La importancia de la paternidad y de los padres.
Introducción.
Los padres son el fundamento para la calidad de vida presente y futura de sus hijos.
Por ello el diablo se ha ensañado contra la familia, para desarraigar y separar a los padres de los hijos (brecha generacional, separación, divorcio, migración, exceso de trabajo, distracciones, etc.) y maldecir la vida de los hijos e hijas (sexualidad precoz, drogadicción, rebelión, aborto, madres solteras, etc.).
Pero Dios, en estos últimos tiempos, ha enviado el espíritu del profeta Elías, para volver el corazón de los padres hacia los hijos y de los hijos hacia los padres (Mal 4:5-6).
La importancia de la paternidad.
Sal 127:3-4. Los padres son los responsables de darles dirección a los hijos de la misma manera que los arqueros son los responsables de darles dirección a las flechas (saetas).
Somos los responsables de formarlos para que tengan una buena base para lanzarse a la conquista de los retos de la vida y les vaya bien.
También somos responsables de prepararles el camino para que puedan superar los obstáculos que van a tener que enfrentar.
Deut 6:1-6. Los padres son los responsables de enseñarles la Palabra de Dios a sus hijos, de tal manera que cuando sean grandes no se aparten de ella (Prov 22.6).
Como resultado de ello prosperarán en todas las cosas y tendrán larga vida.
El modelo de paternidad de Dios.
Gen 1:26-28. Dios, a Adán y a Eva, les impartió:
Identidad: “a nuestra imagen y semejanza”.
Habilitación para que les fuera bien en la vida: “y los bendijo”.
Propósito, dirección, visión: “fructificad, multiplicaos, llenad la tierra, sojuzgadla y señoread”.
Por otro lado, a Adán, en su preparación para el cuidado de la familia, también:
Gen 2:15: le asignó a Adán tareas específicas.
Gen 2:16: le enseñó la Palabra.
Gen 2:17-18: proveyó las oportunidades para que Adán desarrollara sus habilidades.
A todos nosotros, sus hijos e hijas (Jn 1:12), Dios nos provee de (Efe 1:15-19):
Identidad (espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de El como nuestro Padre, lo que nos provee el entendimiento de nuestra identidad como hijos).
Propósito: la esperanza a la que El nos ha llamado.
Provisión y legado: las riquezas de la gloria de Su herencia.
Autoridad y poder: la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros.
Nosotros, como padres, entonces, necesitamos proveer a nuestros hijos de:
Una sólida identidad como hijos e hijas de Dios (valor).
La bendición paterna: la activación para que les vaya bien en la vida (transmitirles fe en ellos).
La provisión para sus necesidades físicas, emocionales y espirituales (no somos solo proveedores de lo material –eso es lo mínimo-; también necesitamos proveer sus necesidades emocionales –aceptación, amor, seguridad, pertenencia, valor—y sus necesidades espirituales –salvación, bautismo, conocimiento de la Palabra, liberación, sanidad, santidad, etc.--).
Las oportunidades para que puedan desarrollar sus habilidades, capacidades, talentos y dones que Dios les ha dado.
Enseñanza, entrenamiento y disciplina.
Otros puntos importantes en cuanto a la paternidad:
Los padres fuimos diseñados por Dios para ser padres de nuestros hijos, no amigos. Amigos pueden conseguir por montones en la calle. Padres no, solo nosotros. Ello no implica que tengamos una relación amigable, pero sin olvidar que somos padres y que nuestras instrucciones son para ser obedecidas y que nuestra responsabilidad implica, en algún momento, la aplicación de la disciplina.
La disciplina es una tarea fundamental de la paternidad. El padre que no disciplina a sus hijos es como si los considerara bastardos, pero el que los corrige es porque los ama (Heb 12:6-11), aunque ello implique ir en contra de algunas disposiciones humanas.
Los padres no estamos para ganar un concurso de popularidad con nuestros hijos e hijas, sino para formarlos, educarlos, enseñarlos, entrenarlos y corregirlos. Cuando ellos maduren, entonces entenderán lo que hicimos por ellos, y sus corazones estarán agradecidos. Antes de ello, posiblemente no. Nuestra meta como padres no es el presente, sino el futuro de ellos.
Los padres no somos propietarios de nuestros hijos e hijas para hacer con ellos los que queramos. En realidad ellos son propiedad de Dios y nosotros somos sus administradores (1 Ped 4:10) para ayudarlos a alcanzar el propósito de Dios para sus vidas.
La responsabilidad de los hijos e hijas para con los padres (Efe 6:1-3).
Obediencia: ceder con docilidad a la dirección de los padres, hacer lo que ellos manda.
Honra: respetar, apreciar, enaltecer, venerar, estar orgulloso de los padres, servirlos.
La honra, en todas sus manifestaciones, la tenemos que enseñar los padres a nuestros hijos. No es algo que ellos van a hacer por naturaleza. Tienen que aprenderlo, y nosotros, sus padres, somos los indicados para enseñárselos.
Les conviene aprenderlo, en primer lugar, porque lo que ellos siembren en nosotros es lo que van a cosechar con sus propios hijos, y en segundo lugar, porque ese es el primer mandamiento con promesa.
Los resultados de ello:
• Que les vaya bien en la vida.
• Que vivan muchos años.
Los padres son el fundamento para la calidad de vida presente y futura de sus hijos.
Por ello el diablo se ha ensañado contra la familia, para desarraigar y separar a los padres de los hijos (brecha generacional, separación, divorcio, migración, exceso de trabajo, distracciones, etc.) y maldecir la vida de los hijos e hijas (sexualidad precoz, drogadicción, rebelión, aborto, madres solteras, etc.).
Pero Dios, en estos últimos tiempos, ha enviado el espíritu del profeta Elías, para volver el corazón de los padres hacia los hijos y de los hijos hacia los padres (Mal 4:5-6).
La importancia de la paternidad.
Sal 127:3-4. Los padres son los responsables de darles dirección a los hijos de la misma manera que los arqueros son los responsables de darles dirección a las flechas (saetas).
Somos los responsables de formarlos para que tengan una buena base para lanzarse a la conquista de los retos de la vida y les vaya bien.
También somos responsables de prepararles el camino para que puedan superar los obstáculos que van a tener que enfrentar.
Deut 6:1-6. Los padres son los responsables de enseñarles la Palabra de Dios a sus hijos, de tal manera que cuando sean grandes no se aparten de ella (Prov 22.6).
Como resultado de ello prosperarán en todas las cosas y tendrán larga vida.
El modelo de paternidad de Dios.
Gen 1:26-28. Dios, a Adán y a Eva, les impartió:
Identidad: “a nuestra imagen y semejanza”.
Habilitación para que les fuera bien en la vida: “y los bendijo”.
Propósito, dirección, visión: “fructificad, multiplicaos, llenad la tierra, sojuzgadla y señoread”.
Por otro lado, a Adán, en su preparación para el cuidado de la familia, también:
Gen 2:15: le asignó a Adán tareas específicas.
Gen 2:16: le enseñó la Palabra.
Gen 2:17-18: proveyó las oportunidades para que Adán desarrollara sus habilidades.
A todos nosotros, sus hijos e hijas (Jn 1:12), Dios nos provee de (Efe 1:15-19):
Identidad (espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de El como nuestro Padre, lo que nos provee el entendimiento de nuestra identidad como hijos).
Propósito: la esperanza a la que El nos ha llamado.
Provisión y legado: las riquezas de la gloria de Su herencia.
Autoridad y poder: la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros.
Nosotros, como padres, entonces, necesitamos proveer a nuestros hijos de:
Una sólida identidad como hijos e hijas de Dios (valor).
La bendición paterna: la activación para que les vaya bien en la vida (transmitirles fe en ellos).
La provisión para sus necesidades físicas, emocionales y espirituales (no somos solo proveedores de lo material –eso es lo mínimo-; también necesitamos proveer sus necesidades emocionales –aceptación, amor, seguridad, pertenencia, valor—y sus necesidades espirituales –salvación, bautismo, conocimiento de la Palabra, liberación, sanidad, santidad, etc.--).
Las oportunidades para que puedan desarrollar sus habilidades, capacidades, talentos y dones que Dios les ha dado.
Enseñanza, entrenamiento y disciplina.
Otros puntos importantes en cuanto a la paternidad:
Los padres fuimos diseñados por Dios para ser padres de nuestros hijos, no amigos. Amigos pueden conseguir por montones en la calle. Padres no, solo nosotros. Ello no implica que tengamos una relación amigable, pero sin olvidar que somos padres y que nuestras instrucciones son para ser obedecidas y que nuestra responsabilidad implica, en algún momento, la aplicación de la disciplina.
La disciplina es una tarea fundamental de la paternidad. El padre que no disciplina a sus hijos es como si los considerara bastardos, pero el que los corrige es porque los ama (Heb 12:6-11), aunque ello implique ir en contra de algunas disposiciones humanas.
Los padres no estamos para ganar un concurso de popularidad con nuestros hijos e hijas, sino para formarlos, educarlos, enseñarlos, entrenarlos y corregirlos. Cuando ellos maduren, entonces entenderán lo que hicimos por ellos, y sus corazones estarán agradecidos. Antes de ello, posiblemente no. Nuestra meta como padres no es el presente, sino el futuro de ellos.
Los padres no somos propietarios de nuestros hijos e hijas para hacer con ellos los que queramos. En realidad ellos son propiedad de Dios y nosotros somos sus administradores (1 Ped 4:10) para ayudarlos a alcanzar el propósito de Dios para sus vidas.
La responsabilidad de los hijos e hijas para con los padres (Efe 6:1-3).
Obediencia: ceder con docilidad a la dirección de los padres, hacer lo que ellos manda.
Honra: respetar, apreciar, enaltecer, venerar, estar orgulloso de los padres, servirlos.
La honra, en todas sus manifestaciones, la tenemos que enseñar los padres a nuestros hijos. No es algo que ellos van a hacer por naturaleza. Tienen que aprenderlo, y nosotros, sus padres, somos los indicados para enseñárselos.
Les conviene aprenderlo, en primer lugar, porque lo que ellos siembren en nosotros es lo que van a cosechar con sus propios hijos, y en segundo lugar, porque ese es el primer mandamiento con promesa.
Los resultados de ello:
• Que les vaya bien en la vida.
• Que vivan muchos años.
23
Jun
2010