Pilares del matrimonio: visión y entendimiento.
Recordatorio: Los cuatro pilares del matrimonio.
Amor y perdón.
Visión (lo que queremos alcanzar juntos en todos los aspectos de la vida: espiritual, emocional y material) y entendimiento (principios de la Palabra de Dios).
Respeto y honra.
Confianza (creer en la otra persona) y compromiso (para toda la vida).
Introducción.
Prov 29:18 nos enseña que sin profecía (o visión) el pueblo se desenfrena, y que quienes guardan la ley
(la Palabra de Dios) son bienaventurados. Igualmente, Amos 3.3 nos enseña que dos no van a ir a ningún lado a menos que estén de acuerdo.
Por lo tanto, necesitamos, como matrimonios, tener una visión, en la que ambos cónyuges estemos de acuerdo, y para que esa visión sea efectiva, debe estar enraizada firmemente en el entendimiento de los principios de la Palabra de Dios, el Creador del matrimonio. Por ello también, la Palabra nos enseña que no deberíamos casarnos con una persona que tenga creencias diferentes a las nuestras (2 Cor 6:14, ver también Deut 7.1-5).
La visión para nuestro matrimonio implica el estar de acuerdo en los aspectos fundamentales que giran alrededor de él:
Que esperamos el uno del otro.
Cuando y cuantos hijos vamos a procrear.
Como vamos a manejar nuestro dinero.
Como vamos a educar a nuestros hijos.
Hacia donde esperamos que se encamine nuestro matrimonio en cinco, diez, veinte, treinta y más años.
Que esperamos lograr cada uno con el apoyo del otro, y juntos.
Como va a ser nuestra comunicación.
Como vamos a resolver nuestras diferencias y los conflictos que surjan en la relación.
Etc.
Gen-Apo. El matrimonio es importante para Dios.
La historia humana en la Biblia comienza con un matrimonio.
La parte terrenal de la historia humana prácticamente termina con un matrimonio: las bodas del Cordero.
La figura más importante que Dios usa para definir la relación de Cristo con la Iglesia es la del matrimonio.
Después de nuestra relación con Dios, la relación matrimonial es la más importante relación que podemos construir en nuestras vidas.
Dios dedica un libro entero de la Biblia a la relación entre esposos: El Cantar de los Cantares.
El matrimonio como la base de la familia, se convierte también en la base de la iglesia y de la sociedad (nación), que están constituidas por familias.
Por eso el diablo trata de destruir por todos los medios el matrimonio.
Adulterio, fornicación, inmoralidad sexual
Machismo, feminismo.
Separación, divorcio, violencia intrafamiliar.
Matrimonios entre personas del mismo sexo.
Cambio de parejas, tríos, etc.
El diablo sabe que si destruye los matrimonios, destruye personas, familias y naciones enteras (Jn 10:10: el diablo vino a robar, destruir y matar).
Gen 2:18. El matrimonio es prácticamente una necesidad del ser humano.
“No es bueno que el hombre esté solo” (Gen 2:18)
Efe 5:22-31, Ecle 4:9-12. El diseño de Dios para el matrimonio implica que es:
o Un “lugar” de apoyo y ayuda.
o Un “lugar” de sanidad y restauración.
o Un “lugar” de plenitud y realización.
El matrimonio también implica la formación de un equipo poderoso.
Gen 1:26-28: sus resultados son: fructificar, multiplicar, llenar, sojuzgar, señorear.
Donde están dos o más reunidos en Su nombre (y en el matrimonio, lo están), El está en medio de ellos (Mat 18.20).
Uno contra mil, dos contra diez mil (1 Sam 18:7), entonces, tres contra cien mil.
Nuestro potencial en el mundo espiritual (y lo que pasa en el mundo natural sucede primero en el mundo espiritual, Heb 11:3) se incrementa exponencialmente.
Ecle 4:9-12.
Mayor productividad.
Apoyo, ánimo, soporte, restauración.
Suplir necesidades.
Dios, siendo el centro de nuestro matrimonio implica que la comunión con El nos acerca el uno hacia el otro.
Gen 1:31. El matrimonio, un regalo de Dios al hombre y a la mujer.
Dios, al finalizar la creación, vio todo lo que había hecho, y vio que era bueno y bueno en gran manera (eso incluye al hombre y a la mujer, y el matrimonio).
Prov 18:22: el que halla esposa(o), halla el bien y alcanza la benevolencia (el favor) de Dios.
Prov 19.14: la casa y las riquezas son herencia de los padres, más del Señor la mujer (o el esposo) prudente.
Sant 1.16-17: toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de Dios.
Cuando los matrimonios están en problemas no es por causa de Dios, el problema no está arriba, sino aquí abajo, en el corazón de cada uno (Ose 4:6: mi pueblo perece por falta de conocimiento).
Sal 119:105: lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.
Los principios de la Palabra, cuando guían nuestra vida, evitan que tropecemos, y ello es aplicable al matrimonio.
Sal 1.1-3: el conocer, meditar y obedecer la Palabra de Dios de día y de noche provocará que tengamos vida en abundancia y todo nos salga bien.
Eso aplica a nosotros, a nuestros matrimonios y a nuestras familias.
Por ello, para tener un matrimonio y una familia exitosa necesitamos anclar no solo nuestra visión, sino todo nuestro actuar, en los principios de la Palabra de Dios que permanecen para siempre y que Dios estableció para que nos fuera bien en todo.
Gen 2:22-25. El matrimonio, un diseño de Dios.
Dios lo creo.
El sabe como funciona (los principios están en la Biblia).
Funcionan en cualquier situación y en cualquier tiempo.
Aunque pasen el cielo y la tierra, sus principios no pasarán.
Por lo tanto necesitamos recurrir a ellos todo el tiempo para que nos vaya bien.
El diseño de Dios:
Entre un hombre y una mujer exclusivamente.
Igual valor de ambos delante de Dios.
Diferentes características y responsabilidades.
* Unidad.
* Complementariedad.
El matrimonio no es una relación en solo ciertos aspectos de la vida. Por el contrario, es una relación integral que abarca todos los aspectos de nuestro ser (1 Tes 5.23): espiritual, emocional y física, y todos los aspectos de la vida (familia, trabajo, social, eclesiástico, etc.).
El matrimonio, para quienes están casados, debe pasar a ser la relación humana prioritaria sobre las demás (familia biológica, amistades, trabajo, estudios, etc.).
“Dejará el hombre a su padre y a su madre”.
Es una relación que debería ser para toda la vida, un pacto inquebrantable (Mal 2:14, Mat 19.4-6, Mar 10:7-9).
Si respetamos esos principios, la cantidad de diferencias y problemas que vamos a experimentar a lo largo de la vida van a ser mucho menos que si no los consideramos y aplicamos
Mat 16:24-25. El matrimonio, la mejor escuela de discipulado.
El matrimonio es el más inmediato campo que tenemos a nuestra disposición para poner en práctica la Palabra de Dios.
Antes de ir al mundo.
Antes de ir a la iglesia.
Para alcanzar la más aproximada posición posible respecto a la imagen de Cristo (Rom 8.29, 1 Cor 15:49, 2 Cor 3:18).
El matrimonio, para tener éxito, va a requerid de nosotros la aplicación de principios que son básicos en el discipulado de Cristo:
Negarnos a nosotros mismos (nuestros gustos, nuestras agendas, nuestras prioridades y planes individuales) en favor de los de ambos, y ello implica tomar nuestra cruz para morir a nosotros mismos, a nuestro ego (Luc 9:23).
Amar y perdonar como un estilo de vida (1 Cor 13:1-8).
Servir (Mar 10:42-45).
Es un ambiente apropiado para desarrollar nuestro carácter cristiano (manifestar el fruto del Espíritu, Gal 5:22-23).
Los objetivos del matrimonio (como escuela de discipulado), en este sentido, serían:
Compromiso total con Jesucristo (Señor de nuestras vidas).
Compromiso total del uno con el otro (como Cristo con la Iglesia).
Traer la gloria a Dios.
Tratar con el egoísmo y llevarnos a la ley del Calvario (morir a nosotros mismos).
Amor y perdón.
Visión (lo que queremos alcanzar juntos en todos los aspectos de la vida: espiritual, emocional y material) y entendimiento (principios de la Palabra de Dios).
Respeto y honra.
Confianza (creer en la otra persona) y compromiso (para toda la vida).
Introducción.
Prov 29:18 nos enseña que sin profecía (o visión) el pueblo se desenfrena, y que quienes guardan la ley
(la Palabra de Dios) son bienaventurados. Igualmente, Amos 3.3 nos enseña que dos no van a ir a ningún lado a menos que estén de acuerdo.
Por lo tanto, necesitamos, como matrimonios, tener una visión, en la que ambos cónyuges estemos de acuerdo, y para que esa visión sea efectiva, debe estar enraizada firmemente en el entendimiento de los principios de la Palabra de Dios, el Creador del matrimonio. Por ello también, la Palabra nos enseña que no deberíamos casarnos con una persona que tenga creencias diferentes a las nuestras (2 Cor 6:14, ver también Deut 7.1-5).
La visión para nuestro matrimonio implica el estar de acuerdo en los aspectos fundamentales que giran alrededor de él:
Que esperamos el uno del otro.
Cuando y cuantos hijos vamos a procrear.
Como vamos a manejar nuestro dinero.
Como vamos a educar a nuestros hijos.
Hacia donde esperamos que se encamine nuestro matrimonio en cinco, diez, veinte, treinta y más años.
Que esperamos lograr cada uno con el apoyo del otro, y juntos.
Como va a ser nuestra comunicación.
Como vamos a resolver nuestras diferencias y los conflictos que surjan en la relación.
Etc.
Gen-Apo. El matrimonio es importante para Dios.
La historia humana en la Biblia comienza con un matrimonio.
La parte terrenal de la historia humana prácticamente termina con un matrimonio: las bodas del Cordero.
La figura más importante que Dios usa para definir la relación de Cristo con la Iglesia es la del matrimonio.
Después de nuestra relación con Dios, la relación matrimonial es la más importante relación que podemos construir en nuestras vidas.
Dios dedica un libro entero de la Biblia a la relación entre esposos: El Cantar de los Cantares.
El matrimonio como la base de la familia, se convierte también en la base de la iglesia y de la sociedad (nación), que están constituidas por familias.
Por eso el diablo trata de destruir por todos los medios el matrimonio.
Adulterio, fornicación, inmoralidad sexual
Machismo, feminismo.
Separación, divorcio, violencia intrafamiliar.
Matrimonios entre personas del mismo sexo.
Cambio de parejas, tríos, etc.
El diablo sabe que si destruye los matrimonios, destruye personas, familias y naciones enteras (Jn 10:10: el diablo vino a robar, destruir y matar).
Gen 2:18. El matrimonio es prácticamente una necesidad del ser humano.
“No es bueno que el hombre esté solo” (Gen 2:18)
Efe 5:22-31, Ecle 4:9-12. El diseño de Dios para el matrimonio implica que es:
o Un “lugar” de apoyo y ayuda.
o Un “lugar” de sanidad y restauración.
o Un “lugar” de plenitud y realización.
El matrimonio también implica la formación de un equipo poderoso.
Gen 1:26-28: sus resultados son: fructificar, multiplicar, llenar, sojuzgar, señorear.
Donde están dos o más reunidos en Su nombre (y en el matrimonio, lo están), El está en medio de ellos (Mat 18.20).
Uno contra mil, dos contra diez mil (1 Sam 18:7), entonces, tres contra cien mil.
Nuestro potencial en el mundo espiritual (y lo que pasa en el mundo natural sucede primero en el mundo espiritual, Heb 11:3) se incrementa exponencialmente.
Ecle 4:9-12.
Mayor productividad.
Apoyo, ánimo, soporte, restauración.
Suplir necesidades.
Dios, siendo el centro de nuestro matrimonio implica que la comunión con El nos acerca el uno hacia el otro.
Gen 1:31. El matrimonio, un regalo de Dios al hombre y a la mujer.
Dios, al finalizar la creación, vio todo lo que había hecho, y vio que era bueno y bueno en gran manera (eso incluye al hombre y a la mujer, y el matrimonio).
Prov 18:22: el que halla esposa(o), halla el bien y alcanza la benevolencia (el favor) de Dios.
Prov 19.14: la casa y las riquezas son herencia de los padres, más del Señor la mujer (o el esposo) prudente.
Sant 1.16-17: toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de Dios.
Cuando los matrimonios están en problemas no es por causa de Dios, el problema no está arriba, sino aquí abajo, en el corazón de cada uno (Ose 4:6: mi pueblo perece por falta de conocimiento).
Sal 119:105: lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.
Los principios de la Palabra, cuando guían nuestra vida, evitan que tropecemos, y ello es aplicable al matrimonio.
Sal 1.1-3: el conocer, meditar y obedecer la Palabra de Dios de día y de noche provocará que tengamos vida en abundancia y todo nos salga bien.
Eso aplica a nosotros, a nuestros matrimonios y a nuestras familias.
Por ello, para tener un matrimonio y una familia exitosa necesitamos anclar no solo nuestra visión, sino todo nuestro actuar, en los principios de la Palabra de Dios que permanecen para siempre y que Dios estableció para que nos fuera bien en todo.
Gen 2:22-25. El matrimonio, un diseño de Dios.
Dios lo creo.
El sabe como funciona (los principios están en la Biblia).
Funcionan en cualquier situación y en cualquier tiempo.
Aunque pasen el cielo y la tierra, sus principios no pasarán.
Por lo tanto necesitamos recurrir a ellos todo el tiempo para que nos vaya bien.
El diseño de Dios:
Entre un hombre y una mujer exclusivamente.
Igual valor de ambos delante de Dios.
Diferentes características y responsabilidades.
* Unidad.
* Complementariedad.
El matrimonio no es una relación en solo ciertos aspectos de la vida. Por el contrario, es una relación integral que abarca todos los aspectos de nuestro ser (1 Tes 5.23): espiritual, emocional y física, y todos los aspectos de la vida (familia, trabajo, social, eclesiástico, etc.).
El matrimonio, para quienes están casados, debe pasar a ser la relación humana prioritaria sobre las demás (familia biológica, amistades, trabajo, estudios, etc.).
“Dejará el hombre a su padre y a su madre”.
Es una relación que debería ser para toda la vida, un pacto inquebrantable (Mal 2:14, Mat 19.4-6, Mar 10:7-9).
Si respetamos esos principios, la cantidad de diferencias y problemas que vamos a experimentar a lo largo de la vida van a ser mucho menos que si no los consideramos y aplicamos
Mat 16:24-25. El matrimonio, la mejor escuela de discipulado.
El matrimonio es el más inmediato campo que tenemos a nuestra disposición para poner en práctica la Palabra de Dios.
Antes de ir al mundo.
Antes de ir a la iglesia.
Para alcanzar la más aproximada posición posible respecto a la imagen de Cristo (Rom 8.29, 1 Cor 15:49, 2 Cor 3:18).
El matrimonio, para tener éxito, va a requerid de nosotros la aplicación de principios que son básicos en el discipulado de Cristo:
Negarnos a nosotros mismos (nuestros gustos, nuestras agendas, nuestras prioridades y planes individuales) en favor de los de ambos, y ello implica tomar nuestra cruz para morir a nosotros mismos, a nuestro ego (Luc 9:23).
Amar y perdonar como un estilo de vida (1 Cor 13:1-8).
Servir (Mar 10:42-45).
Es un ambiente apropiado para desarrollar nuestro carácter cristiano (manifestar el fruto del Espíritu, Gal 5:22-23).
Los objetivos del matrimonio (como escuela de discipulado), en este sentido, serían:
Compromiso total con Jesucristo (Señor de nuestras vidas).
Compromiso total del uno con el otro (como Cristo con la Iglesia).
Traer la gloria a Dios.
Tratar con el egoísmo y llevarnos a la ley del Calvario (morir a nosotros mismos).
14
Jul
2010