Estudio Bíblico

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Trabajo y vocación.



Hace poco tiempo leí la historia acerca de una jovencita de 15 años y un grupo de sus amigos que utilizó un tiempo de sus vacaciones para asistir a un campamento de verano, para cuidar a un niño autista, pagando por ello y haciéndolo con ilusión, gusto, pasión y disfrutar cada minuto ¿Por qué?

Por otro lado, existe una gran cantidad de personas que día a día se tienen que levantar para ir a un trabajo que no les gusta, del que se quejan a cada momento, que lo consideran un “mal necesario” y que lo desempeñan con el mínimo esfuerzo posible, apenas el necesario para garantizarse que recibirán su pago al final del período pactado y que de alguna manera podrán pagar sus gastos necesarios. Experimentan un desagrado tremendo cuando en la mañana (para muchos, madrugada) ven el reloj que les dice que es hora de levantarse, vestirse e ir a trabajar, y experimentan más o menos alivio cuando ven que ya es la hora de salida (no hay alivio total, porque saben que al siguiente día hábil tendrán que regresar).

¿Cuál es, la diferencia entre esos adolescentes que aman el pagar para trabajar atendiendo a unos niños que no pueden valerse por sí mismos, y estos adultos que reciben una paga por su trabajo? Aunque pueden haber muchas respuestas diferentes, una cosa es clara: unos aman lo que hacen y están apasionados por ello, y otros no. Y una razón importante para ello tiene que ver con la vocación y la dirección de Dios para nuestras vidas, con Su diseño para nosotros.

Cuando hacemos aquello que nos gusta, nos es relativamente fácil hacer, lo disfrutamos (aunque no ganemos todo lo que supuestamente podríamos ganar en otra ocupación), es porque estamos haciendo aquello para lo cual Dios nos creó, nos equipó, nos capacitó. Cuando sucede lo contrario es, posiblemente, porque lo escogimos por una cuestión coyuntural, por necesidad, por ambición (sin pensar si era lo que nos gustaba sino pensando que allí podríamos hacer dinero), pero no escogiendo por vocación.

Efe 2:10 y Sal 139:13-16 nos enseñan que cuando Dios nos creó, nos creó para buenas obras que El preparó de antemano para nosotros, lo que equivale a decir que nos equipó y diseñó para hacerlas. Y es caminar en ese diseño lo que hace la diferencia. Eso es lo que explica porque hay unos que hacen música y la disfrutan y otros construyen y también lo disfrutan, aunque posiblemente nosotros no disfrutaríamos ninguna de esas cosas, pero si otras. En Ecle 5:19-20 dice: "Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes (habilidades, capacidades, dones), le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón". Col 3:22-24 también dice: "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón como para el Señor (de acuerdo a Su diseño, propósito y plan para nosotros) y no para los hombres (de acuerdo a nuestras conveniencias o criterios); sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís". Jer 29:11 nos enseña que Dios, desde el momento mismo en que fuimos concebidos en el vientre de nuestra madre, si no es que antes, diseñó planes de bien para nosotros, para que tuviéramos un buen futuro y una esperanza, paz, gozo, plenitud, etc. (Jn 10:10, 3 Jn 2). Esos planes incluyen el “caminar” en Su diseño para nosotros.

¿Cómo descubrir ese diseño? Si nos gusta y encontramos alegría en el corazón al hacer lo que hacemos, probablemente estamos haciendo aquello para lo cual Dios nos creó, y tarde o temprano, llegaremos a ser excelentes en ello (si aún no lo somos), porque lo realizamos no solo con entusiasmo y bien, sino porque estando en la actividad y lugar que Dios diseñó para nosotros, allí enviará El su bendición.

Pero si no nos gusta lo que estamos haciendo, si no tenemos gozo ni pasión ni entusiasmo por ello, sería sabio tomar un tiempo, hacer una pausa, y evaluar, en comunión con Dios y con Su ayuda, lo que estamos haciendo y lo que quisiéramos hacer verdaderamente, si estamos siguiendo la vocación y la dirección que El quería para nuestras vidas.

Si la respuesta va en la dirección de un cambio, sin abandonar lo actual, comencemos a buscar como encauzarnos hacia aquello que nos produce gozo, satisfacción, entusiasmo, pasión, etc., y que es a lo que El nos está dirigiendo.

25 Mar 2010
Referencia: 10.008