La ley y la gracia.
La ley y la gracia.
Introducción.
La Palabra en Rom 6:14-15 nos enseña que ya no estamos bajo la ley sino bajo la gracia.
Algunos interpretan este pasaje en el sentido de que porque ya no estamos bajo la ley ya no tenemos que cumplir con los mandamientos de Dios.
¿Será que es esto lo que dice realmente la Escritura?
Contexto.
Para poder responder a esta pregunta, en primer lugar necesitamos revisar el contexto en el que Pablo escribe que ya no estamos bajo la ley: Rom 6:11-23. Y en el contexto en el que lo escribe es en el contexto de que ya somos libres del poder del pecado, que estamos muertos a El, que no se enseñoreará más de nosotros, y por ende, entonces, ya no debe reinar en nosotros, ni nosotros tenemos por qué presentar nuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad. Por el contrario, los presentaremos para servir a la justicia, para santificación, ya no pecaremos más, obedeceremos para justicia, para ser siervos de la justicia.
¿Qué es la justicia, la santificación, el pecado, la obediencia?
La justicia es la vida bajo los principios de Dios, que nos están señalados por Su Palabra.
La santificación es el proceso mediante el cual, después de haber sido salvos, cada día más obedecemos la Palabra de Dios.
La obediencia es acatar la Palabra de Dios.
Y el pecado es infligir la Palabra de Dios, y más específicamente, la Ley (1 Jn 3:4).
Como vemos, todo es referente a la Palabra. Si ya no tuviéramos que cumplir con la Palabra, entonces la misma Palabra, el mismo Pablo, no nos estaría enseñando que la cumpliéramos porque ello sería un contrasentido, una contradicción.
Si ya no tuviéramos que cumplir con la ley, ya no habría pecado porque el pecado es infracción de la ley (1 Jn 3:4).
Entonces, ¿qué significa que ya no estamos bajo la ley?
En primer lugar significa que ya no estamos bajo el método de salvación de la ley, que es por las obras, sino que estamos bajo el método de la salvación de la gracia, que es por la fe en Cristo (Efe 2:8-9).
En segundo lugar, significa el fin de los sacrificios por el pecado (Heb 10:1).
En tercer lugar, significa que como hijos de Dios, ya no somos guiados por la letra de la ley, sino por el Espíritu Santo (Gal 5:18) que toma la letra y la hace vida en nosotros (2 Cor 3:6).
En cuarto lugar significa que estamos redimidos por Cristo de la maldición de la ley (Gal 3:13) y que por lo tanto podemos vivir en la bendición de ella, y la Palabra de Dios específica que para que la bendición de la ley se haga realidad en nosotros, necesitamos oír, guardar y poner por obra todos sus mandamientos (ley) (Deut 28:1-14).
Mat 5:17-20.
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
• En los tiempos de Jesús, el Antiguo Testamento, sus 37 libros, eran agrupados en dos categorías. La Ley (el Pentateuco) y los Profetas (todos los demás libros).
• Por lo tanto, cuando Jesús dice que El no vino para abrogar la ley o los profetas, dice que todo lo que dicen la Ley y los Profetas (todos los libros del Antiguo Testamento) siguen vigentes para nosotros, y por lo tanto, necesitamos conocerlos, guardarlos y ponerlos por obra.
• Más específicamente, Jesús aclara que ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido (todo significa la vida terrenal tal como hoy la conocemos), hasta que hayan cielos nuevos y tierra nueva (Apo 21:1).
• Por lo tanto, para todos, creyentes y no creyentes, la Ley sigue vigente y necesitamos cumplirla.
La ley y nosotros.
Tanto los mandamientos de la ley como de los profetas (toda la Escritura), necesitamos cumplirlos aún cuando no estemos bajo la Ley sino bajo la Gracia (como el medio de la salvación).
• En la ley había que cumplirlos para ser salvos.
• En la gracia, los cumplimos porque ya somos salvos (nueva naturaleza), el poder del Espíritu Santo opera en nuestro interior para fortalecernos para cumplirlos, pero principalmente, porque amamos a Dios.
• Jn 14:21. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
• Jn 14:23. Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.
• Jn 14:24. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
Los mandamientos, bajo la gracia, son lo mínimo, no lo máximo que necesitamos cumplir.
En Mat 5:17-47 inmediatamente después de enseñar que la Ley y los Profetas siguen vigentes, Jesús enseña, como ejemplo, acerca de cinco situaciones de la vida diaria que están normadas en la Ley y/o en los profetas, para enseñarnos que los requerimientos de cumplimiento bajo la Ley son menos exigentes que los requerimientos de cumplimiento bajo la gracia, porque bajo la ley las personas los debían satisfacer con su propio esfuerzo, más en la gracia los creyentes los podemos satisfacer porque el Espíritu Santo de Dios mora en nosotros y nos habilita y capacita para poderlos cumplir.
Cada una de esas enseñanzas está precedida por la frase (o una similar): “Oísteis que fue dicho a los antiguos (el antiguo requerimiento de cumplimiento) pero yo os digo (el nuevo requerimiento).
Estas cinco enseñanzas son respecto a no matar, el adulterio, el divorcio, el jurar, y la venganza, e indefectiblemente, para cada una de ellas, el nivel de cumplimiento que Jesús demanda, es mucho mayor que el que demandaba la ley. Y al final de esas cinco enseñanza, Jesús reafirma la necesidad de que nuestro cumplimiento bajo la gracia sema mayor que bajo la ley (Mat 5:48): Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Esta exhortación se complementa con la que se encuentra en Mat 5:20: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. “
El fundamento de la Ley y de nuestra obediencia a ella (Éxo 20:2)
• Yo soy Jehová tu Dios (1 Rey 18:21).
• El es Dios y porque lo es, tiene todo el derecho de decidir por sí mismo lo que nosotros debemos hacer.
• El es Dios y sabio, por lo que sabe lo que nos conviene y lo que no nos conviene.
• El es Dios y santo, por lo que no puede hacer ni decir nada que no sea bueno.
• El es Dios, nosotros no, por lo tanto, lo único que podemos hacer ante ello es obedecer.
• Que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre (por agradecimiento).
• Nuestro cumplimiento, no debería ser solo cumplimiento sino que además debería ser por amor y agradecimiento porque:
• El nos redimió (compró) del mercado de esclavos del diablo.
• Nos trasladó del infierno al cielo, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida.
Introducción.
La Palabra en Rom 6:14-15 nos enseña que ya no estamos bajo la ley sino bajo la gracia.
Algunos interpretan este pasaje en el sentido de que porque ya no estamos bajo la ley ya no tenemos que cumplir con los mandamientos de Dios.
¿Será que es esto lo que dice realmente la Escritura?
Contexto.
Para poder responder a esta pregunta, en primer lugar necesitamos revisar el contexto en el que Pablo escribe que ya no estamos bajo la ley: Rom 6:11-23. Y en el contexto en el que lo escribe es en el contexto de que ya somos libres del poder del pecado, que estamos muertos a El, que no se enseñoreará más de nosotros, y por ende, entonces, ya no debe reinar en nosotros, ni nosotros tenemos por qué presentar nuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad. Por el contrario, los presentaremos para servir a la justicia, para santificación, ya no pecaremos más, obedeceremos para justicia, para ser siervos de la justicia.
¿Qué es la justicia, la santificación, el pecado, la obediencia?
La justicia es la vida bajo los principios de Dios, que nos están señalados por Su Palabra.
La santificación es el proceso mediante el cual, después de haber sido salvos, cada día más obedecemos la Palabra de Dios.
La obediencia es acatar la Palabra de Dios.
Y el pecado es infligir la Palabra de Dios, y más específicamente, la Ley (1 Jn 3:4).
Como vemos, todo es referente a la Palabra. Si ya no tuviéramos que cumplir con la Palabra, entonces la misma Palabra, el mismo Pablo, no nos estaría enseñando que la cumpliéramos porque ello sería un contrasentido, una contradicción.
Si ya no tuviéramos que cumplir con la ley, ya no habría pecado porque el pecado es infracción de la ley (1 Jn 3:4).
Entonces, ¿qué significa que ya no estamos bajo la ley?
En primer lugar significa que ya no estamos bajo el método de salvación de la ley, que es por las obras, sino que estamos bajo el método de la salvación de la gracia, que es por la fe en Cristo (Efe 2:8-9).
En segundo lugar, significa el fin de los sacrificios por el pecado (Heb 10:1).
En tercer lugar, significa que como hijos de Dios, ya no somos guiados por la letra de la ley, sino por el Espíritu Santo (Gal 5:18) que toma la letra y la hace vida en nosotros (2 Cor 3:6).
En cuarto lugar significa que estamos redimidos por Cristo de la maldición de la ley (Gal 3:13) y que por lo tanto podemos vivir en la bendición de ella, y la Palabra de Dios específica que para que la bendición de la ley se haga realidad en nosotros, necesitamos oír, guardar y poner por obra todos sus mandamientos (ley) (Deut 28:1-14).
Mat 5:17-20.
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
• En los tiempos de Jesús, el Antiguo Testamento, sus 37 libros, eran agrupados en dos categorías. La Ley (el Pentateuco) y los Profetas (todos los demás libros).
• Por lo tanto, cuando Jesús dice que El no vino para abrogar la ley o los profetas, dice que todo lo que dicen la Ley y los Profetas (todos los libros del Antiguo Testamento) siguen vigentes para nosotros, y por lo tanto, necesitamos conocerlos, guardarlos y ponerlos por obra.
• Más específicamente, Jesús aclara que ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido (todo significa la vida terrenal tal como hoy la conocemos), hasta que hayan cielos nuevos y tierra nueva (Apo 21:1).
• Por lo tanto, para todos, creyentes y no creyentes, la Ley sigue vigente y necesitamos cumplirla.
La ley y nosotros.
Tanto los mandamientos de la ley como de los profetas (toda la Escritura), necesitamos cumplirlos aún cuando no estemos bajo la Ley sino bajo la Gracia (como el medio de la salvación).
• En la ley había que cumplirlos para ser salvos.
• En la gracia, los cumplimos porque ya somos salvos (nueva naturaleza), el poder del Espíritu Santo opera en nuestro interior para fortalecernos para cumplirlos, pero principalmente, porque amamos a Dios.
• Jn 14:21. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
• Jn 14:23. Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.
• Jn 14:24. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
Los mandamientos, bajo la gracia, son lo mínimo, no lo máximo que necesitamos cumplir.
En Mat 5:17-47 inmediatamente después de enseñar que la Ley y los Profetas siguen vigentes, Jesús enseña, como ejemplo, acerca de cinco situaciones de la vida diaria que están normadas en la Ley y/o en los profetas, para enseñarnos que los requerimientos de cumplimiento bajo la Ley son menos exigentes que los requerimientos de cumplimiento bajo la gracia, porque bajo la ley las personas los debían satisfacer con su propio esfuerzo, más en la gracia los creyentes los podemos satisfacer porque el Espíritu Santo de Dios mora en nosotros y nos habilita y capacita para poderlos cumplir.
Cada una de esas enseñanzas está precedida por la frase (o una similar): “Oísteis que fue dicho a los antiguos (el antiguo requerimiento de cumplimiento) pero yo os digo (el nuevo requerimiento).
Estas cinco enseñanzas son respecto a no matar, el adulterio, el divorcio, el jurar, y la venganza, e indefectiblemente, para cada una de ellas, el nivel de cumplimiento que Jesús demanda, es mucho mayor que el que demandaba la ley. Y al final de esas cinco enseñanza, Jesús reafirma la necesidad de que nuestro cumplimiento bajo la gracia sema mayor que bajo la ley (Mat 5:48): Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Esta exhortación se complementa con la que se encuentra en Mat 5:20: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. “
El fundamento de la Ley y de nuestra obediencia a ella (Éxo 20:2)
• Yo soy Jehová tu Dios (1 Rey 18:21).
• El es Dios y porque lo es, tiene todo el derecho de decidir por sí mismo lo que nosotros debemos hacer.
• El es Dios y sabio, por lo que sabe lo que nos conviene y lo que no nos conviene.
• El es Dios y santo, por lo que no puede hacer ni decir nada que no sea bueno.
• El es Dios, nosotros no, por lo tanto, lo único que podemos hacer ante ello es obedecer.
• Que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre (por agradecimiento).
• Nuestro cumplimiento, no debería ser solo cumplimiento sino que además debería ser por amor y agradecimiento porque:
• El nos redimió (compró) del mercado de esclavos del diablo.
• Nos trasladó del infierno al cielo, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida.
06
Dic
2009