Afilar el hacha.
En el libro de Steve Covey, sobre los “Siete Hábitos”, se encuentra la siguiente historia.
Un joven se acercó al capataz de una explotación forestal y pidió un puesto de trabajo. Cuando hizo la solicitud, el capataz le contesto que eso iba a depender de su capacidad para el corte de árboles, e inmediatamente lo puso a prueba.
El joven se propuso poner su mayor empeño y mejor habilidad y cortó un gran árbol. Impresionado, el capataz exclamó: “Puede comenzar el lunes”.
Pasaron el lunes, el martes, el miércoles, el jueves. El jueves por la tarde el capataz se acercó al joven y le dijo: “Usted puede recoger su cheque de pago a la salida, hoy”. Sorprendido, el joven respondió: “Pensé que usted pagaba el viernes”. “Normalmente es lo que hacemos”, dijo el capataz. “Pero estamos dejándolo ir hoy porque se ha quedado atrás. Nuestro registro diario de talas muestra que ha descendido del primer lugar el lunes al último lugar el día de hoy”.
“Pero yo son un trabajador que trabajo fuerte”, dijo el joven. “¡Soy el primero en llegar, salgo de último e incluso he trabajado durante mis descansos para tomar café!” El capataz, consciente de la integridad del joven, pensó por un minuto y luego pregunto, “¿Has estado afilando tu hacha?”. El joven respondió: “No señor, ¡he estado trabajando muy duro para tener tiempo para eso!”
De esa historia podemos extraer algunas conclusiones que se comprueban en la experiencia práctica de muchas personas.
Nuestras vidas, muchas veces son así. A veces estamos tan ocupados que no tenemos tiempo para “afilar el hacha” (buscar al Señor, compartir con la familia, descansar, dedicar tiempo a nuestros cónyuges e hijos, cultivar nuestras relaciones, tomar un buen libro, leer una buena película, cultivar nuestro espíritu y nuestra alma, etc.). En el mundo de hoy parece que ser importante es equivalente a tener una agenda sobrecargada, llena de compromisos, que no alcance el tiempo, estar corriendo de un lado a otro, levantarse de madrugada, acostarse tarde, los 365 días del año. Pareciera también que la palabra “descanso” es mala palabra. Sin embargo, a pesar de que todo el mundo está más ocupado que nunca, el mundo está cada día peor y las personas son menos felices.
No hay nada malo con la actividad y el trabajo duro, de hecho es una enseñanza de la Biblia (Prov 12:27, Prov 10.4), pero también es una enseñanza de la Biblia que el ser humano necesita descansar un día completo por cada seis de trabajo (hasta Dios tomó ese día como ejemplo para nosotros, Gen 2:2-3).
Dios no quiere que estemos tan ocupados que descuidemos lo verdaderamente importante en la vida, como tomar tiempo para orar, leer y estudiar las Escrituras, y para escuchar “la apacible y delicada voz de Dios”; cultivar nuestras relaciones familiares (padres, hermanos, cónyuge, hijos, etc.); descansar, pensar y meditar, para aprender y crecer.
Si no tomamos ese tiempo para “afilar el hacha”, nos volveremos “desafilados”, ineficientes, improductivos, y hasta es posible que nos enfermemos porque nuestro ser no fue diseñado por nuestro creador para mantenerse en un ritmo semejante.
Tomemos tiempo hoy para afilar nuestra hacha.
Un joven se acercó al capataz de una explotación forestal y pidió un puesto de trabajo. Cuando hizo la solicitud, el capataz le contesto que eso iba a depender de su capacidad para el corte de árboles, e inmediatamente lo puso a prueba.
El joven se propuso poner su mayor empeño y mejor habilidad y cortó un gran árbol. Impresionado, el capataz exclamó: “Puede comenzar el lunes”.
Pasaron el lunes, el martes, el miércoles, el jueves. El jueves por la tarde el capataz se acercó al joven y le dijo: “Usted puede recoger su cheque de pago a la salida, hoy”. Sorprendido, el joven respondió: “Pensé que usted pagaba el viernes”. “Normalmente es lo que hacemos”, dijo el capataz. “Pero estamos dejándolo ir hoy porque se ha quedado atrás. Nuestro registro diario de talas muestra que ha descendido del primer lugar el lunes al último lugar el día de hoy”.
“Pero yo son un trabajador que trabajo fuerte”, dijo el joven. “¡Soy el primero en llegar, salgo de último e incluso he trabajado durante mis descansos para tomar café!” El capataz, consciente de la integridad del joven, pensó por un minuto y luego pregunto, “¿Has estado afilando tu hacha?”. El joven respondió: “No señor, ¡he estado trabajando muy duro para tener tiempo para eso!”
De esa historia podemos extraer algunas conclusiones que se comprueban en la experiencia práctica de muchas personas.
Nuestras vidas, muchas veces son así. A veces estamos tan ocupados que no tenemos tiempo para “afilar el hacha” (buscar al Señor, compartir con la familia, descansar, dedicar tiempo a nuestros cónyuges e hijos, cultivar nuestras relaciones, tomar un buen libro, leer una buena película, cultivar nuestro espíritu y nuestra alma, etc.). En el mundo de hoy parece que ser importante es equivalente a tener una agenda sobrecargada, llena de compromisos, que no alcance el tiempo, estar corriendo de un lado a otro, levantarse de madrugada, acostarse tarde, los 365 días del año. Pareciera también que la palabra “descanso” es mala palabra. Sin embargo, a pesar de que todo el mundo está más ocupado que nunca, el mundo está cada día peor y las personas son menos felices.
No hay nada malo con la actividad y el trabajo duro, de hecho es una enseñanza de la Biblia (Prov 12:27, Prov 10.4), pero también es una enseñanza de la Biblia que el ser humano necesita descansar un día completo por cada seis de trabajo (hasta Dios tomó ese día como ejemplo para nosotros, Gen 2:2-3).
Dios no quiere que estemos tan ocupados que descuidemos lo verdaderamente importante en la vida, como tomar tiempo para orar, leer y estudiar las Escrituras, y para escuchar “la apacible y delicada voz de Dios”; cultivar nuestras relaciones familiares (padres, hermanos, cónyuge, hijos, etc.); descansar, pensar y meditar, para aprender y crecer.
Si no tomamos ese tiempo para “afilar el hacha”, nos volveremos “desafilados”, ineficientes, improductivos, y hasta es posible que nos enfermemos porque nuestro ser no fue diseñado por nuestro creador para mantenerse en un ritmo semejante.
Tomemos tiempo hoy para afilar nuestra hacha.
30
Mar
2010