seguirá siendo el mismo (Mal 3:6, Heb 13:8), y El está comprometido con el cumplimiento de Su Palabra en todo lugar y en todo tiempo (Num 23:19-20).

Por medio del conocimiento, entendimiento y práctica de los principios y valores que promulga la Biblia se puede transformar nuestra nación aplicando un modelo político que se fundamente en los principios y valores sustentados por ella, restaurando el verdadero propósito del Estado, la responsabilidad y la confianza del pueblo y proveyendo una visión de futuro que permita construir la Guatemala que todos anhelamos. La transparencia, la honestidad, la integridad, la justicia y la responsabilidad, son principios que aplicados realmente (no demagógicamente) al Estado y a las diferentes esferas de la sociedad cambiarán a nuestra nación.


10 Mar 2009