¿Donde están los Nehemías para este tiempo?
¿DONDE ESTÁN LOS NEHEMÍAS DE ESTE TIEMPO?
Jerusalén (Neh 1:3, Neh 2:17)
Tenía sus muros derribados, era una ciudad con un gran mal y afrenta, sus habitantes estaban en oprobio.
Los ladrones podían saquear a su antojo.
El mundo podía entrar sin problemas en el lugar de la presencia de Dios.
Ese era el problema menor: el problema mayor es que en ese lugar estaba el templo de Dios.
La situación, entonces, no constituía solo un problema para las personas, era una afrenta y un oprobio para Dios.
En cierta manera, frente a las otras ciudades que estaban protegidas por muros y cuyos dioses eran dioses falsos que supuestamente las protegían y guardaban de sus enemigos, el que la ciudad del Dios verdadero no tuviera muros que protegieran a sus habitantes, era una vergüenza para Dios y para lo que El declaraba que era.
Hoy: muchas personas y familias que asisten a las iglesias cristianas están en el mismo mal, y también muchas iglesias y nuestras naciones (donde los cristianos somos una buena proporción) y provocando una afrenta y un oprobio para Dios.
El mundo tiene un lugar muy importante en el lugar de la presencia de Dios (en su corazón).
El éxito, la comodidad, la seguridad, el dinero, el placer, la diversión, el descanso, las relaciones sociales, el pecado, etc., tienen un lugar más importante y prioritario que Dios en nuestro corazón.
Los resultados (La Iglesia de Laodicea, Apo 3:14-22)
El egoísmo: muchos están buscando a Dios solo para que El les satisfaga lo que les interesa de Dios, no lo que a Dios le interesa.
Muchos están buscando sus propios intereses, gustos, deseos, satisfacciones (la vida cristiana se ha convertido en una búsqueda de la propia gloria, no en la búsqueda de la gloria de Dios).
La tibieza (dejar el primer amor, Apo 2:4) o frialdad espiritual (la Iglesia de Laodicea).
Otros están buscando a Dios para acallar sus remordimientos y culpas, para satisfacer el espíritu de la religión, pero no los requerimientos de Dios (no hay verdadero arrepentimiento, verdadero cambio total de vida, tal vez solo algunos aspectos, lo que evidencia que Dios es solo Dios de algunas cosas en sus vidas pero no Dios total).
La obra de Dios descuidada (creen que le hacen un favor a Dios, no un privilegio de parte de Dios al que hay que responder con agradecimiento, compromiso y dedicación) (Mat 7:21-23).
Otros siguen atados al pecado por el placer hedonista, en medio de una sociedad que exalta la búsqueda de la autosatisfacción y el placer hedonista.
Otros manifiestan una total insensibilidad ante los problemas sociales que les aquejan y que determinan la calidad de la vida que llevan ellos, sus familias y todo su entorno (la parábola del buen samaritano, Luc 10:25-37), dando la impresión de que el Dios que proclaman es un Dios que no está interesado en las naciones que El creó y que El sustenta.
Todo ello constituye un tremendo vituperio para el nombre de Dios.
Porque esos muros están derribados son vulnerables:
Nuestro corazón (y por ende nuestra vida porque de él mana la vida) (Prov 4:23).
Nuestras familias (Isa 59:21).
Nuestras iglesias.
Nuestra nación (2 Cro 7:14).
Donde están los Nehemías que van a reconstruír los muros
Los hombres y las mujeres que están dispuestos a asumir el compromiso de transformarse totalmente sin importar cual es el precio que haya que pagar por ello
Los hombres y las mujeres que están dispuestos a dejarlo todo por el Señor (padres, familia, propiedades, beneficios materiales, etc.)..
Si no amamos a Dios más que todas esas cosas, no somos dignos del Reino (Luc 18:28-30).
Los hombres y las mujeres que están dispuestos a dejar sus actividades religiosas que quitan el remordimiento y asumir el compromiso de vivir un estilo de vida congruente con la Palabra (Isa 58:13-14).
Los hombres y las mujeres que están dispuestos a dejar el conformismo de la mediocridad religiosa y asumir el compromiso con la excelencia para con Dios (no la conformidad con el mundo).
Los hombres y las mujeres que están dispuestos a dejar la tolerancia con el pecado y la aceptación del mundo y levantarse como los Juan el Bautista que condenen el pecado aunque ello implique el rechazo del mundo.
La aceptación y la amistad del mundo significan la enemistad con Dios (Sant 4.4).
Conclusión.
Dios está buscando los Nehemías de hoy que reconstruyan los muros de la gloria de de Dios en su propio corazón, sus familias, el Cuerpo de Cristo y la nación, sin importar el precio que haya que pagar.
Dios está buscando hombres y mujeres que se pongan en la brecha delante de El por las personas, las familias, el Cuerpo de Cristo y la nación.
Dios está buscando hombres y mujeres que como Nehemías estén dispuestos a dejar su comodidad, seguridad, posición, etc., con tal de buscar la restauración de la gloria de Dios en todo lugar, actividad, campo de acción, a partir de la restauración de Su gloria en sus corazones.
¿Seremos nosotros los que respondamos a su llamado como Nehemías, Jeremías, Isaías, Elías, Eliseo?
El tiempo es ahora, no hay tiempo que perder, la venida de Cristo está pronta, y cuando el venga ¿nos encontrará como la Iglesia que El está buscando: pura, limpia, santa, sin mancha y sin arruga?
¿Dónde están los y las Nehemías de este tiempo?
Solo hay una respuesta posible por amor a Dios: ¡¡¡HEME AQUÍ, SEÑOR, ENVÍAME A MÍ!!!
Jerusalén (Neh 1:3, Neh 2:17)
Tenía sus muros derribados, era una ciudad con un gran mal y afrenta, sus habitantes estaban en oprobio.
Los ladrones podían saquear a su antojo.
El mundo podía entrar sin problemas en el lugar de la presencia de Dios.
Ese era el problema menor: el problema mayor es que en ese lugar estaba el templo de Dios.
La situación, entonces, no constituía solo un problema para las personas, era una afrenta y un oprobio para Dios.
En cierta manera, frente a las otras ciudades que estaban protegidas por muros y cuyos dioses eran dioses falsos que supuestamente las protegían y guardaban de sus enemigos, el que la ciudad del Dios verdadero no tuviera muros que protegieran a sus habitantes, era una vergüenza para Dios y para lo que El declaraba que era.
Hoy: muchas personas y familias que asisten a las iglesias cristianas están en el mismo mal, y también muchas iglesias y nuestras naciones (donde los cristianos somos una buena proporción) y provocando una afrenta y un oprobio para Dios.
El mundo tiene un lugar muy importante en el lugar de la presencia de Dios (en su corazón).
El éxito, la comodidad, la seguridad, el dinero, el placer, la diversión, el descanso, las relaciones sociales, el pecado, etc., tienen un lugar más importante y prioritario que Dios en nuestro corazón.
Los resultados (La Iglesia de Laodicea, Apo 3:14-22)
El egoísmo: muchos están buscando a Dios solo para que El les satisfaga lo que les interesa de Dios, no lo que a Dios le interesa.
Muchos están buscando sus propios intereses, gustos, deseos, satisfacciones (la vida cristiana se ha convertido en una búsqueda de la propia gloria, no en la búsqueda de la gloria de Dios).
La tibieza (dejar el primer amor, Apo 2:4) o frialdad espiritual (la Iglesia de Laodicea).
Otros están buscando a Dios para acallar sus remordimientos y culpas, para satisfacer el espíritu de la religión, pero no los requerimientos de Dios (no hay verdadero arrepentimiento, verdadero cambio total de vida, tal vez solo algunos aspectos, lo que evidencia que Dios es solo Dios de algunas cosas en sus vidas pero no Dios total).
La obra de Dios descuidada (creen que le hacen un favor a Dios, no un privilegio de parte de Dios al que hay que responder con agradecimiento, compromiso y dedicación) (Mat 7:21-23).
Otros siguen atados al pecado por el placer hedonista, en medio de una sociedad que exalta la búsqueda de la autosatisfacción y el placer hedonista.
Otros manifiestan una total insensibilidad ante los problemas sociales que les aquejan y que determinan la calidad de la vida que llevan ellos, sus familias y todo su entorno (la parábola del buen samaritano, Luc 10:25-37), dando la impresión de que el Dios que proclaman es un Dios que no está interesado en las naciones que El creó y que El sustenta.
Todo ello constituye un tremendo vituperio para el nombre de Dios.
Porque esos muros están derribados son vulnerables:
Nuestro corazón (y por ende nuestra vida porque de él mana la vida) (Prov 4:23).
Nuestras familias (Isa 59:21).
Nuestras iglesias.
Nuestra nación (2 Cro 7:14).
Donde están los Nehemías que van a reconstruír los muros
Los hombres y las mujeres que están dispuestos a asumir el compromiso de transformarse totalmente sin importar cual es el precio que haya que pagar por ello
Los hombres y las mujeres que están dispuestos a dejarlo todo por el Señor (padres, familia, propiedades, beneficios materiales, etc.)..
Si no amamos a Dios más que todas esas cosas, no somos dignos del Reino (Luc 18:28-30).
Los hombres y las mujeres que están dispuestos a dejar sus actividades religiosas que quitan el remordimiento y asumir el compromiso de vivir un estilo de vida congruente con la Palabra (Isa 58:13-14).
Los hombres y las mujeres que están dispuestos a dejar el conformismo de la mediocridad religiosa y asumir el compromiso con la excelencia para con Dios (no la conformidad con el mundo).
Los hombres y las mujeres que están dispuestos a dejar la tolerancia con el pecado y la aceptación del mundo y levantarse como los Juan el Bautista que condenen el pecado aunque ello implique el rechazo del mundo.
La aceptación y la amistad del mundo significan la enemistad con Dios (Sant 4.4).
Conclusión.
Dios está buscando los Nehemías de hoy que reconstruyan los muros de la gloria de de Dios en su propio corazón, sus familias, el Cuerpo de Cristo y la nación, sin importar el precio que haya que pagar.
Dios está buscando hombres y mujeres que se pongan en la brecha delante de El por las personas, las familias, el Cuerpo de Cristo y la nación.
Dios está buscando hombres y mujeres que como Nehemías estén dispuestos a dejar su comodidad, seguridad, posición, etc., con tal de buscar la restauración de la gloria de Dios en todo lugar, actividad, campo de acción, a partir de la restauración de Su gloria en sus corazones.
¿Seremos nosotros los que respondamos a su llamado como Nehemías, Jeremías, Isaías, Elías, Eliseo?
El tiempo es ahora, no hay tiempo que perder, la venida de Cristo está pronta, y cuando el venga ¿nos encontrará como la Iglesia que El está buscando: pura, limpia, santa, sin mancha y sin arruga?
¿Dónde están los y las Nehemías de este tiempo?
Solo hay una respuesta posible por amor a Dios: ¡¡¡HEME AQUÍ, SEÑOR, ENVÍAME A MÍ!!!
07
Oct
2009