Estudio Bíblico

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Evangelismo y discipulado.



EVANGELISMO Y DISCIPULADO.



En el ministerio terrenal del Señor Jesucristo, las personas que lo escucharon captaron con claridad las expectativas de lo que podían recibir de Jesús; pero también captaron con igual claridad LAS EXPECTATIVAS de lo que Jesús esperaba de ellos, así que si una de ellas decidía recibirlo, tenía que estar consciente de lo que Jesús esperaba de ella, tanto como de las bendiciones que podía gozar al convertirse en un seguidor de Jesús. Mat 6.33 lo deja muy en claro: busca el Reino de Dios y su justicia (Señorío, obediencia, Autoridad), y todo lo demás nos vendrá por añadidura.

El creyente seguirá siendo solo creyente si se estanca en el nivel salvífico de la Gracia obteniendo solo el nivel básico de la bendición de Dios (El suplirá todas sus NECESIDADES conforme a Sus riquezas en gloria) y cumpliendo Sus planes y Sus propósitos también solo en un nivel básico; pero si se convierte en discípulo, al abrazar también la verdad, entrará en otro nivel de bendición (Hijo, yo deseo que tú seas PROSPERADO EN TODAS LAS COSAS y tengas SALUD, así como prospera tu alma). Esto implica un compromiso. Hoy, muchos quieren la bendición de la salvación sin el compromiso del discipulado, sin entender a cabalidad Rom 10:8-10: necesitamos el compromiso de aceptar el Señorío de Cristo sobre nosotros para ser salvos (no hay salvación sin señorío).

Uno de los problemas que enfrentamos en la Iglesia de Cristo en el tiempo presente, es no tener claro (o no querer tener claro) el concepto del Señorío de Jesucristo y la posición tan excelsa en que Dios lo ha colocado (¡Siéntate a mí diestra!) y lo que de ello deriva: la conciencia del Reino de Dios; el concepto de nación de Dios; el orden de gobierno de Dios, la obediencia; el discipulado; la unidad, la santidad, la justicia de Dios; la función sacerdotal en la alabanza, adoración e intercesión; y, en muchos casos, la falta de revelación de Su Palabra, que lleva a la persona a echar mano del recurso de la sabiduría terrenal, convirtiéndola en dogma y haciendo inoperante al Espíritu Santo para que manifieste en el carácter del creyente el fruto del Espíritu, y opere los dones en el Cuerpo.

Algunos ministerios hoy en día están poniendo el énfasis solamente en la “multiplicación”, olvidándose de la formación del creyente y del vínculo del discipulado. Esto es debido al sobre-énfasis que se ha puesto en Mar 16:15 (“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”), que ha determinado la interpretación de Mat 28:18-20, de ir y hacer discípulos. Ese sobre-énfasis, ha llevado a hacer equivalente el ser salvo con ser discípulo, lo cual es totalmente equivocado a la luz de la Palabra.
En todos los mensajes de Jesús, pero principalmente en la Gran Comisión, El deja muy en claro su Autoridad, que se establece cuando se desarrolla Su Señorío en nuestra vida para lo cual estableció el discipulado. La claridad de esta Autoridad se diluye mucho al establecer la base de nuestra predicación principalmente sobre Mar 16:15 en lugar de sobre el Señorío de Cristo y Mat 28.18-20.
Igualmente, al enfatizar en Mar 16:15 se diluye la orden de ENSEÑAR todas las cosas que Jesús mandó (esto implica en el creyente, el equilibrio entre LA GRACIA Y LA VERDAD, Jn 1:17).

La predicación del evangelio bajo el concepto de Mat 28:18-20, contribuye a darle a la Iglesia el enfoque en la edificación del reino de Dios en la vida de las personas, sus familias y todas sus actividades, así como en la creación de la infraestructura para ello, proveyendo al creyente de una cobertura total en todos los aspectos y actividades, no solo en lo eclesiástico.
En cambio, bajo la limitación que implica para la Iglesia el sobre-énfasis en Mar 16 y el error interpretativo del discipulado que se deriva de esa óptica, podemos convertir la iglesia en “reunión congregacional”, o una especie de culto religioso y/o club social, muy alejadas del concepto del reino de Dios.

El entendimiento y el enfoque de la iglesia en el Reino de Dios nos pone en la perspectiva correcta para poder apreciar en su verdadera dimensión las Escrituras (Antiguo y Nuevo Testamento), el diseño divino de la Iglesia, el cristianismo como un estilo de vida, la importancia de la formación del carácter del creyente y el discipulado, el servicio, el ministerio y la operación de los dones y, además de otras muchas otras cosas, el ministerio profético y apostólico de la Iglesia.

14 Abr 2010
Referencia: 10.021