La oración (5).
ENSEÑANZA No. 49.
LA ORACIÓN (5).
Objetivos de la enseñanza.
Mejorar nuestro entendimiento y práctica de la oración como uno de los medios para relacionarnos, crecer y madurar en Dios, no solamente para pedir de Dios sino para conocerle.
Mejorar nuestra valoración de la práctica de la oración y de los conocimientos necesarios para desarrollarnos y perfeccionarnos en ella.
La oración no implica pasividad (Luc 11:1-13).
Cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar (Luc 11:1), el les enseño la oración que conocemos como el Padre Nuestro, no como una fórmula sino como un modelo de tópicos generales a considerar en la oración para que sea eficaz (Sant 5:16), que implica el reconocimiento de Quién y que es Dios (Luc 11:2a), compromiso con hacer Su voluntad y Su obra (Luc 11:2b), dependencia de El para nuestras necesidades (Luc 11:3-4) y la alabanza y la acción de gracias (Mat 6:13b).
Junto con ello, les enseño la perseverancia en la oración (Luc 11:5-8), pero también la acción como acompañante de la oración para obtener la respuesta (Luc 11:9-10) con la certeza de que el Señor responderá nuestra oración.
Oración y acción.
Tradicionalmente, los cristianos hemos orado a Dios por que las cosas sucedan, y nos hemos quedado pasivamente esperando que Dios lo haga todo para que esa respuesta se haga visible, producto de considerar una parte del versículo 9: “Pedid y se os dará”, pero olvidándonos de las siguientes dos pares: “buscad y hallaréis” y “tocad y se os abrirá”, que no son repeticiones, sino acciones diferentes.
Lo que el pasaje quiere decir es: pedimos, y como tenemos fe en Dios, recibimos la respuesta. Como recibimos la respuesta por fe (aunque no la veamos todavía), y la fe sin obras es muerta (Sant 2:13, Sant 2:20, que la fe se manifiesta en acciones) entonces nos ponemos a buscar en el mundo natural lo que hemos pedido (los recursos que pueden ser la respuesta a la oración) hasta localizarlo, y una vez localizado y sabiendo que es lo que se está interponiendo entre ello y nosotros, buscamos la forma de quitar los obstáculos o cumplir los requisitos que nos hagan falta para tomar posesión de ello. Por ejemplo; si alguien está orando al Señor por un beca para estudiar en el exterior, pide a Dios, por fe obtiene la respuesta, comienza a buscar en todas las instituciones a su alcance en el país la información de donde hay becas disponibles o posibles como la que pidió, y al encontrarlas, averigua los requisitos, los llena, envía la solicitud, hasta recibirla, y todo ello, orando siempre a Dios con ruegos y con acción de gracias (Fil 4:6). Recordémonos que la Palabra de Dios nos dice en Mat 11:12 que el Reino de los cielos (de donde viene nuestra respuesta) hasta ahora sufre violencia (resistencia) y solo los violentos (esforzados) lo reciben (arrebatan la respuesta).
La oración y la regla de oro.
La respuesta de Jesús a la petición de enseñarles a orar también incluyó la regla de oro (Mat 7.12), lo que implica que para recibir la respuesta a nuestra oración, además de la fe en Dios y la acción para obtener la respuesta, necesitamos también una buena actitud hacia las demás personas: la de comportarnos hacia ellos en todas las cosas con la misma actitud que quisiéramos que ellos tuvieran en todas las cosas hacia nosotros. Ello implica que la respuesta a nuestra oración, la eficacia de ella, dependen de la fe, la acción y la actitud hacia los demás.
LA ORACIÓN (5).
Objetivos de la enseñanza.
Mejorar nuestro entendimiento y práctica de la oración como uno de los medios para relacionarnos, crecer y madurar en Dios, no solamente para pedir de Dios sino para conocerle.
Mejorar nuestra valoración de la práctica de la oración y de los conocimientos necesarios para desarrollarnos y perfeccionarnos en ella.
La oración no implica pasividad (Luc 11:1-13).
Cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar (Luc 11:1), el les enseño la oración que conocemos como el Padre Nuestro, no como una fórmula sino como un modelo de tópicos generales a considerar en la oración para que sea eficaz (Sant 5:16), que implica el reconocimiento de Quién y que es Dios (Luc 11:2a), compromiso con hacer Su voluntad y Su obra (Luc 11:2b), dependencia de El para nuestras necesidades (Luc 11:3-4) y la alabanza y la acción de gracias (Mat 6:13b).
Junto con ello, les enseño la perseverancia en la oración (Luc 11:5-8), pero también la acción como acompañante de la oración para obtener la respuesta (Luc 11:9-10) con la certeza de que el Señor responderá nuestra oración.
Oración y acción.
Tradicionalmente, los cristianos hemos orado a Dios por que las cosas sucedan, y nos hemos quedado pasivamente esperando que Dios lo haga todo para que esa respuesta se haga visible, producto de considerar una parte del versículo 9: “Pedid y se os dará”, pero olvidándonos de las siguientes dos pares: “buscad y hallaréis” y “tocad y se os abrirá”, que no son repeticiones, sino acciones diferentes.
Lo que el pasaje quiere decir es: pedimos, y como tenemos fe en Dios, recibimos la respuesta. Como recibimos la respuesta por fe (aunque no la veamos todavía), y la fe sin obras es muerta (Sant 2:13, Sant 2:20, que la fe se manifiesta en acciones) entonces nos ponemos a buscar en el mundo natural lo que hemos pedido (los recursos que pueden ser la respuesta a la oración) hasta localizarlo, y una vez localizado y sabiendo que es lo que se está interponiendo entre ello y nosotros, buscamos la forma de quitar los obstáculos o cumplir los requisitos que nos hagan falta para tomar posesión de ello. Por ejemplo; si alguien está orando al Señor por un beca para estudiar en el exterior, pide a Dios, por fe obtiene la respuesta, comienza a buscar en todas las instituciones a su alcance en el país la información de donde hay becas disponibles o posibles como la que pidió, y al encontrarlas, averigua los requisitos, los llena, envía la solicitud, hasta recibirla, y todo ello, orando siempre a Dios con ruegos y con acción de gracias (Fil 4:6). Recordémonos que la Palabra de Dios nos dice en Mat 11:12 que el Reino de los cielos (de donde viene nuestra respuesta) hasta ahora sufre violencia (resistencia) y solo los violentos (esforzados) lo reciben (arrebatan la respuesta).
La oración y la regla de oro.
La respuesta de Jesús a la petición de enseñarles a orar también incluyó la regla de oro (Mat 7.12), lo que implica que para recibir la respuesta a nuestra oración, además de la fe en Dios y la acción para obtener la respuesta, necesitamos también una buena actitud hacia las demás personas: la de comportarnos hacia ellos en todas las cosas con la misma actitud que quisiéramos que ellos tuvieran en todas las cosas hacia nosotros. Ello implica que la respuesta a nuestra oración, la eficacia de ella, dependen de la fe, la acción y la actitud hacia los demás.
18
Abr
2009