Presupuesto de ingresos y gastos (artìculo).
ORDENANDO NUESTRAS FINANZAS (MANEJANDO UN PRESUPUESTO) (Prov 27.23-27
La falta de presupuesto de ingresos y egresos es una evidencia de desorden en el manejo de nuestras finanzas, aun cuando tengamos más de lo necesario para cubrir todos nuestros gastos, y más aún, cuando no tenemos suficiente.
Si no tenemos un presupuesto, los gastos no los vamos a determinar nosotros sino los antojos, los deseos de los ojos, los deseos de la carne, los gustos, los deseos, las urgencias o los demás. De esa manera, seguramente, vamos a desviar el destino de los recursos que Dios nos dio para la visión, y eso se llama “malversación de fondos”, y como consecuencia, nos vamos a quedar sin recursos para cumplir con la visión de El.
Otro efecto de no tener un presupuesto y regirnos por él en el manejo de las finanzas es que, cada vez que nos aumenten, vamos a distribuir desordenada o equivocadamente el incremento.
El presupuesto, y la convicción de cumplirlo nos ayudara a desarrollar disciplina en el manejo de las finanzas y nos evitará gastar desordenadamente.
PARTES DE UN PRESUPUESTO.
Cuando organizamos un presupuesto es para lograr ordenar nuestros gastos y para evitar que los gastos sean mayores que los ingresos. En consecuencia, el presupuesto debe estar organizado de tal manera que los egresos más importantes y necesarios estén al principio y los secundarios o menos importantes al final y la distribución de los recursos disponibles siga ese mismo orden. Al hacerlo de esa manera estamos priorizando el uso de los recursos y ordenando la distribución de los incrementos futuros, evitando que los destinemos a renglones innecesarios o en cosas que son superfluas o no necesarias. Una distribución aconsejable del presupuesto sería la siguiente:
* Diezmos (10%).
* Necesidades nuestras y de nuestras familias
* Comida.
* Techo.
* Alquiler o cuota de la casa.
* Servicios (agua, luz, teléfono).
* Impuestos.
* Ropa y calzado.
* Médicos y medicinas.
* Transporte.
* Educación.
* Impuestos.
* Sueldos a empleados.
* Deudas (El restante).
* Honra a los padres, ofrendas (mínimo 5%).
* Ofrendas para otros familiares.
* Ofrendas para los pobres.
* Ofrendas para la obra del Reino.
* Ahorro e Inversión (mínimo 5%).
* Seguros (de vida, de gastos médicos, de accidentes, etc.).
* Ahorro razonable para emergencias y para vejez.
* Inversiones sabias y productivas de acuerdo a la dirección de Dios.
* Ahorros para otras contingencias o proyectos.
Nota: cuando hagamos el presupuesto y definamos los gastos para nuestras necesidades debemos colocar el costo real de lo básico para cubrirlas, y una vez cubiertas, solo incrementarlos por inflación y/o necesidades reales, mientras no estén cubiertos los mínimos de los demás rubros.
CONSIDERACIONES RESPECTO A LOS RENGLONES DE GASTOS DEL PRESUPUESTO.
LOS DIEZMOS (Mal 3:8-12). Por ninguna razón se deben eliminar o rebajar. Esto es un dinero que Dios nos da para que nosotros se lo devolvamos de tal manera que al manifestar nuestra obediencia El reprende al devorar por nosotros (gastos imprevistos) sino que también abre las ventanas de los cielos para que seamos bendecidos (ello implica más recursos para cumplir con nuestro presupuesto). Este rubro debe ser pagado inmediatamente de recibir los ingresos (Exo 22:29-31, Num 3:13), porque con ello estamos santificando el 90% de lo que nos queda a nosotros. Si no lo hacemos así, le estamos dando derecho al devorador a que se “coma” una parte de nuestros ingresos, y lo más seguro es que después ya no vamos a tener como cubrir el diezmo. Por eso el diezmo es el primer pago que necesitamos hacer.
NECESIDADES BÁSICAS (1 Tim 6:8). Esto incluye todos los gastos que la Biblia nos enseña que son los esenciales: sustento (comida) y abrigo (techo -casa- y ropa). Solo incrementarlos por inflación y/o necesidades reales, mientras no estén cubiertos los mínimos de los demás renglones. Si bien es cierto que no todos los meses compramos ropa y calzado, es bueno ir guardando cada mes (no gastárselo) para cuando se presente la necesidad de tal manera que no nos afecte nuestro presupuesto de ese mes específico. Este renglón de gastos y todos sus derivados solo deberíamos incrementarlos por inflación y/o necesidades reales, mientras no estén cubiertos los mínimos de los demás renglones.
MEDICOS Y MEDICINAS. Igual que con la ropa y el calzado, si bien no gastamos en ello todos los meses, es bueno ir guardando cada mes (no gastárnoslo) para cuando se presente la necesidad de tal manera que no nos afecte nuestro presupuesto de ese mes específico.
SUELDOS EMPLEADOS. Este gasto no es posible dejarlo de hacer si tenemos personas que trabajan para nosotros. Este gasto debe ser prioridad por cuanto para ellos es lo que les va a permitir cumplir con satisfacer sus necesidades básicas. La Biblia habla muy severamente contra aquellos que no les pagan sus sueldos a sus empleados o no se los pagan completos (Sant 5.1-6).
HONRA A LOS PADRES (Exo 20:12, Deut 5:16). El mandamiento de honrar a nuestros padres para que nos vaya bien en la tierra y nuestra vida sea alargada, incluye el honrarlos con nuestros recursos económicos. Jesús critica a los fariseos porque con tal de recibir las ofrendas, habían anulado el mandamiento de darles a los padres si la gente decía que ese dinero era para ofrendarle a Dios. Jesús instruye en ese pasaje que hay que hacer ambas cosas. Este rubro siempre debería tener destinado algo, porque ello es una llave para bendición nuestra. Un mínimo posible para este rubro podría ser el del 5% del total de nuestro ingresos.
OFRENDAS. Las ofrendas son siembra y es lo que determina nuestra cosecha futura. Si queremos tener cosecha (más ingresos) es necesario sembrar antes y Dios siempre da semilla al que siembra para que obtenga una cosecha. El diezmo protege nuestros ingresos actuales, en tanto que la ofrenda es la siembra que nos va a permitir incrementar la cosecha. Un mínimo posible para este rubro podría ser el del 5% de nuestros ingresos.
DEUDAS. Mientras tengamos deudas, todo el dinero que nos sobre después de haber efectuado la distribución de nuestros recursos entre todos los renglones anteriores, debe ser usado para pagarlas, hasta cancelarlas totalmente, en cumplimiento del mandato de la Palabra de no deberle nada a nadie (Rom 13:8).
AHORRO E INVERSIÓN. Una vez cubiertos todos nuestros gastos en sus mínimos podríamos destinar el resto a ahorro e inversión. Un máximo aceptable para este rubro es destinar el 10% de nuestros ingresos, hasta que tengamos ahorrados para vivir de los ahorros unos dos o tres años.
Cuando nuestro ingreso no alcanza, la disminución de gastos lo aconsejable sería comenzar por el último renglón del presupuesto (ahorro e inversión) e ir subiendo gradualmente, hasta alcanzar aquellos renglones que constituyen los de necesidades básicas, siguiendo el orden en el que los hemos colocado. Cuando en un renglón ya alcanzamos el 5% de nuestros ingresos entonces subimos a recortar en el siguiente, y así sucesivamente.
Cuando se incrementen nuestros ingresos, después de incrementar el renglón correspondiente al diezmo, sería aconsejable que su distribución vaya en la misma dirección: comenzando por el último renglón del presupuesto (ahorro e inversión) e ir subiendo gradualmente hasta alcanzar aquellos renglones que constituyen los de necesidades básicas siguiendo el orden en el que los hemos colocado. Cuando en un renglón ya alcanzamos el 10% de nuestros ingresos entonces subimos a incrementar el siguiente, y así sucesivamente.
La falta de presupuesto de ingresos y egresos es una evidencia de desorden en el manejo de nuestras finanzas, aun cuando tengamos más de lo necesario para cubrir todos nuestros gastos, y más aún, cuando no tenemos suficiente.
Si no tenemos un presupuesto, los gastos no los vamos a determinar nosotros sino los antojos, los deseos de los ojos, los deseos de la carne, los gustos, los deseos, las urgencias o los demás. De esa manera, seguramente, vamos a desviar el destino de los recursos que Dios nos dio para la visión, y eso se llama “malversación de fondos”, y como consecuencia, nos vamos a quedar sin recursos para cumplir con la visión de El.
Otro efecto de no tener un presupuesto y regirnos por él en el manejo de las finanzas es que, cada vez que nos aumenten, vamos a distribuir desordenada o equivocadamente el incremento.
El presupuesto, y la convicción de cumplirlo nos ayudara a desarrollar disciplina en el manejo de las finanzas y nos evitará gastar desordenadamente.
PARTES DE UN PRESUPUESTO.
Cuando organizamos un presupuesto es para lograr ordenar nuestros gastos y para evitar que los gastos sean mayores que los ingresos. En consecuencia, el presupuesto debe estar organizado de tal manera que los egresos más importantes y necesarios estén al principio y los secundarios o menos importantes al final y la distribución de los recursos disponibles siga ese mismo orden. Al hacerlo de esa manera estamos priorizando el uso de los recursos y ordenando la distribución de los incrementos futuros, evitando que los destinemos a renglones innecesarios o en cosas que son superfluas o no necesarias. Una distribución aconsejable del presupuesto sería la siguiente:
* Diezmos (10%).
* Necesidades nuestras y de nuestras familias
* Comida.
* Techo.
* Alquiler o cuota de la casa.
* Servicios (agua, luz, teléfono).
* Impuestos.
* Ropa y calzado.
* Médicos y medicinas.
* Transporte.
* Educación.
* Impuestos.
* Sueldos a empleados.
* Deudas (El restante).
* Honra a los padres, ofrendas (mínimo 5%).
* Ofrendas para otros familiares.
* Ofrendas para los pobres.
* Ofrendas para la obra del Reino.
* Ahorro e Inversión (mínimo 5%).
* Seguros (de vida, de gastos médicos, de accidentes, etc.).
* Ahorro razonable para emergencias y para vejez.
* Inversiones sabias y productivas de acuerdo a la dirección de Dios.
* Ahorros para otras contingencias o proyectos.
Nota: cuando hagamos el presupuesto y definamos los gastos para nuestras necesidades debemos colocar el costo real de lo básico para cubrirlas, y una vez cubiertas, solo incrementarlos por inflación y/o necesidades reales, mientras no estén cubiertos los mínimos de los demás rubros.
CONSIDERACIONES RESPECTO A LOS RENGLONES DE GASTOS DEL PRESUPUESTO.
LOS DIEZMOS (Mal 3:8-12). Por ninguna razón se deben eliminar o rebajar. Esto es un dinero que Dios nos da para que nosotros se lo devolvamos de tal manera que al manifestar nuestra obediencia El reprende al devorar por nosotros (gastos imprevistos) sino que también abre las ventanas de los cielos para que seamos bendecidos (ello implica más recursos para cumplir con nuestro presupuesto). Este rubro debe ser pagado inmediatamente de recibir los ingresos (Exo 22:29-31, Num 3:13), porque con ello estamos santificando el 90% de lo que nos queda a nosotros. Si no lo hacemos así, le estamos dando derecho al devorador a que se “coma” una parte de nuestros ingresos, y lo más seguro es que después ya no vamos a tener como cubrir el diezmo. Por eso el diezmo es el primer pago que necesitamos hacer.
NECESIDADES BÁSICAS (1 Tim 6:8). Esto incluye todos los gastos que la Biblia nos enseña que son los esenciales: sustento (comida) y abrigo (techo -casa- y ropa). Solo incrementarlos por inflación y/o necesidades reales, mientras no estén cubiertos los mínimos de los demás renglones. Si bien es cierto que no todos los meses compramos ropa y calzado, es bueno ir guardando cada mes (no gastárselo) para cuando se presente la necesidad de tal manera que no nos afecte nuestro presupuesto de ese mes específico. Este renglón de gastos y todos sus derivados solo deberíamos incrementarlos por inflación y/o necesidades reales, mientras no estén cubiertos los mínimos de los demás renglones.
MEDICOS Y MEDICINAS. Igual que con la ropa y el calzado, si bien no gastamos en ello todos los meses, es bueno ir guardando cada mes (no gastárnoslo) para cuando se presente la necesidad de tal manera que no nos afecte nuestro presupuesto de ese mes específico.
SUELDOS EMPLEADOS. Este gasto no es posible dejarlo de hacer si tenemos personas que trabajan para nosotros. Este gasto debe ser prioridad por cuanto para ellos es lo que les va a permitir cumplir con satisfacer sus necesidades básicas. La Biblia habla muy severamente contra aquellos que no les pagan sus sueldos a sus empleados o no se los pagan completos (Sant 5.1-6).
HONRA A LOS PADRES (Exo 20:12, Deut 5:16). El mandamiento de honrar a nuestros padres para que nos vaya bien en la tierra y nuestra vida sea alargada, incluye el honrarlos con nuestros recursos económicos. Jesús critica a los fariseos porque con tal de recibir las ofrendas, habían anulado el mandamiento de darles a los padres si la gente decía que ese dinero era para ofrendarle a Dios. Jesús instruye en ese pasaje que hay que hacer ambas cosas. Este rubro siempre debería tener destinado algo, porque ello es una llave para bendición nuestra. Un mínimo posible para este rubro podría ser el del 5% del total de nuestro ingresos.
OFRENDAS. Las ofrendas son siembra y es lo que determina nuestra cosecha futura. Si queremos tener cosecha (más ingresos) es necesario sembrar antes y Dios siempre da semilla al que siembra para que obtenga una cosecha. El diezmo protege nuestros ingresos actuales, en tanto que la ofrenda es la siembra que nos va a permitir incrementar la cosecha. Un mínimo posible para este rubro podría ser el del 5% de nuestros ingresos.
DEUDAS. Mientras tengamos deudas, todo el dinero que nos sobre después de haber efectuado la distribución de nuestros recursos entre todos los renglones anteriores, debe ser usado para pagarlas, hasta cancelarlas totalmente, en cumplimiento del mandato de la Palabra de no deberle nada a nadie (Rom 13:8).
AHORRO E INVERSIÓN. Una vez cubiertos todos nuestros gastos en sus mínimos podríamos destinar el resto a ahorro e inversión. Un máximo aceptable para este rubro es destinar el 10% de nuestros ingresos, hasta que tengamos ahorrados para vivir de los ahorros unos dos o tres años.
Cuando nuestro ingreso no alcanza, la disminución de gastos lo aconsejable sería comenzar por el último renglón del presupuesto (ahorro e inversión) e ir subiendo gradualmente, hasta alcanzar aquellos renglones que constituyen los de necesidades básicas, siguiendo el orden en el que los hemos colocado. Cuando en un renglón ya alcanzamos el 5% de nuestros ingresos entonces subimos a recortar en el siguiente, y así sucesivamente.
Cuando se incrementen nuestros ingresos, después de incrementar el renglón correspondiente al diezmo, sería aconsejable que su distribución vaya en la misma dirección: comenzando por el último renglón del presupuesto (ahorro e inversión) e ir subiendo gradualmente hasta alcanzar aquellos renglones que constituyen los de necesidades básicas siguiendo el orden en el que los hemos colocado. Cuando en un renglón ya alcanzamos el 10% de nuestros ingresos entonces subimos a incrementar el siguiente, y así sucesivamente.
05
Mayo
2008